TALLER DE ESCRITURA "A ORILLAS DEL BU REGREG" DEL INSTITUTO CERVANTES DE RABAT

Bienvenidos a «A orillas del Bu Regreg», el blog de los integrantes del Taller de lectura y escritura creativa, un curso especial que realizamos desde hace doce años en el Instituto Cervantes de Rabat (Marruecos).

En este espacio damos a conocer los cuentos, poemas y otros ejercicios de escritura que se proponen en clase y que realizan nuestros alumnos, aunque también publicamos colaboraciones de nuestros lectores.

Muchas gracias por leernos y por compartir vuestras opiniones.
Ester Rabasco Macías (profesora del Taller)

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jueves, 28 de julio de 2011

“UN PATITO FEO” de ABDELLAH EL HASSOUNI



Miércoles, 16 de julio
Hoy ha sido mi primer día de vacaciones y me he dedicado a redescubrir estos lugares, aunque hace ya algunos años que frecuentamos este pequeño pueblo de pescadores del norte perdido entre vientos y dunas. Un paraíso relativamente frío e inaccesible para muchos, salvo para algunas familias como la nuestra, gente con modestos medios financieros.
En un momento dado, de lejos, he divisado sombras de muchachos y siluetas de chicas casi idénticas a las del año pasado. Se diría que jamás se fueron de estas orillas. Sin embargo, ciertas chicas enseguida me han hecho pensar que crecen más rápido que nosotros, los chicos. Algunos bellos e imponentes pechos habrán hecho su aparición en menos de diez meses; los de Dounia, del B-14, son impresionantes. No podía detenerme porque debía continuar mi peregrinación, mi paseo hasta el puente que domina el túnel de los carriles, así que me he contentado con un simple gesto de mano o con un asentimiento de cabeza, a veces acompañado por una sonrisa. Nadie se ha atrevido a importunarme; ¡Todos me han reconocido!
Jueves, 17 de julio
Al salir esta mañana, he visto que estaba allí. Se imponía a mi vista. Pedaleaba a toda velocidad multiplicando sus vueltas delante de la cabañita C7, situada justo a la izquierda de la nuestra. A primera vista pensé que era un chico: un cuerpo robusto coronado de una cabellera corta, abundante y mal peinada. Pero las pequeñas puntas de sus pezones, que apenas confirmaban su presencia a través de la camiseta metida en unos pantalones anchos y negros y que no dejaban divisar nada, me han hecho cambiar de opinión. Es normal, yo que fui alimentado sólo con leche en polvo, siempre he sentido una gran debilidad por las tetas de todo género. De repente, se ha parado, me ha lanzado una mirada penetrante, sin que su cara pálida transparentara la menor intención. Yo la he saludado apresuradamente y he apretado el paso para alejarme lo máximo posible. Sin embargo, cuando he vuelto, todavía estaba fuera, sola, sentada en los peldaños de la puerta de la entrada. Con una voz clara y segura, me ha propuesto hacer una excursión en bicicleta mañana a primera hora. A guisa de respuesta yo simplemente he asentido. ¡Esta chiquilla es una atrevida! A la hora de la cena he anunciado a mis familiares mi intención de no acompañarlos mañana a la playa. Se lo han tomado bastante mal, pero esto no podía cambiar en nada mis proyectos. ¡Además, son ellos quienes han insistido para que yo les acompañe a este hoyo perdido!
Viernes, 18 de julio
Hemos pasado juntos casi todo el día. Esta chica es dura, pedalea como un jefe, no tiene miedo de los cangrejos ni de los escorpiones, decide lo que hay que hacer y lo que no, e incluso habla por los dos. Aunque su compañía no me resulta repulsiva, tampoco me es molesta. Me siento más bien cómodo con esta criatura mediochico-mediochica que se llama Leila. Por primera vez en mi vida he conseguido tener un amigo a mi gusto: "un buen amigo con un par de bellas tetas".
Mañana, le enseñaré mis lugares preferidos, la gruta y el puente, mi escondite y mi observatorio.
Sábado, 19 de julio
Le ha encantado la gruta. No ha parado de gritar, de emitir sonidos agudos, lo cual realmente me ha agotado. Pero no me he atrevido a decirle nada. Me he quedado fascinado ante su energía, su entusiasmo.
Domingo, 20 de julio
Los he acompañado a la playa. Leila no estaba allí y yo lo sabía. Ha soltado el pretexto de que no le gusta bañarse. Esto a mí me ha ido muy bien, dado que no quiero que me vea en bañador. En la playa estaba todo el mundo, los míos y los otros: los chicos que exhiben sus recientes músculos o los ya más esculpidos y las chicas que deambulan en biquini y que enarbolan sus pechos a menudo hinchados con pañuelos de papel. Se exhiben como pavos. Se trata de esas chicas que tienen el don innato del talento teatral y que siempre creen estar sobre las tablas.
