TALLER DE ESCRITURA "A ORILLAS DEL BU REGREG" DEL INSTITUTO CERVANTES DE RABAT

Bienvenidos a «A orillas del Bu Regreg», el blog de los integrantes del Taller de lectura y escritura creativa, un curso especial que realizamos desde hace doce años en el Instituto Cervantes de Rabat (Marruecos).

En este espacio damos a conocer los cuentos, poemas y otros ejercicios de escritura que se proponen en clase y que realizan nuestros alumnos, aunque también publicamos colaboraciones de nuestros lectores.

Muchas gracias por leernos y por compartir vuestras opiniones.
Ester Rabasco Macías (profesora del Taller)

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lunes, 23 de noviembre de 2009

MIS BREVES PERO INTENSOS RECUERDOS de ABDERRAOUF SBIHI

Me acuerdo de aquel momento increíble y de mí sudando, con el corazón latiendo al ritmo de las agujas de un reloj y con el estómago encogido. Llevaba esperando aquel momento desde hacía años… Al mismo tiempo, pensé ¡con tanto orgullo! en mis padres, en mi barrio y en mi Salé, tan querida para mí. Aquel momento inolvidable quedó fijado para siempre cuando levanté, frente a los oficiales, el trofeo del trono en la liga del balonmano.

Me acuerdo del momentito en que reparé en aquella chica. No la había visto nunca antes, su rostro era muy joven y yo no tenía más de 20 años, pues apenas había empezado mis estudios en el extranjero. Ella no se dio cuenta de nada, pero para mí, con mi corazón batiendo el record de pulsaciones, sufrí un flechazo, me olvidé de todos mis proyectos de futuro y… Me acuerdo de que fui al grano… Esa muchacha es hoy la madre de mi hija.

Me acuerdo del 7 de septiembre de 1970. Ese día fue como caer en la cuneta de mi vida. Hasta entonces ésta había transcurrido en mi ciudad, animada con deportes, amigos y un gran ambiente familiar. A pesar de mis estudios, yo vivía casi en unas eternas vacaciones sin necesidad de tenerlas realmente. Además, nuestra casa estaba frente al mar y yo, entre el buen tiempo y el sonido de las olas, me sentía siempre feliz. Pero ese fatal 7 de septiembre de 1970 fue un día oscuro: yo debía irme al extranjero para estudiar y debía dejarlo todo, sobre todo a mi novia. Al llegar a mi nuevo país, el abrazo recibido fue la imagen de mi depresión bajo un cielo gris. Luego, supe que allí llovía casi todo el año, que los rostros mostraban arrugas paralelas, que los colores eran colores apagados y que la luz eléctrica siempre estaba encendia, tanto de día como de noche.

Abderraouf Sbihi. Noviembre de 2009.

ME ACUERDO DE QUE... de MARIPOSA


Me acuerdo de mi primer año en la escuela, me gustaba que me acompañara alguien porque aún no tenía amigos y no sabía el camino. Y me acuerdo de que mi primera institutriz me amaba mucho, hasta el punto de que me dejaba jugar en clase, aderezar cosas, juguetes y objetos de decoración.

Me acuerdo de que en primavera siempre íbamos de excursión por los alrededores de nuestra ciudad. La naturaleza era magnifica; el aire, puro y limpio. La vista se podía explayar y no había límites.

Me acuerdo de que me caí muchas veces en aquellas escaleras más o menos altas de nuestra antigua casa de la Medina de Fez .Gracias a Dios, jamás me ocurrió nada grave.

Me acuerdo de mi primer viaje. Fui a Casablanca en el automóvil de mi primo.

Me acuerdo de los molestos comentarios de la hija mayor de nuestros vecinos, cuando vio que el hijo de los vecinos de enfrente y yo intercambiábamos flores y hablábamos de las plantas de nuestras terrazas. Nuestras manos cruzaron la estrecha calle desde nuestras respectivas terrazas y se encontraron en la mitad del aire.

