TALLER DE ESCRITURA "A ORILLAS DEL BU REGREG" DEL INSTITUTO CERVANTES DE RABAT

Bienvenidos a «A orillas del Bu Regreg», el blog de los integrantes del Taller de lectura y escritura creativa, un curso especial que realizamos desde hace doce años en el Instituto Cervantes de Rabat (Marruecos).

En este espacio damos a conocer los cuentos, poemas y otros ejercicios de escritura que se proponen en clase y que realizan nuestros alumnos, aunque también publicamos colaboraciones de nuestros lectores.

Muchas gracias por leernos y por compartir vuestras opiniones.
Ester Rabasco Macías (profesora del Taller)

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miércoles, 23 de marzo de 2016

“EL FLUJO DEL TIEMPO” de RKIA OKMENNI

Siempre quiso aplazar ese día. Nada más pensar en su inminente llegada quedaba garantizado su ingreso en el club de los insomnios. Pero el fatídico día llegó. El amor de su vida la había abandonado. Simplemente y con pocas palabras. Esa mañana le dijo que se iba a vivir con su nueva amiga. Que no tenía que preocuparse por él. De repente, ella se dio cuenta de que le hablaba como si fuera su madre. «Con ella es otra cosa. Tú y yo seguiremos siendo amigos», había añadido, despreocupado ante el daño que sembraba. La noticia, ola de hielo y crueldad, la dejó atónita. La derrumbó. Más que eso, la anuló. Salió del baño y luego de su casa. Sin rumbo. Vacía. Una viva muerta. Decidió huir de ella misma. Se puso el azul rojo que él amaba. Detalle fútil y ya inútil. Escondió sus ojos hinchados detrás del negro cortinaje de sus gafas. Surgió del espacio cerrado y asfixiante de su edificio. Sus automatizados pasos la llevaron al concierto. Ambos habían comprado las entradas dos semanas antes. Se acordó de su última frase, ya en el umbral de la puerta: «No te olvides del concierto. ¡La cantante es estupenda!».
Cuando llegó al concierto, una voz estridente le perforó el oído. Se tapó las orejas con las manos. Una de ellas exhibía un anillo dorado y arrugado. Siguió otra voz. La canción se infiltró gota a gota entre las grietas de los dedos. Entonces, sus palmas se despegaron. Comprendió que la letra y el timbre de aquella voz asustaban su respiración. Los latidos de su corazón se aceleraron. La cantante se dirigía a ella. La melodía sonaba con una tremenda carga emocional. El eco fue hundiéndose en su vacío interior.
¡Aquello no podía ser!
Las palabras habían sido elegidas para describir su pena. Y otra vez se humedecieron sus ojos.
No podía aguantar más. Fue directa al bar para hundir su desgracia en la bebida. En vano. Sus pasos borrachos la balancearon fuera del establecimiento. Hombros caídos. Rostro devastado. Árido y con piel de pergamino. Paja agonizando. Flotando. Arrastrada. Desorientada. Se mareó llevada por la muchedumbre juvenil y el dolor. Continuó quemándole la penosa lava que se derramaba sobre la tierra seca de sus mejillas. Ni siquiera su pañuelo blanco pudo refrenar sus lágrimas.
Titubeó otra vez entre el derrame de voces y el oleaje de papeles. Flotaba. Hervían en sus oídos las burbujas y la mezcla de sonidos. Su pánico creció y se estiró. Se dilató hasta el infinito. Apenas pisaba el suelo. La emborrachó todavía más la histeria blanca de las batas. Batas blancas en marejada de pancartas. De repente, sintió una sonrisa con sienes de plata tocándole el hombro. La mirada indagadora y amical agitó su sombrero rojo. Ella se despertó. Él tocó su cabeza desnuda. Ella seguía muda, incapaz de sonreír. Se lo agradeció con una mueca. El brazo enérgico y todavía sonriente le abrió paso entre la blancura del flujo juvenil. Y se fueron juntos en busca de una salida más apaciguada, más sosegada.