Con todo mi temor y bajo el peso de familiares miradas, me he puesto el bañador, un modelo muy ancho y nada estrecho, no uno de los que se adhieren a las nalgas. Jamás me ha gustado mostrarme en cueros, ni siquiera en bañador, y eso lo sufro desde mis visitas obligatorias al hammam todos los jueves por la tarde o a primera hora de los viernes. Durante esa hora de lavado, de limpieza, la visión de los cuerpos desnudos casi me ofusca, me repugna o me aterroriza. Se ve carne humana por todas partes y bajo todas sus formas: floja y colgante, musculosa y firme, blanca y nívea, crema chocolate o negra ébano, arrugada y marchita, fresca y tierna y la hay para todos los gustos. Bajo la luz débil del hammam, muchos se pavonean, ejecutan idas y vueltas frecuentes, casi desfilan. El denso vapor del agua devuelve los lugares brumosos y les da un aspecto misterioso y enigmático. Además, yo por razones independientes a mi voluntad, siempre he mirado de reojo hacia un lugar muy preciso que mi abuela siempre me había prohibido nombrar. Las palabras de “tienes un verdadero pajarito, querido mío" que me había dicho un día nuestro masajista del hammam sonaban y resonaban ininterrumpidamente en mi cabeza. Estoy persuadido de que debió de decir la verdad ya que veía y hasta quizás palpaba un gran número cada día. Estaba ya claro que el mío jamás sería como el de esos chicos que lo exhiben como una joya o como una decoración de lujo. Por esta causa, detesto, odio la desnudez, las playas y el hammam. ¡Las duchas son tan buenas…!
Lunes, 21 de julio
Esta mañana todas las radios han anunciado que Neil Armstrong ha sido el primer hombre que ha pisado el suelo lunar. Nosotros hemos decidido ir a pisar una vez más las rocas puntiagudas de la gruta. Ella todavía sigue con el mismo dinamismo, la misma actividad desbordante. Y se ha presentado toda exaltada, con un cangrejo enorme en la mano. Era tan grueso que se movía lentamente. Lo ha bautizado con el nombre de Tabouz. Lo soltaba, lo rodeaba corriendo, lo cogía emitiendo gritos estridentes por temor a que le pellizcara los dedos. Por la tarde y antes de volver, lo ha liberado a condición de que vuelva. Ella está persuadida de que él va a cumplir su promesa y que lo encontrará allí cuando regrese.
Martes, 22 de julio
¡Ayer no conseguí dormirme fácilmente! No sé si a causa de sus gritos, que yo continuaba oyendo, o por el hecho de no poder dejar de pensar en ella. Guardé grabada en mi memoria su imagen… Está de perfil acurrucada sobre la grieta en donde se ha refugiado Tabouz. Su camisa queda colgada, aunque no asoman sus pechos. No tiene una cara tan repulsiva como pensaba. Además, tiene los labios muy carnosos, gruesos, pulposos, henchidos de carne roja, de un rojo muy natural, aunque tal vez sea debido al esfuerzo o al calor, no sé. Me he acostumbrado a verlos vibrar mientras me da órdenes, pero no de ese modo, precisamente entreabiertos y calmados. Así que ayer encontré otra parte de su cuerpo que hay que devorar con la mirada…
Hasta mi habitación y desde el primer piso, sonaron luego otros gritos, los de mi padre, que también lograron ensordecer mis oídos. Lo imaginé fácilmente practicando su deporte favorito: tratar de perezosos, de incompetentes y haciendo uso de todos los nombres de aves que conoce, a todos los jugadores del partido que estaba viendo. Adora todos los deportes colectivos, desde el waterpolo hasta el críquet, con una preferencia evidente por el fútbol. Conoce los nombres, los logros y las historias de cada uno de sus jugadores. Yo no comparto sus preferencias. Para mí, sólo el deporte individual tiene un sentido. Es estúpido y anormal depender de las competencias y hechos de los demás. En el tenis, por ejemplo, el jugador se halla solo frente a su adversario y no puede felicitarle ni reprocharle a nadie nada de lo que haga. A nadie, excepto a sí mismo.
Hoy no he visto a Leila; ha desaparecido sin avisarme. ¡Mis sentimientos, sin embargo, poseen ciertos matices…! Me gusta estar con ella, pero por otra parte siento que soy su prisionero y que ella es mi verdugo. A decir verdad, si no tengo en cuenta estas cosas, me agarro a ella como el náufrago al único madero que flota. Se ha convertido en un abrigo, un refugio, en la isla de este náufrago. Creo que no puedo evitar nada de lo que me pasa. ¡Qué sentimiento de impotencia! ¿Pero qué puedo hacer yo solo? Hoy no he sabido qué hacer con mi propio tiempo.
Miércoles, 23 de julio
Esta mañana he salido a la calle antes que ella, mucho antes. Ella verdaderamente ha tardado en salir y yo, me he quedado allí, plantado como un poste, sufriendo la mirada burlona de los míos, que se iban a la playa. Pero su comportamiento no me ha afectado en nada, ni siquiera por lo que respecta a mi padre… Sé que a su vuelta me reñirá con algunas palabras combinadas con gestos desordenados de brazos, y que luego, como de costumbre, se zambullirá en su butaca frente a la televisión e inundará la pantalla con sus escupitajos e injurias.
Siempre he sabido que no me parecía a los míos, a nadie, tampoco a los jóvenes de mi edad, ni a los mayores ni a los viejos. Sin embargo, Leila y yo nos parecemos. Por lo menos, en el hecho de no querer a la muchedumbre, de preferir las cosas simples y agradables como la naturaleza, la gruta e incluso Tabouz, ese cangrejo feo con una pinza y media.
Sobre las once, su carita hace una breve aparición para decirme que ayer acompañó a los suyos a pasar todo el día en la granja de un primo paterno y que habían vuelto bastante tarde y que además había tenido que cuidar de su hermanita, pues había llegado con algo de fiebre.
Está claro que los viejos siempre nos explotan, a nosotros los jóvenes: una chica de apenas de trece años, obligada a hacer de canguro gratuitamente y contra su voluntad. ¡Qué injusticia!