Me acuerdo de que en Ramadán había un hombre que se encargaba de despertar a la gente para que todos comieran antes del amanecer y así poder ayunar hasta el anochecer. Pasaba por las calles golpeando rítmicamente con un martillo de madera todas las puertas de las casas.

Me acuerdo de mi esperanza al nacer mi sobrino. Yo estaba detrás la puerta de la sala de partos, en el hospital. Tenía catorce años. Estaba muy contenta por poder participar llevando cosas de nuestra casa a la clínica y viceversa.

Me acuerdo de la mudanza de mi familia a Casablanca y de mis estudios secundarios allí. Me acuerdo de mis profesores, tan amables. Yo sentía verdadera adoración por ellos, hasta el punto de que, cuando tuvimos que dejar Casablanca para venirnos a vivir a Rabat, yo me negué, lloré y tuve grandes dificultades para integrarme en la nueva escuela.

Me acuerdo de la muerte de mi tía paterna. Fue el primer funeral de mi vida. No sé exactamente, pero creo que tenía alrededor de cinco años. Ella era la única de la familia que vivía en la misma ciudad que nosotros y solíamos compartir muchos momentos con ella, su marido y sus hijos.

Me acuerdo también de la muerte de mi abuelo materno. Sin embargo, esto ocurrió siete u ocho años después de la muerte de mi tía. Fue el único abuelo que yo conocí.

Me acuerdo de mi enorme tristeza y del golpe que me sobrevino cuando me anunciaron que la posesión de un coche era obligatoria para ser visitador médico. Era el primer trabajo al que me habían convocado estando yo en paro.

Me acuerdo del día en que recibí el sobre con mi primer sueldo. Era la víspera del Aid El Kebir.

Me acuerdo… me acuerdo… En verdad me acuerdo de muchos sucesos y sobre todo de grandes y pequeñas cosas que han sido trascendentales en mi vida.

Mariposa
Noviembre de 2009

RECUERDOS EN TRES INSTANTÁNEAS de SABAH MEZZOUR


Me acuerdo de la primera vez que fui a Ifran, una cuidad nevada, las montañas, el frío. Me puse un abrigo, una bufanda… Al llegar nosotros hizo un día soleado y espléndido. Lo mas cómico fue que me sacaran fotos… Yo era una auténtica chiquilla ridícula con aquella ropa, la única ridícula… Me era tan difícil subir la montaña, correr… Y aunque me enfadara con mis amigas algunas veces, realmente aquel viaje no fue tan horrible.

Me acuerdo de todos los nietos y nietas que nos reuníamos en la antigua casa de la abuela. Subíamos y bajábamos las escaleras, gritábamos… Había dos primos muy traviesos que nos impresionaban siempre con sus modos de jugar. Como en aquella ocasión… En la terraza había una gran jaula llena de palomas, de gallinas…De repente, hubo un cambio de contenido dentro la caja: los niños nos habíamos metido dentro de ésta y las palomas habían empezado a volar hacia arriba, así que finalmente, dentro, tan sólo quedamos nosotros.

Me acuerdo de un accidente muy grave que me emocionó y me causó una gran tristeza. Un día, yendo en coche, nos encontramos detrás de un vehículo que transportaba cerezas; de golpe, se oyó un gran ruido que venía de fuera de nuestro coche… Al camión se le había reventado una rueda y la escasa distancia entre los dos vehículos se convirtió en una fatal atracción. Finalmente, el camión volcó y salió disparado. Y al mismo tiempo, como por milagro, se fue alejando de nuestro coche sin rozarnos siquiera.



Sabah Mezzour
Noviembre de 2009

FRAGMENTOS DE MÍ de JOE McCARROLL


Me acuerdo de mi llegada a Rabat. La noche era muy oscura.

Me acuerdo de la mañana en Hungría en que conseguí el trabajo en Rabat.

Me acuerdo de la llamada telefónica por la que supe que había logrado mi primer trabajo profesional. Después de colgar, salté de alegría. Resulta que hay mejores lugares para eso que debajo del marco de una puerta.

