TALLER DE ESCRITURA "A ORILLAS DEL BU REGREG" DEL INSTITUTO CERVANTES DE RABAT

Bienvenidos a «A orillas del Bu Regreg», el blog de los integrantes del Taller de lectura y escritura creativa, un curso especial que realizamos desde hace doce años en el Instituto Cervantes de Rabat (Marruecos).

En este espacio damos a conocer los cuentos, poemas y otros ejercicios de escritura que se proponen en clase y que realizan nuestros alumnos, aunque también publicamos colaboraciones de nuestros lectores.

Muchas gracias por leernos y por compartir vuestras opiniones.
Ester Rabasco Macías (profesora del Taller)

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jueves, 30 de septiembre de 2010

“KIARITO” de RKIA OKMENNI


Mi apariencia es la de una tortuga, pero sin cola y con dos cabezas que me permiten, dada mi extremada lentitud, mirar en dos direcciones opuestas sin necesidad de girar la cabeza con un ángulo de ciento ochenta grados. Mis medidas no cambian con el tiempo, mi caparazón me sirve como protección contra los golpes y caídas, y sobrevivo con poca verdura. Nunca duermo. Y, si lo hago por necesidad crono-biológica, se me quedan los ojos abiertos y la parte de mi cerebro que dirige a éstos permanece en alerta para seguir vigilando.
¿Pero qué vigilo y por qué?
Desde el crepúsculo -inicio de la Noche-, hasta el alba -inicio del Día-, vigilo totalmente preocupado. Mi gran temor es que la luz del Día pueda sorprender a la Noche en su intimidad y destruir la oscuridad nocturna -verdadera tregua para los seres vivos- o que la noche se extienda más de lo que dura exactamente. Lo que me preocupa, en ambos casos, es que no puedan alternarse el Día y la Noche, esos eternos enamorados que jamás se encontrarán.
He tenido muchas vidas y, para medir mi existencia relatándola, me harían falta muchos volúmenes. En cuanto al cálculo exacto de mi edad, resulta imposible llevarlo a cabo.
Mi pasatiempo favorito entre el amanecer y la puesta del sol es hacer malabarismos con los números. Por lo que he llegado a calcular mi edad en minutos, pero el número me salió tan sumamente largo que acabé utilizando la escritura científica. Ahora estoy intentando calcularla en años, como los humanos. A ver si me sale algo más fácil.

Rkia Okmenni
Rabat, 30 de junio de 2009
(Ejercicio inspirado en el “Manual de Zoología Fantástica” de Jorge Luis Borges)