Jueves, 24 de julio
Ayer por la noche nos vengamos de nuestros viejos: nos quedamos hasta bastante tarde en la velada del baile organizada en la playa alrededor de una hoguera. No bailamos, más bien miramos a los demás hacerlo. Pero también nos alejamos rápidamente para dar un largo paseo a orillas del mar. El cielo estaba bien estrellado con una luna casi llena. Ella no se dio cuenta de que, allí arriba, entre los astros, había un hombre paseando arriba y abajo.
Durante nuestra caminata, me fue tomando del brazo o del codo. De vez en cuando, su índice se abrazaba al mío. Yo no dejaba de pensar en sus labios ni en sus pechos. Desgraciadamente no podía verlos: caminaban junto a mí. El sentimiento de privación es todavía más fuerte cuando lo que deseamos se encuentra al alcance de nuestra mano.
Viernes, 25 de julio
Esta muchacha es algo asombroso: su comportamiento me fascina, me atrae y al mismo tiempo su aspecto físico refrena mi ahogo. Aunque con ella no siento pasar los días…
Sábado, 26 de julio
No hay nada que anotar hoy. Ha sido simplemente un día largo, largo. Tanto, que me ha parecido una eternidad. Había que celebrar en familia el cumpleaños de mi hermanita. No me gustan estas celebraciones, no me gustan las reuniones familiares. ¡No pensaba estar tan descontento por pasar sólo un día sin verla! Es curioso, con ella me siento dos y con todos los míos a mí alrededor, me siento uno, únicamente uno. Creo que, para mí, Leila es una modesta locura.
Domingo, 27 de julio
Ahora sé que me gusta, que la quiero. Deseo besar sus labios pulposos, sus gruesos labios. Lo sé, estoy seguro de lo que siento. Pero ¿cómo decirle que me atrae, susurrarle al oído que me gustaría tenerla entre mis brazos? Verdaderamente no sé cómo hacerlo. No encuentro en mi memoria ninguna referencia que pueda ser útil para mí. ¡Recitarle uno de los poemas que hemos estudiado este curso puede provocarle la misma impresión que un plato recalentado! No puedo tampoco decirle que es mi alba, mi sol, mi luz. ¡Esto sonaría desafinado! Además, en todo lo que ya he podido leer, jamás he encontrado una declaración de amor dirigida a una chica que no es bella. Por otra parte, no pienso que haya unas palabras específicas para este caso. Todas las musas de poetas o de hombres de letras tienen algo magnífico o su aspecto es maravilloso. ¡Probablemente las feas no tienen derecho a una declaración de amor! ¡Eso explica que no haya ni una sola declaración famosa a una mujer poco agraciada! Y yo que tengo el don de encapricharme de las feas… Porque no es la primera vez que esto me pasa. No creo que yo las atraiga, más bien son ellas las que me fascinan a mí. A menudo, he oído a mi abuela repetir una y otra vez: "Que dios nos dé la suerte de las feas".
¡Mañana iré a la biblioteca del centro y buscaré en las colecciones de poesía y espero encontrar algunas frases que impacten! ¡Y, aunque no encuentre, qué más da…! ¡Sé que, independientemente de lo que se diga, todo lo que se hace es pura comedia!
Lunes, 28 de julio
Al despertarme esta mañana, todavía he sentido el gusto de mi sueño, el gusto de esos labios carnosos, lo cual me ha arrojado en su búsqueda. Olvidada la decisión de ir a la biblioteca municipal, olvidada la investigación de un buen discurso, abro los brazos a la improvisación y la espontaneidad. Me quedan sólo dos breves días para regresar a la cotidianeidad.
Hoy me he levantado decidido a decirle y decirle todo lo que pienso, describirle todo lo que siento. ¡Estaba realmente decidido a ser ingenioso, espontáneo y sincero! ¡Y que viniera lo que fuera…! Sin embargo, una vez delante de ella, el coraje se ha disipado, la espontaneidad se ha derretido y la improvisación no ha encontrado el camino. ¡Qué se le va a hacer! Seré un cobarde más en este mundo... La vida me parece verdaderamente injusta. Es mi abuelo el único que tiene la audacia de decir todo lo que quiere y delante de cualquiera, aunque en realidad suelte muchas cosas sin pensar. Y soy yo el que siempre lo piensa todo, quien traza toda una red de planes para, al final, no poder sacar la menor palabra de mi boca. Entre nosotros dos, está mi padre, que piensa de vez en cuando, habla periódicamente y a menudo insulta.
Confirmo que el tiempo no arregla a las cosas.
Martes, 29 de julio
Se han acabado las vacaciones. Mañana al amanecer retomaremos el camino de vuelta y no será cuestión de desvelarse ni de ponerse un bañador. Leila se irá también, creyendo que quizás tengamos la posibilidad de volver a vernos el verano próximo o que quizás no… ¿Qué importancia tiene ya? Nos hemos visto, puede ser que hasta nos hemos querido y ahora cada uno retoma su camino, lejos del otro.
Ayer por la tarde, de pie, delante de la escalinata de su cabañita, nos dijimos adiós. Me quedé plantado una vez más, como una farola, diciéndome a mí mismo que, si hubiera podido hablarle, la hubiera cubierto de promesas. Ella me miró fijamente, me sonrió y me besó tiernamente. El sabor de sus labios supera el del sueño. Y luego la vi desaparecer por detrás de la puerta. Delante de mi espejo, me insulté largamente, inspirándome en el peculiar vocabulario de mi padre.