Me acuerdo de mi primer vuelo. No me gustó la pasta integral la primera vez. La segunda me supo peor.

Me acuerdo de lo divertido que fue el viaje a Bali con el equipo de futbol.

Me acuerdo de mi llegada a Los Ángeles. Soldados cargados con ametralladoras se mezclaban con los recién llegados.

Me acuerdo de los meses en los Estados Unidos trabajando en una estación de esquí y viviendo en una habitación de hotel con otras nueve personas.

Me acuerdo de una noche invernal travesando el desierto de Nevada con cuatro amigos y cantando alegremente la infernal canción Sloop John B.

Me acuerdo de mi ingenuidad al llegar a México al creer que iba a poder hablar el idioma en tan sólo unos meses.

Me acuerdo de una puesta del sol en el Real Catorce, con sus dragones y colores cambiantes.

Me acuerdo de la bondad de mi profesor en México cuando acudí a la clase sintiéndome mal y con los ojos amarillos. Me llevó a su doctor. Al parecer, el mío se había equivocado en el diagnóstico.

Me acuerdo de la noche que mi padre me despertó para ver el cometa Halley. Me dijo que yo lo vería otra vez, pero que él no.

Me acuerdo del temor de mi padre el día en que me caí del guardabarros del tractor mientras él fumigaba los cultivos con insecticida. Paró el tractor justo antes de atropellarme. Me prohibió que volviera a ir con él mientas fumigaba.

Me acuerdo de mi abuelo Ken, apenas.

Me acuerdo de los desfiles de ancianos cada 25 de abril. Había algunos que, como mi tío abuelo Jack, ya no tenían brazos.

Me acuerdo de las Semanas Santas que pasábamos acampados en la orilla del río Murray con la familia y los amigos.

Me acuerdo de la noche en que me dijo mi padre que nos íbamos a mudar.
Me acuerdo de la primera noche en la nueva granja. El ruido del antiguo Molino se parecía al de un escuadrón de pterodáctilos.
Me acuerdo de aquella Nochevieja siete días después de habernos mudado. Mis padres se fueron de la fiesta sin mí.

Me acuerdo de la inyección que, entre coces, me dio mi padre en el hombro en vez de dársela al caballo.

Me acuerdo de las fotos que me tomaba cada año mi madre, junto a los lirios, el primer día del año escolar.

Me acuerdo de las mañanas en que caminábamos con mis hermanas hasta la parada del autobús escolar. Cruzábamos el campo con los pies metidos en bolsas de plástico para que no se mojaran.

Me acuerdo de las mañanas en la parada de bus jugando al tejo.

Me acuerdo de una excursión a Canberra. Yo tenía nueve años. Me enamoré locamente de una chica de la otra escuela, pero nunca tuve el coraje para hablarle.

Me acuerdo de la vergüenza que sentí un día cuando, en una clase de química en que no prestaba atención, se me salió un pedo ruidoso.

Me acuerdo del día que mis padres me dijeron que mi padre se iba a vivir a otro sitio.

Me acuerdo de los domingos de mi adolescencia. De aquellos días de cambio.

Me acuerdo de las calles de Melbourne, tan mías a las cuatro y media de la mañana.

Me acuerdo de la compra de los boletos para volver allí.

Me acuerdo de todos los yos que he sido y deseado ser.

Me acuerdo de quién seré.

Joe McCarroll, 2009

DE MIS RECUERDOS de ANA BORGES





Escuchando a Bach
Interpretado por Mª Cristina García Banegas
en los mismos órganos que el compositor tocó…


Me acuerdo del olor del dulce de guayabas de la casa de mi abuela.

Me acuerdo de largos veranos a sol y océano, de jugar mis hermanos y yo en casa de una maestra vecina y amiga, mientras esperábamos que nos acompañara a la playa. Mi madre tenía siempre algún bebé a quien atender.