Rkia Okmenni.
14 de marzo de  2016
Actividad basada en motivos estilísticos de “Desagravio” de Ricardo Piglia.

lunes, 21 de marzo de 2016

"TUS OJOS" de FATIMA EZZEHAR

En la frescura del alba,
Aún la luna creciente,
Tímidamente sigue desapareciendo.
Una agradable brisa,
Con cortesía, visita al ámbito,
Saluda a las plantas tan mojadas y de vida llenas,
Haciendo bailar delicadamente a las ramas.
Solitaria yo, sentada en el banco,
Entre mis manos, por mi jersey, cubiertas a medias,
Tomando mi café: su color, su olor,
Su sabor del miel caliente,
Su gusto untuoso y persistente
Me hacen soñar, me revelan…
Recuerdo, recuerdo y recuerdos.
Este café en donde flamean tus ojos,
Me suben al cielo, tan centelleado...
¡Ah, querido! ¡Cómo estos ojos
De color café me emocionan!
En su universo me siento girar.
Universo mío, cuyo sol se asoma por el oeste
Sus ondas me convierten en almirante,
Me invitan a alcanzar la estrella polar…
Estrella, estrella y estrellas.
Una prodigiosa epopeya;
Por su mirada sinfónica
Mi corazón palpita de alegría,
Poética mirada de una y mil versos
Y qué poeta es el alma…
Mirada, mirada y miradas.
Así te amaba, así te amo.
Amor mío, te echo de menos, cerca y lejos
Con lágrimas sobre mis mejillas
Y las rosas bañándose de rocíos.
¡Qué desgracia!
Apenas, la felicidad nos había rozado,
Cuando la despedida se nos echó encima
¡Qué destino injusto!
Ahora, querido, estás herido, enfermo y abatido.
Con heroísmo en la guerra has combatido.
Maldita guerra, en la trinchera perdiste tu ojo.
Maldita guerra de dolor y de sufrimiento.
Ahora mi corazón es un árido desierto,
Ni siquiera cactus, ni siquiera acacia.
A pesar de todo, amor mío, te adoro,
Te espero, con los brazos abiertos, te espero.

En voz alta grito llorando:
Basta, guerra, guerra y guerras,
Basta, bombardeos, cañones  y fuegos,
Basta, tantos heridos, tantos inválidos,
Basta, muerto, muerto y muertos,
Basta, tantas viudas y tantos huérfanos,
Basta, tantos corazones sangrantes y sueños rotos.

¿Qué es la vida sin paz, sin amor?
¿Qué es la vida sin justicia, sin alma?
Desde hace siglos, la ciudad de Platón
Sigue siendo un sueño sin esperanza.
Así, en mi Odisea, tus ojos son los protagonistas,
Que en sus orillas, héroe mío, tu vuelta espero.
Será mi vida, será mi alegría;
Ya, la brisa matutina me la ha anunciado.

Fátima Ezzehar
Rabat: 30/10/2015
Actividad basada en “El precio del amor” de Ricardo Piglia.