Abdellah El Hassouni
Rabat, 11 de mayo 2011
Tarea de escritura basada en «Escribir un cuento imitando la estructura del diario íntimo de un personaje».
Tarea propuesta a partir de la lectura de La tregua de Mario Benedetti.

jueves, 21 de julio de 2011

"DIARIOS DE UN NOVATO" de ABDELLAH EL HASSOUNI

   Lunes, 4 de enero

   Al aproximarse el día de hoy, mi impaciencia tenía a su igual sólo en mi temor. Pero al final, todo se ha reducido a una gran curiosidad, la mayor de mis debilidades. De pie, en el centro de esta gran oficina, nosotros, los tres recién llegados, parecemos tres alumnos que esperan el castigo de su maestro de escuela. Alrededor de nosotros, los muebles claman su desgaste y el olor de tinta que expelen las pilas de papeles amarillentos y que llegan casi hasta el tejado, traduce la edad avanzada de los lugares. ¡Un lugar siniestro en el cual deberemos pasar gran parte de nuestra vida activa!
   Delante de nosotros, y en medio de una cabeza desguarnecida, dos pequeños ojos brillantes nos miran de arriba abajo, de abajo arriba, nos escudriñan, nos hablan sin decirnos una palabra. Tengo la impresión de que me quitan una a una todas las prendas de ropa que yo he escogido con tanto cuidado para este día tan especial. Al cabo de un rato, que me ha parecido una eternidad, los labios toman el relevo y empiezan a recitarnos un discurso sobre el recubrimiento, los gastos, los ingresos, los libros de mercaderías y, sobre todo, las cifras y diferencias, cualquier pequeña diferencia por minúscula y viciosa que sea. Esos céntimos se esconden por aquí o por allá, o tal vez en otro lugar. Y nosotros, la horda infatigable, tendremos el privilegio de perseguirlos incansablemente. ¡Qué bello programa! Imagino que tras el estallido del grito glorioso de "los he encontrado", esos "ojos" van a sonreír y a gratificar al feliz cazador con una mirada de satisfacción, la recompensa última. Los demás deberán esperar la próxima batida para obtener una nueva posibilidad y se contentarán con la esperanza de llegar a conseguir esa mirada de satisfacción en un futuro cercano.
   Este discurso de bienvenida es irritante, desmotivador, fastidioso. Siento cómo me entran unas ganas locas de sacarle la lengua y de irme lo más lejos posible. Pero no lo haré. No me gustaría ir a suplicar un sueldo de fin de mes como un perro de carrera tras un cebo.
   Antes de cruzarme con esta mirada reductora, que se fija cada vez en una parte diferente de mi anatomía, no podía imaginar que los céntimos, las cifras, pudieran llegar a ser tan nocivos, tan perjudiciales. Por encima de esos ojos, hace su aparición un desierto casi perfecto, sin tan siquiera un solo cabello ni una cana. Yo vuelvo a pasar mis dedos por mi densa cabellera con el fin de tranquilizarla y de tranquilizarme y para saber que todavía sigue allí. Pero, de hecho, ¿al cabo de cuánto tiempo perdió él la suya? Apuesto a que fue un proceso bastante rápido...
   Aunque debe ser todavía capaz de alcanzar con cierta facilidad los cordones de sus zapatos, debe encontrar el invierno más frío, el verano más caliente y debe temer las corrientes de aire. No me lo imagino sentado en una terraza de los cafés del centro, sino más bien desparramado en una butaca del interior y pegado al cristal de la ventana, soñando con unas piernas lindas o con traseros abombados.
   Y sobre todo sospecho lo que este veterano debe decirse a sí mismo mientras nos observa: ¿Por qué los empleados son más jóvenes de lo que lo eran cuando yo tenía su edad? Definitivamente, me digo, debe ser un envidioso.

Abdellah El Hassouni
Rabat, 22 de marzo de 2011
Ejercicio basado en “describir en primera o tercera persona el primer día de trabajo de un personaje imaginario”. Actividad propuesta a partir de la lectura de La tregua de Mario Benedetti.