Me acuerdo de que me gustaba caminar con los ojos cerrados colgada del brazo de mi abuela, en las nochecitas de invierno durante el mes del Sagrado Corazón.

Me acuerdo de que dejaba la playa para disfrutar del carnaval con la tía Taya. Esos días que dormía en su casa, ella extendía su brazo hasta mi cama para tomar mi manita entre la suya. (Ahora la comprendo bien y la recuerdo con mucho cariño).

Me acuerdo de mi padre cortando el césped en la casa de la playa. Le gustaba hacerlo; seguramente le permitía descansar la mente luego de una ardua jornada de trabajo. Me gustaba ayudarle.

Me acuerdo de la capita de lana que llevaba mi abuela para ir al jardín. Iba siempre después de comer, quitaba los yuyos de los canteros, cuidaba los narcisos, las calas y las hortensias y veía cómo estaba el guayabo.

Me acuerdo de cuando estaba en primer año de liceo, que comía de prisa para llegar antes de que salieran los de bachillerato. Quería ver a un chico alto y desgarbado, con su bufanda color bordó.

Me acuerdo del olor del viento y del mar en una esquina de la casa de la playa.

Me acuerdo de subir a los naranjos del patio de casa algunas tardes de invierno, con mis hermanos y vecinos, y de comer las naranjas hasta que la piel próxima a los labios se cuarteaba por el frío y el ácido de la fruta.

Me acuerdo de algunos días de verano en casa de mi abuela, con mis primos, que sólo cruzábamos la calle para llegar al mar, y que por las tardes íbamos a jugar entre los pinos y construíamos chozas de pinocha.

Me acuerdo de un grupo de jóvenes, teníamos una reunión semanal. Podíamos ser muy serios en nuestras tareas, pero también nos divertíamos muchísimo y compartíamos la amistad en una gran armonía.

Me acuerdo de mi abuelo materno, cuando pronunciaba palabras ininteligibles antes de comer o de conducir su coche. Más tarde me di cuenta de que eran las primeras palabras de las suras del Corán.

Me acuerdo también de mi abuela materna. Le gustaban las canzonettas italianas. También le gustaba la poesía. Un día me dictó una que escribí en un papel de color celeste.

Me acuerdo del examen de ingreso a la Facultad.

Me acuerdo de mi confidente, mi tía Esther, tan comprensiva, abierta y generosa. ¡Qué cruel es el Alzheimer!

Me acuerdo de mi primer viaje a París, de la emoción de ver tan de cerca aquello que conocía tan bien.

Me acuerdo de otros viajes a París. Me acuerdo de cuando vivía en París.

Me acuerdo de la ternura y del cariño de un niño en un año difícil de mi vida.

Me acuerdo de mis otros sobrinos, y de los cumpleaños de quince de Carolina y de Etelvina.

Me acuerdo de un taller de Literatura en Montevideo, en Punta Carretas.

Me acuerdo de la mañana en que murió Federico Fellini. Me enteré de la noticia en la radio de un taxi en Buenos Aires. Ese día iba a morir también mi padre.

Me acuerdo de caminar llorando una nochecita de invierno por la Avenida du Roule en Neuilly, cargando las bolsas de la compra de Monoprix.

Me acuerdo de nuestro caminar y de deslizarnos tomados de la mano, tú y yo, en las calles de París, un nevado mes de febrero.

Me acuerdo de mi abuelo paterno a quien no conocí personalmente, pero sí a través de mi abuela (la de la capita de lana), y a través de mi padre y de mis tíos.

Me acuerdo de Olga y Roberto y de Mecha y Carlos. Olga fue mi segunda madre.

Me acuerdo de la tarde que nos conocimos tú y yo, de la ida al cine y de que tu mano rozó tímidamente la mía.

Me acuerdo de conciertos de jazz en noches de junio en la Villa des Arts de Rabat.

Me acuerdo de unas frescas vacaciones en Deauville, de nuestros paseos por la playa y del agua helada, y del cine por las noches.

