Se cree la roca tan fuerte
que ni temerosa del tiempo es.
¡Despierta,
querida amiga! ¡Despierta!
Te sientes
inmortal pero no sabes
que la vida al
pasar mata.
No temas a nada.
Solo al tiempo.
Es tan lenta tu agonía
como imperceptible
tu muerte.
¡Despierta,
querida amiga! ¡Despierta!
El tiempo es
fuerte
y con su infinita
paciencia hace
que poco a poco y
lentamente
te consumas como
el pábilo en la llama
hasta que tu
último grano
se funda con la
tierra que te dio la vida.
¡Despierta,
querida amiga! ¡Despierta!
Ante tu ausencia
de corazón
el tiempo te
perfora para que
el rocío de un
nuevo día ablande tus entrañas.
¡Despierta,
querida amiga! ¡Despierta!
Crees que la vida
pasa a tu lado,
sin visitarte,
pero tú caminas
con ella.
¡Despierta,
querida amiga! ¡Despierta!
Escucha las voces
que arrastra el agua al pasar,
te contarán mil
historias de héroes inmortales
en mil batallas sucumbidos.
Siente el ligero
céfiro ingrávido e inofensivo acariciarte
tan inocente como
destructor en cada soplo.
¿Acaso ignoras que
es capaz de mover montañas?
¡Despierta,
querida amiga! ¡Despierta!
Acepta tu destino.
Nada es inmortal, solo el tiempo.
El tiempo pasó y… ¿quién sabe si despertó de
su sueño de grandeza?
Anastasio García García
Rabat, 22 de octubre de 2014.
Ejercicio realizado a partir de “Era un niño que
soñaba -PARABOLAS-” de Antonio Machado.