TALLER DE ESCRITURA "A ORILLAS DEL BU REGREG" DEL INSTITUTO CERVANTES DE RABAT

Bienvenidos a «A orillas del Bu Regreg», el blog de los integrantes del Taller de lectura y escritura creativa, un curso especial que realizamos desde hace doce años en el Instituto Cervantes de Rabat (Marruecos).

En este espacio damos a conocer los cuentos, poemas y otros ejercicios de escritura que se proponen en clase y que realizan nuestros alumnos, aunque también publicamos colaboraciones de nuestros lectores.

Muchas gracias por leernos y por compartir vuestras opiniones.
Ester Rabasco Macías (profesora del Taller)

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miércoles, 22 de mayo de 2019

«LA SOLIDARIDAD» DE DAVID EDWARD TIPPING


Miré el reloj que marcaba las 19.50 horas. «Aunque haya anochecido hace más de una hora, no puedo decir que sea tarde para hacer un poco de ejercicio», pensé rechazando la idea de resignarme ante la fatiga. Mi colega acababa de dejarme en la pensión en aquel, mi primer día, en esta ciudad desconocida. Y yo no había podido ausentarme de la oficina durante el día ya que las discusiones se habían prolongado desde la mañana hasta el atardecer.

Subí hasta la habitación y me cambié de ropa para ir a correr. «Unos treinta minutos, unos cinco kilómetros, un recorrido del barrio, no vale la pena llevarme el teléfono, tampoco la billetera, ya que me estorban», me dije.

Bajé a la calle y me puse a correr inicialmente a un ritmo lento con el fin de evitar los peatones que, aunque se esparcían a medida que el comercio cerraba, me impedían el paso en muchos puntos. Llegué a un sector residencial por donde no se veía a nadie caminando. Decidí seguir adelante. Volteé la cabeza para asegurarme de que recordaba el camino de regreso y me lancé por una calle desierta. Al estar bien alumbrada, no se me ocurrió la eventualidad de perderme. Y fui aumentado el ritmo de la carrera hasta llegar a una intersección con una avenida.

«¡Ya es hora, debo regresar!», a duras penas logré soltar aquellas palabras mientras recuperaba la respiración. Giré a la izquierda en la avenida con la intención de volver por una calle paralela a la que había subido. A medida que avanzaba me di cuenta de que las luces de los vehículos no seguían una línea recta. La avenida tomaba otro rumbo. Doscientos metros más adelante, aunque todavía no había visto la calle de regreso, me topé con un espacio verde que se parecía al jardín público por el que había pasado antes. «!Un atajo!»,  me dije al ingresar por el portón.

Salí por el otro lado y empecé a correr con el ánimo renovado. Sin embargo, cinco minutos más tarde, pude constatar que las fachadas de las casas eran más oscuras que las viviendas que había visto antes. Me detuve para ubicarme. En ese momento, observé unos rayos de luz que se reflejaban en las copas de los árboles. «Ah, por fin. Es la iluminación de la torre de la plaza que está cerca de mi pensión», me dije con firmeza para disipar cualquier duda mientras me dirigía hacia allá.

Unos 500 metros más adelante alcancé el origen de las luces, o sea las de un monumento que yo no recordaba. Consulté el reloj. Era las 22.15 y el zumbido constante de los carros se había reducido al sonido de un vehículo solitario que pasaba cada vez con menos frecuencia. El alumbrado se apagó. Traté de calmar mis nervios, pero mi ansiedad aumentaba a medida que los minutos avanzaban. «¿Qué puedo hacer?», me dije mientras analizaba la situación. Una luz se encendió en mi cabeza: «Arnaud está hospedado en El Mandarín. Si logro ponerme en contacto con el hotel, podré pedirle que me envíe un taxi. Seguramente, el primer vigilante que aparezca me hará el favor». Pero el primer vigilante no disponía de teléfono. El segundo disponía de un un móvil descargado y el tercero no tenía conexión a la red, y además tampoco no me comprendió.

Así que seguí caminando. «¿Adónde va esta calle? Tiene que llegar a algún sitio con vida.» Aunque buscaba levantarme el ánimo, las perspectivas de hallar una salida se oscurecían a medida que avanzaba la noche. No había otra opción que la de seguir adelante. Afortunadamente, en aquel barrio no faltaban vigilantes frente a las viviendas. Cada vez que me acercaba a uno, le preguntaba si conocía el hotel El Mandarín o una plaza en cuyo centro se elevaba una torre iluminada. Todos levantaban las cejas y me respondían con una negativa. Con el corazón palpitante y con una gran sensación de idiotez, di media vuelta porque sentía que estaba alejándome cada vez más de la civilización.