miércoles, 16 de marzo de 2016

“LA PÉRDIDA” de CLARA URBANO LIRA



«Un castillo de naipes —pensaba en el más profundo de los silencios—. Eso ha sido mi vida. Una partida mal jugada». En aquel bar donde se encontraba decidió ahogar su dolor en compañía de un coñac, amargo como aquel instante, el último trago. Toda una vida en la misma empresa, enriqueciéndola, dejándose la piel en cada proyecto. César había subcontratado a una joven inexperta, barata, con menos agallas, sumisa… Ella… una hoja caduca en un bosque naciente. Así se sentía.
En su mente naufragaban las palabras de su jefe, ensangrentadas, mientras una voz, rota y desgastada, le desgarraba el alma. Iban y venían, sin rumbo, totalmente borrachas. Y aquella voz ronca no cesaba en su empeño de hacerle recordar lo que ella ansiaba enterrar: la humillación. Pero Chavela insistía e insistía “qué difícil tratar de olvidarte” después de cuarenta años de matrimonio leal, fiel como una amante entregada, sin vacaciones, sin subida salarial… “Para nada” todo aquel esfuerzo, “para nada” tantas horas de insomnio, tantos amores abandonados. “Para nada”, cantaba Chavela en otra, “para nada le servía la vida sin...”. Desnudó los ojos de los cristales negros que llevaba y la protegían del mundo, de su vergüenza. Clavó su mirada en aquella voz, totalmente herida, y se restregó la pena. Intentaba absorberla, pero no pudo. Era enorme, redonda, compacta como una bola de billar, imposible de digerir. Se rindió. Sus lágrimas empezaron a surcar sus mejillas como un torrente. De nuevo, se tapó los ojos, hundidos y frágiles como su corazón. No quería que la viesen derrotada. Sentía la respiración agitada como su vida, y esas malditas frases… “Qué difícil tratar de olvidarte”… “Nada me han enseñado los años”… “Siempre caigo en los mismos errores”, zumbándole en el oído. Pero también aquellas palabras hirientes de César aguijoneándole el orgullo. Trasto viejo igual a quebradero de cabeza. Savia nueva igual a manipulable. Casi medio siglo dedicada a cuadrar facturas, ahora ella se había convertido en un número que restaba, pero no multiplicaba. Un deshecho que había que arrojar a la basura. Una antigualla. ELLA igual a NADA.
Respiró hondo y contuvo el aire durante unos segundos para después expulsarlo como un huracán a punto de arrasar una ciudad. Necesitaba escapar de aquel llanto melódico que invadía su cabeza, martirizándola. Se dirigió hacia la salida bamboleándose, encorvada, con los hombros caídos, arrastrando el peso de la pena. Huyó de aquel agujero donde se había recluido con el fin de esconder su llanto. La melodía de aquella guitarra  quedó suspendida en el aire. Una gigantesca ola de papeles subversivos, convulsos como su vida, como los años que el tiempo le había arrebatado, la enroscó y la arrastró hasta hacerla desaparecer, diluyéndola en aquel agitado ambiente.
Elisa caminó atropellada, dejándose llevar por un terremoto de voces enérgicas, sincronizadas y ajenas, que la engullían. “Savia nueva”, recordó. Sustitución. Muerte. Intentó zafarse de aquellos “san bernardos que parecían rabiosos. «DERECHO AL TRABAJO», leyó en una pancarta… Y en la Constitución, cuando estudiaba Derecho. De nada le sirvió tragarse tantas páginas sobre los derechos de los trabajadores. Aquellas leyes fueron consideradas un logro social y político en un país tambaleante, acostumbrado a los cambios abruptos, repentinos y sucios. Esas mismas frases que otrora le parecieron íntegras y ponderadas, hasta santas y virtuosas, habían sucumbido a la imparcialidad dejándose arrastrar cual ánima en pena transformadas en indecentes como la moral de una furcia. Aquel magnífico momento del que se jactaron los políticos de entonces, y que habían proclamado a los cuatro vientos hasta reventar, se había convertido en pura miseria, en papel arrugado como su piel. 
 “ACABEMOS CON EL CONTRATO BASURA”, leyó en otra pancarta más larga, pero no más profunda que la anterior. “Pobres infelices”, pensó Elisa. De repente, su boca escupió un gemido burlón. No quiso reprimirlo. No le dio la gana. Era lo único que le quedaba en la vida. Como su nombre. ELISA. Y soltó otro mucho más intenso y atronador. Algunos jóvenes la miraron desconcertados. “Otra pobre desgraciada deambulando por las calles”, murmuró el que llevaba la voz cantante. “Una cincuentona abandonada a su suerte por culpa de estos mandamases”, dijo a media voz una joven, de cabellos dorados, que se veía reflejada en el rostro de Elisa. Su última carcajada provocó un silencio apocalíptico que inquietó a los más cercanos, a los más avispados, los únicos que habían percibido en la mirada de ella el pájaro herido, sin alas, en el que se había convertido.
El ruido de una manada enlutada se aproximaba hacia ellos, dispuesta a todo, a romperles la crisma si era necesario. El miedo se apoderó de algunos manifestantes, los más pusilánimes, a los que enseguida se les inundaban los ojos y los pantalones. El resto permaneció erguido, agarrando con rabia la esperanza entre los puños. Los acorralaron. Elisa, cabizbaja, se arrodilló y se dejó caer al suelo, agónica. Aquellos lobos se acercaban mostrando sus colmillos metálicos, largos y negros, totalmente afilados. A ella no le importaba nada. Ella igual a nada. NADA que PERDER. Todo sucedió en un instante. Cerró los ojos. Sintió un crujido en su espalda. Luego otro. Y otro. El impacto del último provocó que los abriera de repente. Una nube blanca, brillante y femenina, la abrigó con su manto de ternura. Se hizo el silencio. En sus labios quedó dibujada una sonrisa.