LA BODA de MARIBEL ANDRADE


¡Cuánta gente! Han adornado las calles como si fuera la Feria. “¡Enhorabuena Anita!” Otro apretón de manos, otro abrazo. Más besos. ¡Qué extraño es todo! Claro, nunca había estado en este lado de la barrera. “¡Qué guapa vas! ¡Qué suerte la tuya!” Otro empujón. ¡Dios mío! Si pudiera desaparecer, convertirme en polvo o en la peineta que lleva la María, que se me acerca para felicitarme y que aprovecha para soltarme otro “¡Qué suerte!” (¡Qué sabrá ella!) Otra con lo mismo. Y ese “¡Vivan los novios!”… No puedo verlo, pero la voz resulta inconfundible; además, esa lluvia de arroz que más bien parece una lluvia de dardos… Es Juan. ¡Qué brutito! Siempre igual. Cuando éramos pequeños e íbamos a la escuela juntos, era temible. Yo con mi carácter, un poco blando, no protestaba, me las tragaba todas… ¡Y mira que me hacía perrerías! Todavía recuerdo aquella vez que, huyendo de él, perdí el zapato y me hizo ir tras él a la pata coja hasta su casa. No podía apoyar el pie en el suelo porque había llovido y todo era barro o agua. Así que el camino me pareció larguísimo. Llegué extenuada, pero tenía que recuperar mi zapato. No podía aparecer en mi casa sin él… ¡Pues menudo era mi padre! Me habría dado dos guantazos a mí, por pava, y cuatro a él, por listo. Recogí mi zapato y me fui sin rechistar. El se quedó mirándome. ¡Pobre Juan! Con el tiempo me di cuenta de que le gustaba, que estaba enamorado de mí ¡Qué lástima! Habría sido un buen marido. Pero “Nacimiento y mortaja del Cielo bajan”, tal como se dice aquí, en mi pueblo, y hoy más que nunca creo en la mucha verdad que encierra el dicho. ¡Qué mareo! ¡Más besos! ¡Y lo que me queda! Y si fueran sólo besos, achuchones, piropos… Lo peor es llevar esta máscara, este disfraz. El disfraz me lo quito dentro de unas horas que, aunque me parezcan eternas, son horas. Pero ¿y la máscara? ¿La llevaré siempre? ¿Cómo he llegado hasta aquí? ¿Por qué no he gritado? ¿Por qué no me he negado? En realidad… “¡Gracias! ¡Qué guapa vas tú también! ¿Qué tal las rosas y los huesillos?”[1] 1 . La calle parece un hormiguero. Y nunca mejor dicho: todos al azúcar… Todo debe estar muy bueno, pero yo no puedo comer nada. “¡Qué bueno está el vino!” Hoy no puedo beber, entre los nervios y la tristeza. Parece mentira que nadie se de cuenta de mi inmensa soledad, de mi enorme tristeza, de mi gran desasosiego. ¡Si pudiera desaparecer, convertirme en polvo! Pero no, soy de carne y hueso. Con lo bien que se me daba jugar al escondite. Me escondía tanto que les costaba encontrarme. Siempre me escondía sola, nunca contaba a nadie dónde me escondía. Ahora también tendré que buscar otro escondite para escaparme de todos, para quitarme la máscara un rato y poder mirarme al espejo, reconocerme, seguir siendo yo por un momento, llorar… ¿Y si dejo de ser yo y me convierto definitivamente en la que he sido durante los últimos tiempos?. La de la sonrisa permanente, la de cara de felicidad. La que siempre se muestra contenta ante todos. Y a mí ¿quién me contenta?
Soñé tanto con este día. Como todas las chicas en la adolescencia, o ya incluso durante mi niñez. Me imaginaba vestida de blanco y con una larguísima cola. Isabel tenía el vestido de su madre. Cada año su madre lo sacaba para ventilarlo y le ponía alcanfor. Claro, su madre era una mujer con dinero. Isabel siempre tuvo mucha suerte. Con una familia como la suya, con tierras, con posibles… ¡Y ahora los músicos! ¡Lo que faltaba! Ahora a pasear y a bailar todo pueblo. Vendrá mi recién estrenado marido, tan tieso él, tan resplandeciente, a darme el brazo. Lo dicho, ahí está. “¡El vestido te queda…uf…muy bien! ¡Estás muy guapa!” ¡Qué horror¡ Me ha desnudado con la mirada. Estos días, entre unas cosas y otras, no he tenido que dedicarle demasiado tiempo; pero hoy, al final de la fiesta, seré como Cenicienta, me convertiré en su criada. “¡Qué guapa¡ ¡El vestido es muy bonito!”. Me tendré que dedicar a él, a organizarle la casa, a parirle los hijos, a cocinar para los amigos… Es lo único que saca de esta alianza. Sí, lo único. Insistió tanto… Para una vez que soy dura… Ahora mi padre: “¡Viva la novia!” Y el coro: “¡Qué viva!” Y mi padre de nuevo: “¡Viva mi hija!” Y los otros: “¡Qué viva!” ¡Qué lejos estás, padre! No sé quién dijo que los padres tienen que ser los padrinos de sus hijas. Siempre has estado tan lejos. Cuántas veces envidié a los huérfanos de padre. Recuerdo el temor que despertabas en mí, siempre gritando, siempre mandando, siempre pensando en ti: la mejor carne o la única carne para ti… No recuerdo un sacrificio, y eso que en casa se han hecho a diario, pero ninguno lo has hecho tú. Míralo, tan ufano, como un pavo real por haber emparentado con alguien con posibles. Desde que llegaron a sus oídos mis tonteos con Bernardo, comenzó a tratarme de otra manera. Y cuando yo dejaba caer comentarios que indicaban que la relación no llegaría a buen fin, rápidamente él saltaba: “¿Pero tú qué esperas? Tus amigas se han casado ya todas… ¿Piensas quedarte con nosotros para vestir santos?” Estas frases me fueron calando. Vestir santos, quedarme con ellos, eran dos posibilidades tan cercanas, tan claras, tan posibles, que me arrojaron a los brazos de éste que tengo aquí, mi recién estrenado marido. Bueno, de estreno tiene poco… Claro que yo tampoco... Esto no lo tiene claro, sospecha, pero nunca se ha atrevido a preguntármelo abiertamente. Hacerlo podría haber supuesto no seguir adelante y él no quiere casarse con lo que queda por aquí. No le gustan -me consta- las otras chicas solteras que quedan en el pueblo. Buscaba, ya talludito, algo más joven que él, que fuera buena gente, nada casquivana… Allí estaba yo. Además, haciéndome la dura. ¡Qué estúpidos son los hombres! Si les amas, se asustan, huyen. Si te resistes, sacan todas sus armas, hasta convencerte. Lo que no sabe es que ser dura con él no era un fingimiento. Sería capaz de matarme si adivinara mis pensamientos. Ahí está bailando con Flora. Con qué ganas de cazarlo se ha quedado la pobre…
Pero la dureza, la reticencia, el rechazo, se acaba con la fiesta. Mañana, como muy tarde, tendrá que ocurrir aquello que temo tanto, que no me ha apetecido nunca con él. Aquello que echo tanto de menos recordando a Miguel, tan dulce, cariñoso, delicado, sensual, ardiente…Y tan cobarde y con tanto malaje… ¡Cuánto amor y cuántas lágrimas! ¡Qué engañada me tenía! De repente, desapareció… Luego supe que para casarse con su novia de toda la vida, una chica de no sé qué pueblo de Segovia... ¡Si mi recién estrenado lo supiera! O mi padre, al que no sé si le habrán llegado rumores. La Lola y la Merche seguro que han dicho sobre mí y mis salidas. Los años que viví en Madrid nos veíamos, conocían esta historia; luego, me distancié de ellas, no teníamos nada en común, ellas entraron en la ciudad, pero la ciudad no entró en ellas. “Esto está bien… esto está mal…” “Si te viera este… si te viera el otro”. Siempre estaban igual, preocupadas de lo que dijeran en el pueblo, de si cogían mala fama… “Que luego no te casas…” “Los hombre no las quieren usadas”. Estas palabras me sacaban de mis casillas. Era lo mismo que había oído a mis padres. Eran estos comentarios y actitudes de mis padres los que me empujaron a irme a la ciudad, a salir fuera… ¡Respirar…! ¡Y es que somos mujeres! En cambio, todo son alabanzas para ellos, para los don juanes… Mira el Cipri, hecho un gallito porque se lleva de calle a las muchas de los pueblos de alrededor y ahora deja a una y luego coge a otra… Don Fermín, el boticario, que se lo monta la mar de bien con la Charo, y su mujer callada como zorra al acecho. ¡Qué asco! ¡Cuánta hipocresía! Yo pensando en ellas y ahí está la Lola: ¡Qué rancia! Creo que ya tiene fecha de boda. “¡Qué vestido tan bonito Ana y qué novio te llevas!” Seguro que esto va con segundas. ¡Menuda alhaja! Pero de ahora en adelante ¿qué puedo decir yo? Al fin y al cabo, soy como ellos, con esta máscara puesta todo el día.
En la ciudad conocí a algunas chicas que habían tenido ya sus relaciones, íntimas se entiende, y sin remordimientos... Al principio, me asombraban; pensaba que todas iban a ir al infierno. ¡Qué tonta! En él vivía yo, ellas ya habían tocado el Cielo... Todavía me acuerdo de una gaditana muy salada que decía: “¿Eso…? ¡Eso es muy bueno pa’er cuerpo! ¡Chiquilla, eso é lo mejó…!” Pero a mí los remordimientos me han perseguido siempre, han obstaculizado mi “ascenso al Cielo” ¡Qué razón tenía Miguel! Y hasta ellos, los remordimientos, fueron los que me hicieron volver al pueblo… Cuando mi madre enfermó, mi hermana mayor se acababa de casar y mis dos hermanos, por ser chicos, quedaban eximidos de ayudarla, de echarle una mano. Total, como la soltera tiene la obligación de sacrificar su futuro, dejar su trabajo, volverse al pueblo… Porque lo creen todos así, hasta mis remordimientos: “¿Qué haces trabajando? Así te vas a casar tú, ja, ja… Las mujeres, con que sepáis cocinar y zurcir….” Porque los inútiles de mis hermanos, siempre loados por mi madre, no saben o no quieren hacer “cosas de mujeres”. ¡Lo que me pesa, además, es no haberme ido a Suiza!. Aunque en mi defensa tengo que admitir que no me lo habrían permitido mis padres y sin su autorización, no hubiera podido pedir el pasaporte… Por tanto, hubiera sido un esfuerzo inútil. Pero es posible que ese esfuerzo tranquilizara ahora mi conciencia. Así, poco a poco, llegó esto… Hoy, vestida de blanco, como siempre soñé. Pero también soñé que éste sería el día más dulce de mi vida y, sin embargo, es el más amargo. Soñé que un día no llevaría cadenas… ¡Uf! ¡Cuánto pesan éstas! Hoy, como nunca, resuena en mi cabeza una famosa canción de no hace tanto: “Blanca y radiante va la novia, todos creerán que es de alegría, dentro su alma está gritando…” Hoy mi corazón y mi cuerpo están en Segovia… Pero, no podía quedarme soltera. Él se casó, pues también yo…