Bajé el ritmo para conservar la energía porque me di cuenta de que me había metido en una prueba de la que solamente Dios conocía el fin. Ya estaba resignado a pasar toda la noche caminando cuando discerní un letrero encendido en una ventana «Platos italianos». Al acercarme en la penumbra, logré distinguir una mesa donde dos clientes comían. «¡Está abierto! ». Me precipité a la entrada y casi arranqué la puerta. El mesero sufrió un sobresalto ante el golpe que resonó. Se giró hablando a regañadientes, pero se detuvo al ver a un tipo con una camiseta sudorosa, sobre todo por la parte de las axilas, y cuya expresión era muy parecida a la de alguien que se arrastra en un barco tras haber sido salvado de un naufragio en el mar. 

Le conté mi desdicha. Y le pedí que me dejara llamar al hotel. Dejé que sonara el timbre del teléfono hasta ocho veces. Nadie contestó. Derrotado, me senté en la silla que el mesero me había ofrecido. Estaba resuelto a pasar la noche errando por las calles cuando vi que descolgaba el teléfono. Una vez terminada la conversación, me hizo una señal y me dijo: «El taxi llega en cinco minutos, te llevo al hotel». Lo miré inquisitivamente… «¿Cómo? Es que no tengo cómo pagar al taxista». «No te preocupes por eso», me respondió al entregarme un billete que acababa de sacar de su billetera.

Quince minutos más tarde, me encontraba en el hotel. La recepcionista me pasó el teléfono tras comprobar que Arnaud estaba en su habitación. Mientras yo le explicaba por el auricular la situación a éste, una gran sensación de idiotez iba tomando forma en mi cabeza. Se consolidó cuando Arnaud me preguntó «¿Y qué quieres que haga yo?»

«He venido para que me des la dirección de mi pensión», le contesté.
«¿La dirección de tu pensión? ¿Y por qué debería saberla yo?»
«Tu secretaria me reservó la habitación. Tal vez tengas el número de teléfono»
« ¿Yo? ¿y qtengo yo que ver con esa historia?»
Y colgó.

David Tipping.
Rabat, 20 de mayo de 2019.
Inspirado en una experiencia personal.

“LADRONES DE SUEÑOS” de IMAN TANOUTI


 
Andaba aburrido, deambulando por las calles de la Avenida de los Cónsules, cuando llamó su atención una muchedumbre que empezaba a formar un círculo. Poquito a poco, los curiosos empezaron a convertirse en gentío.
Entre empujón y empujón consiguió meter la cabeza dentro del círculo. Atónito, vio a un hombre de avanzada edad, pero apuesto y con el cuerpo erguido, el pelo engominado, vestido con traje negro y una pajarita que seguramente había sido blanca en otros tiempos. En la mano sostenía una caja de cartón atada con cordeles.

¡No vendo nada!  

Repetía el hombre.

¡Señoras y señoras, yo no vendo nada, porque lo que tengo no tiene precio!

Y luego con pomposo gesto alzó la caja de cartón y la ofreció a los cielos.
Fue entonces cuando la gente empezó a apretujarse, intentando desatar ansiosamente los cordeles que ataban el misterio.
Y la caja se abrió, y de ella escaparon figuritas de celofán de colores y anudado en forma de mariposas.
Sin saber para qué servían, todos se pusieron a saltar y a apretujarse con gestos belicosos con el fin de conseguir una.

Cada figurita es un cambio de vida, un sueño conseguido, paguen lo que quieran, señoras y señores, y vean cumplirse uno de sus sueños.

Con poco convencimiento, él alcanzó a coger una figura de celofán violeta entre gritos y empujones, y le regaló al hombre unas monedas. Y digo “le regaló” porque estaba persuadido que se había dejado estafar.
Bajó corriendo por las calles de la Medina con la ilusión dibujada en la cara, cuando tropezó con los pies de un mendigo sentado en el suelo. Fue entonces cuando voló su figura de celofán por los aires y aterrizó en una alcantarilla medio abierta para terminar en los subterráneos de la vieja Medina y el sueño con ella. Pasmado, se dio la vuelta para ver si el hombre todavía estaba allí para comprarle otra, pero no había rastro de él ni de la gente que lo había rodeado hacía unos minutos.
El pobre mendigo, preocupado por ser el causante de aquella tristeza, le dijo que fuera a la Casba de los Udayas y preguntara por el mercader de sueños.
¡El sí que te puede ayudar!
Él echó a correr con ímpetu hacia el lugar indicado, y le preguntó a la primera persona con quien se topó por la cuesta de la Casba de los Udayas.
Cuando llegó al lugar que le habían indicado, llamó a la puerta del vendedor de sueños. Al cabo de unos segundos, una mujer de mirada oscura le abrió y le instó a que esperara. Salió luego un hombre fuerte y barbudo que, tras escucharlo, desapareció unos segundos para volver luego con una cinta roja en la mano.

Átate esta cinta en tu muñeca izquierda; ella te guiará hasta tu sueño.

Y después de cobrarle unas monedas, le cerró la puerta en las narices sin despedirse siquiera.
El hombre bajó por las callejuelas de la Casba de los Udayas, y en el camino, sintiendo ya gran calor y fatiga, se sentó en el café Maure a tomarse un té con menta.