Clara Urbano Lira
Rabat, 15 de marzo de 2016
Actividad basada en motivos estilísticos de “Desagravio” de Ricardo Piglia.

viernes, 11 de marzo de 2016

« DAR EL PACHÁ » de BAHIA OMARI



Cuando me vine a vivir a Marrakech, fui bien acogida por la familia del pachá de esta gran ciudad, en el barrio de la casba. Este barrio, el más prestigioso de la ciudad, que se halla cerca del palacio del Rey. Esta familia me ofreció un techo, alimentación y, sobre todo, protección. Eso es todo que gané. Mi función se limitaba a ayudar a la cocinera. Yo era una chica de quince años, sin educación, sin experiencia de la vida. Mis padres eran originarios del campo; no poseían ninguna riqueza. Hace diez años, la sequía cortó la posibilidad de vivir en el campo; y también, la de satisfacer las necesidades primarias. Toda familia buscaba una ocupación en las ciudades más cercanas. Esa fue la razón de que mis padres decidieran enviarme a la ciudad para trabajar y vivir; así, habría una boca menos que alimentar. La preocupación era salvarme de la pobreza. Seguro que no era fácil, pero con la ayuda de la intermedia “Madre Fatna” podía acceder a “Dar el Pacha”.
- ¡Qué suerte! Tengo una habitación sola, y ahora voy a aprender cómo hacer los platos más famosos para la comida de los señores.
La pieza en que yo me alojaba estaba en el sótano, con una cama, una mesita y una ventana, desde la que podía ver el gran jardín de esta casa –aunque podríamos llamarlo “este pequeño palacio”–. No se parecía en nada a mi casa de campo donde yo nací.

Tenía mi vida dividida, como si fuera dos personas diferentes: una vida de antes, en mi casa con mis hermanos y padres; y otra aquí, con la famosa cocinera y el resto de chicas de este nuevo lugar.

¡Qué suerte tuve! La dueña era muy amable conmigo.

Durante algunos años, aprendí todo sobre la gastronomía más famosa de la ciudad gracias a la “Madre Yacout”. También, como era la favorita de la dueña, esta me dio la posibilidad de aprender a leer y a escribir. De esta manera, pude empezar a leer libros y escribir, algo que yo había deseado siempre.