Maribel Andrade
Rabat, 2010
(Basado en el ejercicio realizado a partir de “Comienza el desfile” de Reinaldo Arenas)

[1] Dos tipos de dulces típicos de la zona en la que sitúo la acción (La Vera-Cáceres-) y que se ofrecen en bodas, bautizos, comuniones y fiestas patronales.

TRES HISTORIAS... de SIHAM HMAMOUCHI

Historia 1
Era un día de invierno, frío, lluvioso, se percibía la humedad en el aire. Las casas desprendían humo por sus chimeneas, lo cual hacía intuir un acogedor fuego de hogar en el interior de sus salones. Yo recogía leña el jardín de mi casa para avivar el fuego de la chimenea, cuando levanté mi vista y vi cómo revoloteaban los pájaros formando círculos.
¿Qué ocurría? ¿Qué pasaba en la zona norte del bosque? No podía esperar para saberlo, así que cogí mi caballo y corrí hasta allí. Notaba cómo el viento rozaba mi rostro, el olor a tierra al pasar por los campos. Llegué adonde los pájaros indicaban, su canto era escandaloso, no podían callarse. Cuando miré a mi derecha comprendí todo: el bueno de Tom, un anciano al que todos adoraban por su buen carácter y por su simpatía había olvidado cerrar la puerta de su granero. Los animales habían encontrado y habían disfrutado de un banquete inesperado. Bajé de mi caballo, agarré la puerta enorme y gastada por los años (se notaba áspera y descuidada al contacto de mi mano) y, con firmeza aunque también con cuidado, di por concluido el festín.
Me dirigí a mi caballo y, aprovechando los últimos rayos de sol del día, volví a casa.

Historia 2
Eran días de vacaciones. Toda la familia se había reunido. Desde lejos se oían las canciones que siempre cantábamos al estar todos juntos, mi tío era quien provocaba mayormente las risas.
Antes de la comida, a mi primo se le ocurrió salir a dar un paseo y me propuso acompañarle. Nos dirigimos a por los caballos, su caballo era más joven y dócil, el mío era de raza pura. Mientras paseábamos por el bosque, de repente perdí de vista a mi primo. Me puse nerviosa y empecé a llamarle. Mis gritos debían oírse a varios kilómetros, pero él no respondía y eso me asustó como nunca llegué a imaginar que algo me asustara. Corrí con mi caballo buscándole y buscándole. Aún recuerdo el viento frío rozando mi rostro y el olor a tierra.
Por un momento, perdí la noción del tiempo… Ya no sabía cuántas horas llevaba llamándolo. Decidí que era mejor pedir ayuda y me dirigí a casa lo más rápido que pude, preocupada, nerviosa. Tenía la sensación de que los latidos de mi corazón podían escucharse a varios kilómetros, al igual que mis gritos.
Cuando ya me estaba acercando a casa, pude volver a oírles a todos cantando. Temía que les iba a estropear la fiesta cuando les contara lo ocurrido. Pero, de repente, vi algo en la puerta: ¡era él! No pude esperar, salté de mi caballo y corrí a abrazarle. Su piel me resultaba suave al contacto, tal como el terciopelo, y olía a primavera... Estaba tan contenta de verlo que sólo podía gritarle...
- Nunca más me vuelvas a asustarme así, nunca más.