Me acuerdo de muchos días de varios veranos en Hammamet, de disfrutar juntos el mar por las mañanas, y de contemplar en un abrazo el mar plateado por la luna.

Me acuerdo de la magia de una noche de flamenco en el teatro romano de Cartago.

Me acuerdo de mucho más.

Ana Borges.
Rabat, noviembre de 2009.

domingo, 22 de noviembre de 2009

ME ACUERDO de IMAN TANOUTI

Me acuerdo de todos los momentos bonitos de la vida y de los malos también.

Me acuerdo de mi primer día en el colegio, con unas trenzas de «Pipi Langstrum», un uniforme blanco como la nieve, las medias de lana blancas y toda la curiosidad del mundo en los ojos.

Me acuerdo de Layka, mi perra. Murió a los nueve años atropellada por un coche.

Me acuerdo del ataque de risa que tuvimos mis primos y yo en el entierro de mi tío mayor, los mayores nos dejaron sin cenar ese día.

Me acuerdo de mi primer novio, del primer beso, de las primeras mentiras.

Me acuerdo de aquel día en que quedamos atrapadas mi prima y yo en el ascensor de un hotel. Yo lo superé; ella, que era mayor que yo, se ganó un castigo por salir sin permiso, pero también una recién estrenada claustrofobia.

Me acuerdo de unas inundaciones en México. Y de aquella niña atrapada debajo de los escombros, con todo el cuerpo bajo el agua, solo se le veía la cara. Suplicó durante tres días que la sacaran de allí, nadie pudo hacer nada por ella, ya el cuarto día se le agotaron las fuerzas.

Me acuerdo de mi primer pecado, pero no me apetece compartirlo.

Me acuerdo del día que lloró mi padre. Fue cuando murió su hermana gemela. No me vienen a la mente otros recuerdos de aquel día, sólo sus lágrimas y un viaje muy largo al Rif para asistir al entierro.

Me acuerdo del día que se me murió nuestro gato, era un regalo de mi padre, un siamés muy testarudo que dormía conmigo en la cama, Se dejó atrapar por el perro de un vecino. Lloré como nunca. No me acuerdo de haber llorado tanto por la pérdida de un ser humano.

Me acuerdo de mi primera menstruación, me desperté por la mañana con las sábanas manchadas. Tenía más vergüenza que miedo. Menos mal que mi madre estaba allí.

Me acuerdo de mi primer viaje sola. Me fui a Madrid a casa de unos amigos de mi padre, me regalaron un pijama de “Espinete”, un poco infantil para mi gusto y mi edad. Las excursiones culturales me parecieron muy largas y aburridas, aunque mostré lo contrario.

Me acuerdo de mi segundo viaje a Madrid a los veintitantos, con unas amigas. Madrid me resultó diferente y las excursiones culturales igual de aburridas.

Me acuerdo de la primera vez que vi un cuerpo sin vida, el del marido de mi tía. Se fue un 23 de mayo. Lo quería como a un segundo padre.

Me acuerdo del día en que mi sobrino vino al mundo. Fui la primera en tenerlo en brazos después del médico y su madre. Aquello me dio ganas de procrear. Dar la vida es, tal vez, la cosa más bonita del mundo.

Me acuerdo de mi primer día en la Facultad de Derecho. Nada del otro mundo.

Me acuerdo de mi primer cigarrillo, me acuerdo del último también, pues fue el mismo.

Me acuerdo de mi primer coche y también de mi primera multa.

Me acuerdo de la cara de orgullo que mostró mi madre el día que obtuve mi Diploma de Notario, la de mi padre no la pude ver, pues no estaba allí aquel día. Me llamó algunos meses más tarde para felicitarme.

Me acuerdo del primer cheque que recibí por mi trabajo. Mis amigas y yo lo festejamos a lo grande.

Me acuerdo y me acuerdo…

Me acuerdo de todos los momentos bonitos de la vida y de los malos también.

Iman Tanouti
Rabat, 8 de noviembre de 2009

HURGANDO, HURGANDO… de MARIBEL ANDRADE R.