- ¡Qué suerte tengo! Ahora soy como una chica de la ciudad.
El pachá, un hombre que tenía mucha influencia en el gobierno, era también un hombre muy sensible y caritativo, y me propuso a aprender la música y a escribir poesías. Y lo hice sin dudar ni un segundo.
Mi vida en este palacio me cambió por completo. Ahora, soy una mujer con educación, con una nueva visión de la vida. Yo misma estoy impresionada por este cambio. Hasta que, un día, apareció el hijo del pachá. Era un hombre muy guapo, de gran altura, muy educado. Venía de Francia, donde había terminado sus estudios.
Desde la primera vez que lo vi, comprendí que aquel hombre sería el amor de mi vida. Pero ¿cómo era posible? Yo era tan solo una chica del campo, pero él era el hijo del pachá. Bueno, dejemos que el tiempo haga lo mejor para todos, me dije a mí misma.
- ¡Tengo una ventaja! ¡Su madre y su padre me aprecian! Eso es algo positivo. Pero ¿cómo puedo ganarme su corazón?
Aquella era la pregunta más importante.
En aquel momento, yo ya era una chica muy educada: tenía mis lecturas, componía poesías, dominaba la música. Podía discutir sobre diferentes temas: economía, política, escritores, poesías y novelas.
¿Podría confesarle mi amor a ese hombre?
- Creo que sí –me dije.
Un día, cuando Ali estaba paseando por el jardín del palacio, me vio sentada en un banco y me dijo si podía contarle cómo había sido mi vida allí. Me desbordó la alegría.
- ¡Tengo una oportunidad que no puedo perder! –me animé a mí misma. Y empecé a contarle toda mi vida hasta aquel instante.
Ali se mostró muy impresionado.
Con cada encuentro, nuestro amor se fue convirtiendo en un amor profundo. Así que solo necesitábamos el consentimiento de sus padres.
¿Qué podíamos hacer? La decisión estaba en sus manos, yo soy una chica del campo.
Todos en palacio sospechaban que había algo entre nosotros dos, pero no podían decir nada hasta el día en que Ali pidiera el consentimiento de sus padres. Y ese día llegó.
- Dios mío, ¿qué vas decirles?–le pregunté.
Ese día era un día de fiesta. Toda la familia del pachá estaba reunida en el palacio. Nosotras habíamos preparado muchos platos y pasteles por la mañana, aunque era el resultado del trabajo de dos semanas. Aquel famoso día, cuando ya se habían servido la comida y el postre, Ali se levantó y dijo:
- Prestadme vuestra atención, por favor. Quiero decir algo que reservaba para esta ocasión.
Toda la familia se calló de repente. Ali me llamó, me cogió la mano y dijo:
- Ghalia y yo estamos enamorados y quiero casarme con ella. Quiero aprovechar esta fiesta para pedir su mano; desde luego, con el permiso de su padre y de mi familia.
Un silencio muy pesado reinó en la sala. Mi corazón estaba en su apogeo. Claro que quería casarme con él, pero…
Todo se volvió muy confuso, porque yo sabía que tenían varias chicas en la familia, muy educadas, bellas… Pero él me había elegido a mí. A mí, una chica del campo, pero educada también. Lo que me importaba entonces era la opinión de sus padres; sin embargo, la de mi familia… Yo sabía que, para ellos, era un honor casarme con el hijo del pachá.
Al cabo de pocos días, el pachá me convocó en su despacho para hablar conmigo. Sabía por qué… Pero, a veces –me dije– el amor puede ganar. Cuando hablé con él, no sentí ninguna diferencia de nivel social. Se mostró muy cortés, amable:
- Ghalia, tu nombre define algo precioso y mi hijo es un hombre, una persona, con muchas cualidades. Lo que quiero decir es que su mujer debería ser una persona que pudiera amarle profundamente, sin tener en cuenta su nivel social, ni su riqueza. Tú perteneces a esta casa, aquí tienes todo lo que puedas desear: educación, una vida interesante en sociedad, buenas maneras… Y todo lo que se te pueda pedir para ser elegida como esposa de mi hijo.
- ¿Qué opinas?
En ese momento no pude decir ni una palabra. Y como dice el proverbio “El que calla otorga”. A veces sí, pero a veces es el hilo de la reflexión. La conclusión acerca de aquella situación es que no podía aceptar aquel matrimonio por muchas razones: las diferencias sociales entre nuestras familias, la degradante mirada de sus primas, el sentimiento de inferioridad que iba penetrando en mí frente a aquel matrimonio.
Todo se enredaba en mi mente y no podía dar una respuesta convincente para rechazar el matrimonio.
- ¿Qué quiero?
La verdad es que el amor tiene el poder de borrar todas las imperfecciones de la sociedad.
En Dar el Pachá he aprendido mucho, todo lo que una chica del campo podría pedirle a Dios: el comportamiento de las mujeres de la gran esfera, la lectura, la escritura, la música, el arte de la gastronomía…
Ahora me veo a mí misma ante la vanidad de aceptar este honorable matrimonio; de lo contrario, debería abandonar este palacio…

Bahia Omari
Febrero de 2016
Actividad basada en motivos de relato “Hotel Almagro” de Ricardo Piglia.