¡Bonita cinta le dijo el camarero sin poder contener la risa— ¡Ya veo que eres otra víctima del vendedor de sueños!

Él empezó a correr como un endemoniado y tanto como sus piernas se lo permitieron hasta la casa del mercader de sueños, pero en vez de una puerta, se encontró con que, en su lugar, allí se alzaba una pared azul claro adornada con plantas de hierbabuena.
Se dio la vuelta, ya cabizbajo y desalentado por haber perdido todavía más monedas por perseguir un espejismo. Pero en ese momento llamó su atención una viejecita que estaba sentada a la puerta de una galería de arte. Le estaba mirando con tanta insistencia que, finalmente, se acercó a ella como hechizado y le preguntó qué vendía en su pequeña cesta.

Hierbas sagradas, para cumplir ese sueño tan deseado...
¿Y si no se cumple el sueño, viejecita?
¡Pues te calmarán el alma y te ayudaran a conciliar el sueño, que también es vital, jovencito!

No le compró a la viejecita las hierbas porque se sentía ya demasiado ridículo.
Salió de la Casba de los Udayas y caminó sin rumbo, la cabeza hecha una coctelera por el ajetreado día que había tenido. 
Sin saber cómo, se encontró de repente delante de la puerta de su casa del barrio de Océano. Al abrir la puerta sintió que pisaba algo. ¡Cuál fue su sorpresa al ver un sobre recién sellado con la suela de su zapato!
¡Había conseguido aquel puesto de trabajo que tanto esperaba!

Iman Tanouti.
Rabat, 16 de mayo de 2019.
Inspirado en el cuento “OFERTAS” de Eduardo Galeano.

«VEINTE AÑOS, HIJO», BAHIA OMARI

    Lloro sin cortar cebollas, pero oigo la fluidez de las lágrimas, lágrimas por el dolor que alcanza siempre mi corazón, mi alma; un...

RECITAL 9 DE JUNIO DE 2017

RECITAL 9 DE JUNIO DE 2017
Cantando los versos de José Martí.

RECITAL 9 DE JUNIO DE 2017

RECITAL 9 DE JUNIO DE 2017
Iman y Anastasio recitando a Mario Benedetti. Mohammed a la guitarra.

RECITAL 9 DE JUNIO DE 2017

RECITAL 9 DE JUNIO DE 2017
Manal, Ahlam y Assia recitando a Oliverio Girondo.

RECITAL 9 DE JUNIO DE 2017

RECITAL 9 DE JUNIO DE 2017
Rkia recitando a Delmira Agustini

RECITAL 9 DE JUNIO DE 2017

RECITAL 9 DE JUNIO DE 2017
Bahia recitando a Alfonsina Storni.

RECITAL 9 DE JUNIO DE 2017

RECITAL 9 DE JUNIO DE 2017
Laura & Mohamed y Mohamed & Laura cantando a Alfonsina Storni.

Ensayando para el Día E junio 2015

Ensayando para el Día E junio 2015
Grupo del Taller de Lectura y escritura 2015

Recital 18 de junio de 2016

Recital 18 de junio de 2016
21.00 Instituto Cervantes de Rabat

Bahia. PUESTA EN ESCENA DE POESÍA ESPAÑOLA

Bahia. PUESTA EN ESCENA DE POESÍA ESPAÑOLA
Recital del 24 de abril de 2015

PUESTA EN ESCENA DE POESÍA ESPAÑOLA

PUESTA EN ESCENA DE POESÍA ESPAÑOLA
Viernes, 24 de abril de 2015, 19.00 -INSTITUTO CERVANTES DE RABAT -

Rkia. PUESTA EN ESCENA DE POESÍA ESPAÑOLA

Rkia. PUESTA EN ESCENA DE POESÍA ESPAÑOLA
Viernes, 24 de abril de 2015

Iman.PUESTA EN ESCENA DE POESÍA ESPAÑOLA

Iman.PUESTA EN ESCENA DE POESÍA ESPAÑOLA
Recital del 24 de abril de 2015

Abdellah. PUESTA EN ESCENA DE POESÍA ESPAÑOLA

Abdellah. PUESTA EN ESCENA DE POESÍA ESPAÑOLA
Viernes, 24 de abril de 2015

Fatima. PUESTA EN ESCENA DE POESÍA ESPAÑOLA

Fatima. PUESTA EN ESCENA DE POESÍA ESPAÑOLA
Rabat, 24 de abril de 2015.

Aïcha. PUESTA EN ESCENA DE POESÍA ESPAÑOLA

Aïcha. PUESTA EN ESCENA DE POESÍA ESPAÑOLA
Recital del 24 de abril de 2015

RECITAL 11 DE JUNIO DE 2014

RECITAL 11 DE JUNIO DE 2014
Recital "A orillas del Bu Regreg 2014"