Me acuerdo de ti, niñez.
Me acuerdo del tiempo lento.
Me acuerdo de la vida larga.
Me acuerdo de ti, infancia.
Me acuerdo de un vestido rosa a rayas de mi maestra de párvulos.
Me acuerdo de las cartas de mi padre, que me releían y, yo niña, llorando.

Me acuerdo de una niña en el campo.
Me acuerdo del verde del campo.
Me acuerdo del cielo de mi tierra: azul y alegre brillando.
Me acuerdo de mi bosque y los espárragos.
Me acuerdo de las encinas.
Me acuerdo de la plata del río zigzagueando.
Me acuerdo aún de más atrás, cuando la cigüeña trajo a mi hermano.
Me acuerdo de mi espera en la ventana.
Me acuerdo de mi madre: “¡Esa niña está mirando!”.
Me acuerdo de mí preguntando: “¿Por dónde entró la cigüeña? Si ya está aquí mi hermano…”
Me acuerdo aún de antes, de un barreño blanco con agua de parto y de un nuevo llanto.
Me acuerdo de mi amigo Claudio subiendo y bajando.
Me acuerdo de que el sol lo envolvía todo: mis días grises y mis días blancos.
Me acuerdo de aquellos amigos que ya se marcharon; unos definitivamente, otros porque cambiamos.
Me acuerdo de mi padre joven casi siempre malhumorado.
Me acuerdo de mi madre siempre trabajando.
Me acuerdo de mis sueños, de mis pesadillas.
Me acuerdo de mi abuela Perpe en la cama rezando.
Me acuerdo de mi abuela Perpe y del “Alcaraván”, no sabía otro cuento… ¡Cuéntelo otra vez abuela! Y otra y otra…
Me acuerdo de mis maestras.
Me acuerdo de mis escuelas.
Me acuerdo de la fragancia de las rosas en mayo con “Flores a María”.
Me acuerdo del olor a libro nuevo, que nunca he olvidado.
Me acuerdo de la felicidad que sentí con el primer libro que me regalaron, había leído muchos, pero no ninguno era mío.
Me acuerdo de la llegada de los libros a la escuela y de “El Silbo del aire”, mi primera lectura.
Me acuerdo de mi familia en las noches de invierno alrededor del la mesa camilla con su brasero, en la que casi siempre faltaba el mismo, mi padre.
Me acuerdo de mi Primera Comunión, en un mayo soleado, y de las fotos de ese día, de mi vestido largo.
Me acuerdo de mis pecados que pesaban toneladas en aquel corazoncito blanco.
Me acuerdo de los grillos, de las estrellas, en aquello cielos tan diáfanos de la Vía Láctea o del Camino de Santiago, y de las noches de verano.
Me acuerdo de las cigarras y de su canto en las siestas de verano, y del sol abrasando.
Me acuerdo de las Navidades, época de felicidad y angustia.
Me acuerdo de mi Paraíso y de su Infierno.
Me acuerdo de la primera vez que vi nevar, estaba en la calle jugando a la rayuela.
Me acuerdo de mi despedida de ese mundo y de su gente.
Me acuerdo del día en que me robaron el Paraíso y sólo me quedó el Infierno: destierro, soledad, llanto y silencio.
Me acuerdo de mi reacción: lucha.

Me acuerdo de cosas que había olvidado.

Maribel Andrade R.
Rabat, noviembre de 2009

DULCES SUEÑOS de AIXA CHERRABI


No me acuerdo de cuando, aún pequeña, me perdí en el Mellah de Rabat, pero me acuerdo de la expresión de terror de mi madre cuando me lo contaba una y otra vez.

Me acuerdo, como si fuera ayer, de los maravillosos rencuentros con mis primas en las vacaciones de verano, de la locura y el peligro de los juegos prohibidos de la infancia, de las llamadas interminables y desperadas de mi abuela.