“ESTADO DE ÁNIMO” DE BAHIA OMARI


















¿Una imagen detenida o interrupción de la vida?
¿Es el inseguro y pésimo destino?
Esta abstracción me arroja al vacío, a lo desconocido.
No tengo respuesta alguna.
No tengo palabras para expresar este sentimiento.
Anda perdida la fuerza de llorar, de gritar.
Mi ambición no cede, pero…
A pesar de que la vida nos ofrece cosas tan maravillosas,
a mí, la vida me lleva por otros caminos,
se lleva a mi hijo, mi benjamín querido.
¿Es el inseguro y pésimo destino?
¡Dios mío! ¿Qué debo hacer?
¿Sollozar, gritar?
Marzo, marzo, el mes de mi desasosiego.
No te olvido, no quisiera olvidarte.
Voy a vivir con esta pena profunda.
Seré fuerte para soportar tu pérdida, hijo, cariño.

Bahia Omari.
10 de marzo de 2016.

«VEINTE AÑOS, HIJO», BAHIA OMARI

    Lloro sin cortar cebollas, pero oigo la fluidez de las lágrimas, lágrimas por el dolor que alcanza siempre mi corazón, mi alma; un...

RECITAL 9 DE JUNIO DE 2017

RECITAL 9 DE JUNIO DE 2017
Cantando los versos de José Martí.

RECITAL 9 DE JUNIO DE 2017

RECITAL 9 DE JUNIO DE 2017
Iman y Anastasio recitando a Mario Benedetti. Mohammed a la guitarra.

RECITAL 9 DE JUNIO DE 2017

RECITAL 9 DE JUNIO DE 2017
Manal, Ahlam y Assia recitando a Oliverio Girondo.

RECITAL 9 DE JUNIO DE 2017

RECITAL 9 DE JUNIO DE 2017
Rkia recitando a Delmira Agustini

RECITAL 9 DE JUNIO DE 2017

RECITAL 9 DE JUNIO DE 2017
Bahia recitando a Alfonsina Storni.

RECITAL 9 DE JUNIO DE 2017

RECITAL 9 DE JUNIO DE 2017
Laura & Mohamed y Mohamed & Laura cantando a Alfonsina Storni.

Ensayando para el Día E junio 2015

Ensayando para el Día E junio 2015
Grupo del Taller de Lectura y escritura 2015

Recital 18 de junio de 2016

Recital 18 de junio de 2016
21.00 Instituto Cervantes de Rabat

Bahia. PUESTA EN ESCENA DE POESÍA ESPAÑOLA

Bahia. PUESTA EN ESCENA DE POESÍA ESPAÑOLA
Recital del 24 de abril de 2015

PUESTA EN ESCENA DE POESÍA ESPAÑOLA

PUESTA EN ESCENA DE POESÍA ESPAÑOLA
Viernes, 24 de abril de 2015, 19.00 -INSTITUTO CERVANTES DE RABAT -

Rkia. PUESTA EN ESCENA DE POESÍA ESPAÑOLA

Rkia. PUESTA EN ESCENA DE POESÍA ESPAÑOLA
Viernes, 24 de abril de 2015

Iman.PUESTA EN ESCENA DE POESÍA ESPAÑOLA

Iman.PUESTA EN ESCENA DE POESÍA ESPAÑOLA
Recital del 24 de abril de 2015

Abdellah. PUESTA EN ESCENA DE POESÍA ESPAÑOLA

Abdellah. PUESTA EN ESCENA DE POESÍA ESPAÑOLA
Viernes, 24 de abril de 2015

Fatima. PUESTA EN ESCENA DE POESÍA ESPAÑOLA

Fatima. PUESTA EN ESCENA DE POESÍA ESPAÑOLA
Rabat, 24 de abril de 2015.

Aïcha. PUESTA EN ESCENA DE POESÍA ESPAÑOLA

Aïcha. PUESTA EN ESCENA DE POESÍA ESPAÑOLA
Recital del 24 de abril de 2015

RECITAL 11 DE JUNIO DE 2014

RECITAL 11 DE JUNIO DE 2014
Recital "A orillas del Bu Regreg 2014"