miércoles, 20 de julio de 2011

“EL GORILA” de ABDELLAH EL HASSOUNI

   Su cabeza flotaba por encima de la marea humana que se contoneaba en los pasillos atestados de ese viejo exhibicionista de animales, el zoo municipal. No se extendía sólo verticalmente hacia arriba, sino también horizontalmente a lo amplio; una anchura rellenita que lo hacía parecerse a una mujer al principio de un embarazo. A ojos vistas, la masa muscular que era causa de su reputación se había derretido y sus pectorales imitaban un baile de pechos en desamparo. Me miraba sonriendo, como si la sonrisa se le hubiera parado hacia una eternidad, en los labios. No sabía a qué categoría de sonrisa debía atribuir esa demostración de blancura de dientes: ¿Una manera de hacerse perdonar, una inquietud dictada por una ausencia de destreza o una afirmación de estupidez extrema? Yo me fijaba en su mirada y sentía sus ojos marrones claros como dos tenazas enormes de las que era imposible escapar. Fui arrinconado sin ninguna salida posible. Entonces le devolví la sonrisa con otra tan estúpida y tan indecisa como la suya. Nuestro contacto fue frío, glacial; apenas algunas palabras vagas de cortesía que encontraron difícilmente su camino hacia la salida, la boca, y que se volvían casi inaudibles con el jaleo de preguntas de los dos niños que nos acompañaban:
   - ¿Quién es? ¿Quién es?
   Al niño de mis ojos, a mi nieto querido, debí mentirle. Tenía que haberle dicho que “es un antiguo amigo al que le había perdido la pista desde la universidad” en lugar de gritarle muy alto y muy fuerte que “es un viejo gilipollas que me birló a la más bella de las mujeres hace ya una treintena de años”. Él se quedó con la boca abierta, como si acabara de descubrir que la Tierra era redonda y no llana. Finalmente emitió algunos sonidos, que una vez decodificados me revelaron que el niño que lo acompañaba era fruto de su último matrimonio. Nada asombroso, pues yo ya estaba seguro entonces de que no había ninguna chica que pudiera aguantar demasiado tiempo a ese energúmeno y que todas debían pensar que “las apariencias y el fondo de una persona son dos cosas que no siempre van unidas”. No quería plantearle la pregunta que probablemente esperaba "¿Cuánto tiempo hace que te separaste de Rita?”. La que él no podía adivinar era la que me habría interesado mucho más y que me quemaba los labios "¿Cómo pudiste llegar a seducirla?". Yo tenía claro que ambos eran realmente uno lo contrario del otro. Ella era bella, endeble, delicada, frágil, una brisa marítima, el rocío del alba, un brote de primavera, un pétalo de rosa. Él era una montaña de músculos, una calabaza sobre un poste en movimiento, un bisonte levantado sobre las patas traseras. Y no se diferían solamente por el físico, sino que también por el carácter. Rita, y a pesar de la debilidad aparente de su pequeño cuerpo, era la personificación de la vitalidad y del vigor; contrariamente a él, que se entusiasmaba sólo con el esfuerzo físico durante las sesiones de entrenamiento. Aparte de eso, él no poseía energía alguna; su espíritu era de una pasividad ejemplar. Probablemente quería mantenerlo fresco y disponible para días mejores (la mejor prueba que tengo de ello es que jamás supo cómo hacer trampas con las cartas). A decir verdad, ella era un volcán y él jugaba a ser bombero; ella era un torrente y él una roca sólida sobre la cual podía romperse hasta el aburrimiento.
   Él era una verdadera roca y permanecería como tal. Mis frases cortas y mis tímidas tentativas para huir de él no fueron de ninguna utilidad, sobre todo porque los dos críos sintieron de inmediato una mutua simpatía. Entonces, arrastrando yo mi contrariado corazón y a mi nieto con la mirada, habíamos apretado el paso hasta la gran reja, la de la jaula del gorila. Este, sentando en el fondo de su jaula, fláccido, con los brazos echados sobre los lados, paseaba sus ojos sobre la muchedumbre habladora que se aglutinaba contra la reja. Era una mirada cansada, hastiada. Sin embargo, me pareció detectar una pequeña luz en sus ojos cuando percibió a mi acompañante. ¡Probablemente había reconocido en él a un miembro de su familia! Luego, toda la mañana, mariposeamos según el deseo de los dos chiquillos, de jaula en jaula, de cerca en cerca y de estanque en estanque. Y al final conseguimos visitar a toda la familia de mi indeseable "viejo amigo": los leones machistas que explotan despóticamente a sus hembras, las bellas ovejas que siguen a un cordero cobarde, las bobas avestruces, los cuervos de andares torpes, los parlanchines guacamayos carentes de auditorio. ¡Y el resto de familiares que pasaré de describir…!.
   Durante el almuerzo, sentados bajo una enorme buganvilla de un rojo muy vivo, frente al lago de los cisnes, me dediqué a contemplar su voraz mandíbula en acción. Entre bocado y bocado se lanzó a describir detalladamente, a imitación de sus primos los guacamayos, su carrera militar en el frente del sur. Él estaba orgulloso de sus hazañas, de sus batallas, de sus matanzas. Parecía no tener remordimiento ni escrúpulos y, en su boca, quitar la vida a otros parecía ser un acto anodino. Utilizaba expresiones y adjetivos que llegaron a dejarme sin respiración: “Teníamos que meternos entre los cadáveres y los restos humanos humeantes para acuchillar a los supervivientes. No debíamos devolverlos, ni dejarlos vivos”, “Ya sabes: los muertos ya nunca pueden perjudicarte, en cambio los vivos…”, “Y con un buen golpe de culata en la espalda acabé con él…", "¿Pero usted se da cuenta de lo que supone para nosotros ganar una guerra? No hay otra solución que no sea la más radical", "Con las nuevas bombas, que alcanzaban grandes distancias, teníamos la ventaja de dejarlos bien calcinados", "La guerra no es un juego de niños", "El viejo eslogan de «la libertad está en la punta del fusil» es y será siempre actual", etc. En un determinado momento, simplemente le dije “Pare, hágame el favor de callarse”, y no añadí la más mínima palabra. Pero él siguió chorreando frases sin fin para explicar tonterías o no explicar nada: "Si usted mata a un hombre, será condenado pero yo, cuando mato, cuanto más mato, me vuelvo más y más héroe. Además, no veo ni conozco a quienes mato. Aunque, a veces, incluso ni sé por qué los mato…". Ambos estábamos muy lejos el uno del otro, como siempre estuvimos. Y mientras hablaba, escuché cómo los cisnes se deslizaban en silencio sobre el liso rostro del lago, tan escaso de arrugas. Tuve la seguridad de que me mataría si nos enfrentáramos en un campo de batalla. Hasta me pareció escuchar los silbidos de las balas emergiendo de su metralleta. Esa sola imagen hizo que me estremeciera.
   Su discurso era un delirio, fruto de la excitación de un hombre que tenía un cerebro tan minúsculo como su pensión de pobre militar. Entonces, recurrí otra vez a la mentira, a la hipocresía social, a la necesidad de la frase desproporcionada y, antes de huir lo más lejos posible, le solté una de las excusas habituales. ¡Que pesadilla!
   Decididamente odio a los animales.

Abdallah El Hassouni
Rabat, 9 de julio de 2011
Tarea basada en el ejercicio «Reencuentro con un personaje del pasado»

martes, 19 de julio de 2011

“LA FAROLA” de MARIBEL ANDRADE



Cuando llega la noche y me meto en la cama, siempre tan cansada como hoy, no puedo evitar pensar en la suerte que tengo al poder tenderme en ella y acomodar mis cansados huesos después de una tibia ducha. Ha sido un día duro. Tras la ardua búsqueda, tras llamar a tantas puertas, agotada, recorriendo la ciudad desde la mañana hasta la noche, en metro, en autobuses, y cansada de oír «Lo siento, ya está ocupado el puesto» o «Su currículum es estupendo, pero...»
   Tan pocas ofertas y tanta gente parecían golosinas a la salida de un colegio. Las puertas se cerraban una tras otras. ¡Nunca conseguiría un nuevo empleo! Dos sentimientos estrangulaban mi garganta: la desesperación y la ansiedad. El aire me faltaba por minutos. ¡Necesitaba un trabajo! ¡Tanto dependía de él! Por fin, una puerta se abrió, el puesto no estaba ocupado, ni había ningún “pero…” ¡Empezaría esa misma tarde! Sólo tenía el tiempo justo para comerme un bocadillo en el bar más cercano... Rellené a toda prisa los papeles, deseando salir a la calle para gritar y saltar. Dicho y hecho, me puse a saltar y saltar y saltar como una posesa. En cada salto, subía más y más. De repente, me quedé enganchada en una farola altísima. Comencé a gritar, pero con el ruido de los coches, las bocinas, la gente, nadie me oía. Gritaba y pataleaba, pero era inútil, el tiempo pasaba y nadie me veía… Si no llegaba a tiempo, perdería el trabajo. Pero nadie miraba hacia arriba. ¡Dios mío! Meses matándome, buscando un trabajo y ahora lo pierdo así, de esta manera tan absurda. Todo era absurdo: mi vida era absurda, era absurdo estar colgada de una farola y que nadie me viera. Así, sin más, me quedaría sin mi casa; por una estupidez no iba a poder pagar el embargo. Una sirena comenzó a sonar…
   ¡El despertador no perdona!