Me acuerdo de mi primer baño en el mar y en una piscina, del choque de las olas frías y revueltas, de mis gritos de desesperación y de las carcajadas de mis compañeros.

Me acuerdo de los momentos mágicos tumbada sobre la arena fina y ardiente bajo la sombrilla, de la mirada fija en el horizonte infinito y de mi alma perdida en sueños de felicidad.

Me acuerdo de los paseos campestres en el mes de octubre, de las carreras para ver ¡quién es el primero en encontrar setas!, del perfume de la tierra mojada por el rocío del alba y de la música interminable de los zapatos sobre la alfombra de hojas secas.

Me acuerdo de las tiernas noches de invierno, cerca de la pequeña chimenea, y de la crepitación de la leña en el fuego ardiente, del acostumbrado tazón de sopa de garbanzos y de los mágicos cuentos de mi abuela.

Me acuerdo de los momentos de felicidad con la llegada de la primavera, de su magnificencia, de los gorjeos de los pájaros mientras que brincaban sobre los árboles llenos de yemas, de la maravilla y el atractivo de los campos de amapolas y de los botones de oro, de los gritos y de las risas locas de los niños corriendo en la calle bajo la lluvia.

Y con tu ausencia, madre, me acuerdo de la hermosura de tu mirada, de esos ojos tan tiernos por haber llorado tanto a escondidas, de la dulzura de tus caricias sobre mi cabeza, de tu sonrisa pueril y tímida mientras nos contábamos chistes. Y, para siempre, madre, me acuerdo de mi pena ahogada bajo los cánticos que acompañaban tu ataúd hasta el cementerio.

Pero no te vas, madre, porque me acuerdo también de la promesa que nos hicimos de seguir juntas. Y, como lo prometido es deuda, debes saber que te llevo para siempre en mis sueños. Me acuerdo de ti.

Aicha Cherrabi
5 de noviembre de 2009

MEMORIAS AUTOBIOGRÁFICAS de RKIA OKMENNI


Me acuerdo de que debía alcanzar mi oreja con mis dedos, rodeando con mi brazo mi cabeza por detrás, para poder ingresar en la escuela.

Me acuerdo de la dolorosa caída de bici y sobre todo de las risas de los niños burlándose de mí.

Me acuerdo del día en que muchas abejas picaron a mi hermano pequeño cuando fue a robar la miel de nuestros vecinos a su tejado. Tuvimos que llevarlo a Urgencias para salvarle la vida.

Me acuerdo de aquel viaje en autocar hacia el internado en el que todos los viajeros tuvimos que permanecer casi congelados dos días y dos noches en la nieve esperando las máquinas quitanieves.

Me acuerdo del día en que decidí de manera irreversible trabajar como profesora para dar lo mejor de mí misma a alumnos y alumnos a lo largo de años y años. Hasta hoy día.

Me acuerdo del vestido blanco de fiesta que cosí completamente a mano para mi hija de siete años.

Me acuerdo de la alegría que sentí el día en que mi hijo acabó el bachillerato.

Me acuerdo con gran ternura del día en que mi hija se casó.

Me acuerdo de que al querer acordarme de todo lo precedente, hubo muchos recuerdos que preferí dejar en el olvido. (Por el momento).


JUEGOS DE LA MEMORIA

Lo que fue tan importante
Perdió ya su importancia
Con el paso del tiempo
Con el olvido ayudando.


Rkia Okmenni
Rabat, 7 de noviembre de 2009


RECUERDOS de RKIA OKMENNI

ZOCO DE RECUERDOS

Sigo derrochando mis recuerdos
en el Mercado del Olvido.
Los llevo en mí,
ligeros o pesados.
Los voy dejando caer,
salvo algunos,
a lo largo del camino.


MEMORIA HERIDA

Hay recuerdos que nos duelen,
que nos hacen revivir
con regusto amargo
momentos de soledad
de dolor y sufrimiento,
de separación y de duelo.
¡Heridas de la memoria!
Sin embargo,
hay otros que nos calman
nos relajan, nos animan
a seguir adelante,
a confiar en el futuro,
a sentirnos ligeros, ebrios,
a ver la vida
de cuantiosos colores:
verde, azul, amarillo…
en cualquier sitio
y bajo cualquier cielo.