Historia 3
Mi amigo Nizar había venido unos días para pasar con nosotros las vacaciones de invierno, pues formábamos un buen equipo juntos. Nizar era un amigo leal, siempre tenía una broma preparada y un buen consejo si la situación lo precisaba. Aún recuerdo su voz ronca y varonil y sus zapatos siempre desatados.
Ese día nos levantamos tarde. Habíamos estado durmiendo hasta que, con el ruido de los demás en la casa, no tuvimos más remedio que bajar a desayunar. Recuerdo perfectamente el olor de las tostadas recién hechas y la sensación al quemarme con la leche recién retirada del fuego. Me habían avisado, pero yo no había hecho caso.
Al terminar el desayuno, Nizar propuso que hiciéramos una carrera a caballo. Acepté y salimos para ir a buscar a los animales. Hacía un día crudo de invierno, pero eso no nos detuvo. Cuando llegamos al roble grande, tal y como habíamos acordado, grité que la carrera comenzaba y los dos salimos a la vez galopando. Sentía el frío viento frío rozarme el rostro, pero no podía detenerme: el que ganara se llevaría todas las miniaturas de aviones del otro. Yo no quería perder las mías. Sentía como Nizar venía unos metros detrás de mí, ya quedaba poco tramo de carrera y no podía fallar. Tenía que ganar, unos metros más y lo habría conseguido. El olor a tierra me inundaba.
Cuando vi la sombra de la señal que habíamos puesto, me di cuenta de que había ganado la carrera, paré mi caballo y vi como Nizar llegaba riendo. Él era un buen perdedor, me dio su mano en señal de felicitación, la tenía helada. Y de nuevo corriendo volvimos a casa.

Siham Hmamouchi
Rabat, abril-mayo de 2010
(Ejercicio basado en el tema de “Con los ojos cerrados” de Reinaldo Arenas)

miércoles, 29 de septiembre de 2010

“EN EL PARQUE” de LOLA VARAS RUÍZ

¡Qué bien! Hoy voy a acompañar a mi hermana mayor a un mandado. Mi hermana mayor es además la única hermana que tengo y, como es mucho más mayor que yo, la verdad es que no me hace mucho caso. Por eso me he puesto tan contenta cuando ha dicho que no le importaba que fuera con ella. A mamá parece que no le ha hecho tanta ilusión porque no ha parado de decirle que tenga cuidado conmigo, que a ver si me caigo, que a ver si me mancho, que a ver si… Y hasta se ha quedado un rato en la puerta viéndonos marchar.
Ya estamos en la calle. Hace mucho calor y no hay casi nadie. Mi hermana me lleva de la mano y por fin llegamos al parque. Aquí por lo menos hay sombra y se está fresquito pero tampoco hay gente. De repente mi hermana me suelta y ya no la veo. No veo nada, sólo plantas más altas que yo. La oigo. Me dice que tenga cuidado con un hombre porque roba niños pero yo no la veo. Tengo mucho miedo pero no quiero llorar, si lloro no volverá a llevarme con ella a ningún sitio. Ahora este parque no es mi parque de los domingos donde me columpio, juego y donde toca la banda de música. Ahora este parque me da miedo y entre las plantas veo a todos los monstruos de mis cuentos. Ahí está el lobo feroz de Caperucita Roja, la bruja mala de Blancanieves, el ogro de Hansel y Gretel, la madrastra de Cenicienta y el calvo, el calvo que roba niños y que viene hacia mí. Oigo a mi hermana, la vuelvo a oír pero no la veo, no la puedo ver. Sólo veo a ese hombre calvo que es sólo un poco más alto que las plantas que me rodean y que viene hacia mí. Ya no me importa que mi hermana no quiera llevarme más con ella. Estoy llorando, tengo miedo. Me he caído, me he manchado y cuando abro los ojos el calvo, en su silla de ruedas, está delante de mí. ¡Qué miedo tengo! No sé qué hacer y espero, espero, no me puedo mover y entonces oigo que el señor calvo me pregunta por su perrito: “¿Has visto a mi perrillo? Es un perrillo blanco”.
Y ahora, ahora aparece mi hermana. Se ríe. Lo ha visto todo y se ríe. Pero yo me he caído, me he manchado. Mamá no me va a dejar volver a salir con ella. ¡Qué pena!

