Me acuerdo de cómo era
Una niña
tranquila… Todos me encontraban linda. Tenía el pelo liso como los chinos y era
un poco gordita. Era muy imprudente, y también muy torpe porque se me caía todo
lo que tocaba. Pero, al menos, nadie me gritaba; al contrario, mi familia lo
encontraba muy divertido, nadie me reñía porque todos querían compensar un gran
vacío en mi vida, era su forma de hacerlo.
Me acuerdo…
… de que
me hacía preguntas sin poder preguntarles a los demás. Trataba de entender qué
le pasaba a nuestra familia. Yo la comparaba mucho con la de mis amigos.
Además, me impresionaba mucho la fuerte presencia de mi madre en mi vida
diaria; y al mismo tiempo, no podía entender las visitas cortas de mi padre
para visitarnos. Cuando lo hacía, nos sentábamos con él en el comedor, el único
lugar al que se le permitía entrar.
Me acuerdo…
… de que
siempre decía que estaba ocupado con su trabajo, por eso venía cada vez menos a
vernos a mi hermana y a mí.
Me acuerdo…
… de
que, con mi lógica de niña de cinco años, encontraba sus palabras ilógicas.
Me acuerdo…
… de que
un día vino a buscarme a la escuela. No era la costumbre, era mamá la que
siempre me esperaba a la salida. Ese día fui con él a su oficina y me aburrí
allí sentada toda la tarde. Ese día, mi madre gritó en la puerta de la escuela
y, cuando volvimos a ir, habló severamente con el personal de allí, mientras yo
todavía no entendía por qué.
Pasaba el tiempo y yo sentía cada vez más su ausencia en todas las celebraciones del fin de cada año escolar.
Me
acuerdo… de que esperaba su llamada para decirle que yo era la primera de mi clase, pero él no llamaba.
Me
acuerdo… de que cada niña pequeña con su padre en la calle me llamaba
la atención.
Y me acuerdo de que siempre hubo, hay y habrá una única palabra muy difícil para mí de pronunciar: PAPÁ….