Maribel Andrade
Rabat, mayo de 2011.
Ejercicio basado en “Contar el primer día de trabajo de un personaje imaginario, en primera o tercera persona” a partir de “La tregua”, de Mario Benedetti.

"LA AURORA DE RABAT" de MARYAM BENCHEKROUN


La aurora de Rabat
viste de un blanco ofuscador,
con una capa que avergüenza
a los rayos del sol.

Con su respiración,
el Bu Regreg se muestra indagador…
Los primeros que salen se tranquilizan:
de sequía sus ojos no sufrirán,
sus labios correrán saturados de humedad
y de rosa sus pómulos se teñirán.

La aurora de Rabat
viste de un blanco ofuscador
y bajo la niebla batalla su bello resplandor.

Maryam Benchekroun
Rabat, enero de 2011
Ejercicio basado en «“La aurora” de Poeta en Nueva York de Federico García Lorca»

"NIÑA Y POEMAS" (guaroj) de ANA BORGES


La niña que llorar quiere
porque perdió su muñeca
su preferido juguete
se consuela con poemas.
Recita y lee, lee y canta,
el llanto se calma y era
eco de un dolor dormido.
El dolor sentido espera.
La niña que llorar quiere
se consuela con poemas.

Ana Borges.
Pinares, abril de 2011
Ejercicio de “guaroj”*del Taller Literario del Profesor Nelso Guerra en la Casa de la Cultura de Maldonado, Uruguay.
* GUAROJ: género creado por el Prof. Nelson GUERRA. Es un poema de diez versos octosílabos. “Guaroj” significa “Diez” en lengua charrúa.

"VUELVE" de ANA BORGES

Rostro lindo mirándome te callas
te callas bajando tu mirada,
tu mirada se pierde en la memoria
recordarte me alivia enormemente.
Vuelve ya, no quisiera lastimarte.

Ana Borges.
Pinares, mayo de 2011
Ejercicio de “endecasílabo heroico” del Taller Literario del Profesor Nelso Guerra en la Casa de la Cultura de Maldonado, Uruguay.

"MARE NOSTRUM"(Guaroj) de ANA BORGES

Ay, mar mediterráneo,
mare nostrum que te quieren,
pueblos por ti navegaron
nos uniste para siempre.
Tu color es el del cielo,
nos envuelve en un septiembre,
mare nostrum que te quiero
cuna de historia pendiente,
tú, mar mediterráneo
nos uniste para siempre.

Ana Borges.
Pinares, abril de 2011
Ejercicio de “guaroj”*del Taller Literario del Profesor Nelso Guerra en la Casa de la Cultura de Maldonado, Uruguay.
* GUAROJ: género creado por el Prof. Nelson GUERRA. Es un poema de diez versos octosílabos. “Guaroj” significa “Diez” en lengua charrúa.