María Dolores Varas Ruíz.
Rabat, mayo-junio de 2010.
(Ejercicio basado en el tema de “Con los ojos cerrados” de Reinaldo Arenas)

«VEINTE AÑOS, HIJO», BAHIA OMARI

    Lloro sin cortar cebollas, pero oigo la fluidez de las lágrimas, lágrimas por el dolor que alcanza siempre mi corazón, mi alma; un...

RECITAL 9 DE JUNIO DE 2017

RECITAL 9 DE JUNIO DE 2017
Cantando los versos de José Martí.

RECITAL 9 DE JUNIO DE 2017

RECITAL 9 DE JUNIO DE 2017
Iman y Anastasio recitando a Mario Benedetti. Mohammed a la guitarra.

RECITAL 9 DE JUNIO DE 2017

RECITAL 9 DE JUNIO DE 2017
Manal, Ahlam y Assia recitando a Oliverio Girondo.

RECITAL 9 DE JUNIO DE 2017

RECITAL 9 DE JUNIO DE 2017
Rkia recitando a Delmira Agustini

RECITAL 9 DE JUNIO DE 2017

RECITAL 9 DE JUNIO DE 2017
Bahia recitando a Alfonsina Storni.

RECITAL 9 DE JUNIO DE 2017

RECITAL 9 DE JUNIO DE 2017
Laura & Mohamed y Mohamed & Laura cantando a Alfonsina Storni.

Ensayando para el Día E junio 2015

Ensayando para el Día E junio 2015
Grupo del Taller de Lectura y escritura 2015

Recital 18 de junio de 2016

Recital 18 de junio de 2016
21.00 Instituto Cervantes de Rabat

Bahia. PUESTA EN ESCENA DE POESÍA ESPAÑOLA

Bahia. PUESTA EN ESCENA DE POESÍA ESPAÑOLA
Recital del 24 de abril de 2015

PUESTA EN ESCENA DE POESÍA ESPAÑOLA

PUESTA EN ESCENA DE POESÍA ESPAÑOLA
Viernes, 24 de abril de 2015, 19.00 -INSTITUTO CERVANTES DE RABAT -

Rkia. PUESTA EN ESCENA DE POESÍA ESPAÑOLA

Rkia. PUESTA EN ESCENA DE POESÍA ESPAÑOLA
Viernes, 24 de abril de 2015

Iman.PUESTA EN ESCENA DE POESÍA ESPAÑOLA

Iman.PUESTA EN ESCENA DE POESÍA ESPAÑOLA
Recital del 24 de abril de 2015

Abdellah. PUESTA EN ESCENA DE POESÍA ESPAÑOLA

Abdellah. PUESTA EN ESCENA DE POESÍA ESPAÑOLA
Viernes, 24 de abril de 2015

Fatima. PUESTA EN ESCENA DE POESÍA ESPAÑOLA

Fatima. PUESTA EN ESCENA DE POESÍA ESPAÑOLA
Rabat, 24 de abril de 2015.

Aïcha. PUESTA EN ESCENA DE POESÍA ESPAÑOLA

Aïcha. PUESTA EN ESCENA DE POESÍA ESPAÑOLA
Recital del 24 de abril de 2015

RECITAL 11 DE JUNIO DE 2014

RECITAL 11 DE JUNIO DE 2014
Recital "A orillas del Bu Regreg 2014"