MEMORIA VIVA

Nos hace falta memoria
para los recuerdos esenciales
alegres o dolorosos de la vida
que viajan hacia el olvido.
Nos hace falta memoria
para recordar pedazos de vida
con instantes de buena suerte
y otros de peor fortuna.
Nos hace falta tanta memoria
para evocar la infancia,
la intensa adolescencia
y todo aquel pasado
más o menos lejano
de seres queridos
vivos o muertos
que un día formaron
parte de nuestras vidas.


Rkia Okmenni
Rabat, 17 de noviembre de 2009

«VEINTE AÑOS, HIJO», BAHIA OMARI

    Lloro sin cortar cebollas, pero oigo la fluidez de las lágrimas, lágrimas por el dolor que alcanza siempre mi corazón, mi alma; un...

RECITAL 9 DE JUNIO DE 2017

RECITAL 9 DE JUNIO DE 2017
Cantando los versos de José Martí.

RECITAL 9 DE JUNIO DE 2017

RECITAL 9 DE JUNIO DE 2017
Iman y Anastasio recitando a Mario Benedetti. Mohammed a la guitarra.

RECITAL 9 DE JUNIO DE 2017

RECITAL 9 DE JUNIO DE 2017
Manal, Ahlam y Assia recitando a Oliverio Girondo.

RECITAL 9 DE JUNIO DE 2017

RECITAL 9 DE JUNIO DE 2017
Rkia recitando a Delmira Agustini

RECITAL 9 DE JUNIO DE 2017

RECITAL 9 DE JUNIO DE 2017
Bahia recitando a Alfonsina Storni.

RECITAL 9 DE JUNIO DE 2017

RECITAL 9 DE JUNIO DE 2017
Laura & Mohamed y Mohamed & Laura cantando a Alfonsina Storni.

Ensayando para el Día E junio 2015

Ensayando para el Día E junio 2015
Grupo del Taller de Lectura y escritura 2015

Recital 18 de junio de 2016

Recital 18 de junio de 2016
21.00 Instituto Cervantes de Rabat

Bahia. PUESTA EN ESCENA DE POESÍA ESPAÑOLA

Bahia. PUESTA EN ESCENA DE POESÍA ESPAÑOLA
Recital del 24 de abril de 2015

PUESTA EN ESCENA DE POESÍA ESPAÑOLA

PUESTA EN ESCENA DE POESÍA ESPAÑOLA
Viernes, 24 de abril de 2015, 19.00 -INSTITUTO CERVANTES DE RABAT -

Rkia. PUESTA EN ESCENA DE POESÍA ESPAÑOLA

Rkia. PUESTA EN ESCENA DE POESÍA ESPAÑOLA
Viernes, 24 de abril de 2015

Iman.PUESTA EN ESCENA DE POESÍA ESPAÑOLA

Iman.PUESTA EN ESCENA DE POESÍA ESPAÑOLA
Recital del 24 de abril de 2015

Abdellah. PUESTA EN ESCENA DE POESÍA ESPAÑOLA

Abdellah. PUESTA EN ESCENA DE POESÍA ESPAÑOLA
Viernes, 24 de abril de 2015

Fatima. PUESTA EN ESCENA DE POESÍA ESPAÑOLA

Fatima. PUESTA EN ESCENA DE POESÍA ESPAÑOLA
Rabat, 24 de abril de 2015.

Aïcha. PUESTA EN ESCENA DE POESÍA ESPAÑOLA

Aïcha. PUESTA EN ESCENA DE POESÍA ESPAÑOLA
Recital del 24 de abril de 2015

RECITAL 11 DE JUNIO DE 2014

RECITAL 11 DE JUNIO DE 2014
Recital "A orillas del Bu Regreg 2014"