“YO, MI ABUELA Y LA MUERTE” de RKIA OKMENNI


   Mi abuela tenía más de cien años, según afirmaba ella durante sus momentos de lucidez y como confirmaban mi madre y mi tío. Cuando no dormía acurrucada, boca abierta y emitiendo pequeños ronquidos, le gustaba hablar de sus recuerdos mientras se calentaba los pies y las manos frente al fuego de la hoguera. Le gustaba sobre todo comer carne aunque no le quedaba ni un solo diente. Cada vez que yo iba al zoco semanal, situado a unos doce kilómetros del pueblo, le preguntaba si necesitaba algo y su respuesta siempre era la misma: que no olvidara comprarle un poco de carne roja lo más blanda posible. Por la noche, al regresar del mercado, yo le preparaba brochetas de carne asada en la hoguera y luego la observaba. Ella masticaba con gran placer aquella carne, sin dejar de contar sus varias historias de su juventud, lo que mi difunto abuelo le ofrecía los días del mercado semanal o cuando volvía de uno de sus viajes. Y de vez en cuando, en medio de lo que contaba, interrumpía su relato y me aseguraba:
   -Te quiero mucho, Moha. De todos mis nietos, tú eres mi preferido.
   -Yo también te quiero, abuela.
   -Pero yo más que tú. Si un día tuvieras que morirte, le diría a la Muerte que me llevara en tu lugar para que tú siguieras con vida. Yo he tenido aquí ya mi tiempo y sólo me queda la boca para hablar y comer. Tú, por el contrario, querido nieto, eres todavía joven, estás lleno de energía y tienes toda la vida por adelante.
   Jamás dudé del amor de mi abuela, pero llegar a morir en mi lugar, desearme la protección de Dios con su rosario en las manos, era, según ella, lo mejor que podía ofrecerme. De tal modo, esta misma escena, hasta en sus más pequeños detalles, se repetía tanto de día como de noche, cada vez que yo iba a hablar con ella, a preguntarle por sus dolores e insomnios o a llevarle alguna compra.
   Una noche, pensé poner a prueba la intensidad de aquel amor, no para burlarme de la anciana, sino para reírnos un poco y gastarle una broma a mi querida abuela. Además, en aquel pueblo aislado, no teníamos televisión, ni siquiera electricidad y, a aquellas alturas durante el invierno, las noches eran frías y larguísimas, por lo que toda la familia, mientras nos calentábamos con un té o cenábamos, también nos contábamos cuentos, bromas y, evidentemente, nuestros particulares sucesos del día o los de nuestros vecinos. Aquella noche, todos en la casa, excepto mi abuela, eran mis cómplices. Sabían lo que yo preparaba, aunque no les había explicado cómo lo iba a hacer.
   Aquel día, cuando volví del pasto con mi rebaño, pasé una gran parte del atardecer quitándole las plumas a una gallina de color oscuro, mezcla entre rojo y negro. Al final, el aspecto del ave cambió totalmente, dado que sólo le había dejado las plumas de la cabeza y las de la cola, tal como si le hubieran afeitado el cuerpo. Le puse un bozal para impedir cualquier sonido sospechoso, le até las patas y la escondí en una cesta, en un rincón oscuro de la gran sala en donde todos nos reuníamos tanto de día como de noche y en la que estaba también la cama de la abuela. Ella aseguraba que no le molestaba el ir y venir de la familia por la sala, sino todo lo contrario, ya que allí se aburría menos y podía disfrutar del calor de la hoguera. Aquella noche, durante la cena, una sopa local a base de cebada y nabos, cada uno describió su día mientras iba bebiendo directamente del contenido de su tazón, tal y como era costumbre. Yo entonces me alejé de la hoguera discretamente. De repente grité:
   -¡Abuela, la Muerte se dirige hacia ti!
   -¡Cuidado, abuela! -dijeron los demás para dar mayor peso a mis palabras.
   La abuela buscó con su vista ya deficiente entre el juego de llamas y sombras e intentó localizar el peligro que provocaba tanto miedo y alboroto de pequeños y mayores. Vio entonces la cosa espantosa que se detenía a poca distancia de ella y pensó que seguramente era la Muerte. Entonces ella misma empezó a gritar con una voz aguda alterada por el temor, empujó a la cosa con su palo y vociferó:
   -¡No te acerques! ¡Vete con Moha! ¡Él es más joven y más interesante que mi cuerpo huesudo y de piel arrugada! ¡Vete con él, vete! ¡Aléjate de mí!
   -Pero, abuela, ¿has olvidado todo lo que me decías? -le inquirí yo.
   El ave iba en todas las direcciones y todo el mundo le ordenaba que se alejara de sí añadiendo siempre que todavía no quería morirse. Al final, la anciana, al oír como todos se reían de sus palabras y las repetían, se dio cuenta de que se trataba de una broma. Hubo una dispersión general y ya nadie quedó al alcance de los palos de ciego que empezó a dar por todos lados mientras expresaba su enfado por haber sido engañada por “estos jóvenes que no respetan a nadie”. Y sentenció que ella había vencido en su existencia más peligros que todos nosotros juntos y que, en modo alguno, temía la muerte.
   Unos minutos después, aproveché la oscuridad para colarme por detrás de mi abuela y darle un afectuoso abrazo. Le rodeé sus frágiles hombros y le quité con la otra mano el palo. Y. con mi más dulce voz, le aseguré que la Muerte jamás podría con ninguno de los dos y que, como al día siguiente había zoco, yo no olvidaría comprarle, como de costumbre, la mejor pieza de carne blanda para la mejor y la más querida de las abuelas del pueblo.

Rkia Okmenni
Rabat, febrero 2011
Tema de escritura: “Encuentro con la muerte” (Basado en un cuento amazigh)

jueves, 14 de julio de 2011

UN POEMA DESDE LAS ARENAS… de ABDERAOUF SBIHI

Un grupo de jóvenes y mayores
mantiene buenas y literarias relaciones,
dándose cita siempre martes y jueves
por la tarde y en la sala once.
La mayoría es femenina
y solo hay una pareja masculina.
De la mezcla nació un grupo cosmopolita
que trata de dominar el verbo con talento.
Textos de Lorca, Márquez o Benedetti
inspiran a Iman, Ana, Maryem y Rkia,
a Abdou, Lamiae, Maribel, Siham y al resto.
Y así todos enriquecen nuestras orillas...
El espejo de esta labor es Ester Rabasco,
profesora y guía por los cauces de las letras
que poco a poco el nivel de nuestro río va elevando.
A mí me ha conmovido siempre por su disponibilidad
y jamás olvido esa cara vivificada de amabilidad.
Desde las arenas quisiera enviarle un beso
seguido de un fuerte abrazo y de gran respeto.

Muchas gracias, Ester.
Mis saludos a todo el grupo.

Abderraouf Sbihi
Improvisando versos desde las arenas...

EL LOCO CREADOR de RKIA OKMENNI


   El loco del pueblo, que no era tan loco, tenía de vez en cuando momentos de lucidez y de meditación. Lo que lo diferenciaba de los demás era su ropa desgarrada, su pelo largo y el hecho de que jamás se le había oído hablar. En sus escasos momentos de clarividencia pensaba: "Si me quedo callado, llaman a mi silencio locura. ¿Qué dirán entonces si empiezo a hablar?”. Se sentía superior a los demás por estar convencido profundamente de poseer poderes extraordinarios. No le daba importancia a que la gente no le hiciera caso, aunque su excepción eran los niños. Bastaba con que estos lo vieran pasar, para que interrumpieran de inmediato sus juegos, empezaran a perseguirlo por las calles y gritaran: “¡El loco, El loco!”. Además le pegaban o le echaban piedras que lo descalabraban, hasta que por fin pasaba un adulto y les impedía que siguieran molestándolo. Y entonces él seguía su camino. Había elegido como domicilio la estación de autobuses, lo cual le permitía comer gracias a la generosidad de los viajeros y también a la del dueño del único restaurante que permanecía abierto tanto de día como de noche.
   Al alba de un día que, sin duda alguna, sería caluroso, decidió irse tal y como había llegado a aquel lugar hacía un año y pocos meses. No se despidió de nadie y se marchó con sus sandalias bajo el brazo. Se dirigió hacia el este. A veces, caminaba despacio arrastrando sus pies; otras, andaba con mucha prisa, como si alguien le esperase en algún lugar determinado. Mientras caminaba, pensaba en un mundo sin niños. Un mundo en donde viviría con un amigo, con un hermano o simplemente solo… Al principio, empezó a andar de forma compulsiva, sin mostrar ningún signo de cansancio, mientras intentaba darle forma a lo que deseaba… “¿Un hermano o un amigo…?” Ni una sola imagen quiso acudir a su mente. De nuevo intentó concentrarse. Pero, al encontrarse con un vacío espantoso, le entró un dolor de cabeza inaguantable. Además, el sol no le facilitaba las cosas y le amenazaba con una insolación inminente. Le resultó muy difícil ordenar sus ideas e identificar sus sentimientos. Siguió su camino y cuando, ya con el crepúsculo, no pudo ver hacia dónde dirigirse, eligió un rincón para descansar al borde del palmeral y del desierto. No tenía hambre, pero sentía una gran necesidad de hablar y hablar. De descargarlo todo. De desahogarse. Empezó un monólogo sin fin, pero entendió que le era imprescindible alguien que lo escuchara. Por tanto, decidió crear un ser a quien poder hablar y que le hiciera compañía. Puso todo su empeño en aquella creación durante muchos días, allí, en aquellos parajes que había elegido. Iba y venía, mientras continuaba su monólogo desde el anochecer hasta la madrugada. Contento del resultado de sus esfuerzos y satisfecho de su criatura le dijo:
   - No necesitarás hablar ni contestarme, yo hablaré por ambos.
   - No necesitarás comer ni beber porque no te hice una boca y no quiero otra boca más que alimentar.
   - ¿Que nombre te daré? A mí no me importa que tengas nombre o no, así que lo pensaré después.
   - Tus ojos no verán. No tienes que ver. Yo te veo y eso es suficiente para mí. Y, como no te di la palabra, jamás podrás comentar lo que no podrás ver. Así que es mejor que no veas…
   - Tampoco, necesitas andar. No tienes que irte lejos, te quedarás siempre conmigo. Yo mismo te llevaré. Y adonde yo vaya irás tú.
   - Ahora es tu torno para prepararme algo de comer, pero como ya te ordené que no te movieras y me debes obediencia, lo haré yo mismo.
   - Recuerda: yo soy el único que manda aquí.
   - Tu, cállate, ni una palabra. Y no intentes discutir mis decisiones… Yo siempre hablaré por ambos.
   Mientras hablaba, le añadía algún detalle del que carecía y le buscaba un sitio adecuado para tenerlo justo frente a él. Días después, se marcharon juntos de aquel lugar hacia otro pueblo. Llevaba bajo su brazo su creación, su amigo-hermano, que no era ni más ni menos que un espantapájaros confeccionado con palos, plantas secas y ropa de la que solía superponerse encima cuando alguien se la ofrecía. Por fin tenía a alguien con quien hablar.

Rkia Okmenni
Rabat, mayo de 2010.
Tema de escritura: “La creación de un ente”

domingo, 1 de mayo de 2011

COLLAR DE ESTRELLAS de RKIA OKMENNI

(Para Lamiae en este día en que celebra su boda)

Para este día memorable,
Único e importante,
Trazado con lápiz de luz
Y un collar de estrellas,
Te ofrezco ramos de flores
De todos los colores,
De todos los olores,
Fragancia de felicidad,
De alegría y total armonía
Al lado de tu elegido.
Felicidades princesa,
Y que las estrellas del cielo
Os cubran de luz y encanto
Os llenen la existencia,
De mucha complicidad
Y de uno o dos o quizás tres
Encantadores ángeles…

Rkia Okmenni.
Rabat, 30 de abril de 2011
Lamento mi ausencia en la fiesta, pero estoy presente en pensamiento.
Y otra vez:¡FELICIDADES Y LARGA VIDA A TI Y A TU MARIDO!

domingo, 27 de febrero de 2011

"LA AURORA DE RABAT" de FATINE SEBTI


La aurora de Rabat tiene
Dos coronas perfumadas,
Una de jazmín y otra de azahares,
Cantos de ruiseñores
Y una brisa de mariposas coloradas
que cortejan las flores enrojecidas.

La aurora de Rabat ríe y se deja llevar
Por el inmenso tobogán
Buscando entre los niños
Tréboles y Narcisos de esperanza dibujada

La aurora llega y todos la reciben en sus ojos y sus almas
Porque les trae un día nuevo y promesas brillantes
La luz radiante abraza tiernamente la ciudad que se despierta
Y los primeros que salen recolectan el rocío de los follajes.

A veces las palabras en hormigas maliciosas
Suben por los pies, llegan a ciertas almas
Y hacen estremecer plumas inspiradas
Y con la aurora nacen tiernos poemas

Fatine Sebti
Rabat, febrero de 2011
(Ejercicio basado en “LA AURORA” de Nueva York de Federico García Lorca)

lunes, 14 de febrero de 2011

“LA AURORA DE RABAT” de RKIA OKMENNI


La aurora de Rabat limpia al cielo de la ciudad,
sus calles, su playa, su bosque y el Bu Regreg.
Con una niebla blanca que huele algas y a yodo,
desvela con encanto la Torre Hassan,
las murallas y los Udayas, testigos del pasado,
y espera acoger al día recién nacido.

La aurora de Rabat protege pequeños barcos que desfilan
deformados como fantasmas sobre el Atlántico.
Entre agua y cielo, bajo el ojo protector y paterno
del antiguo, pero siempre fiel, faro erguido.

La aurora de Rabat invita a siluetas y sombras,
a aparecer y desvanecerse en los barrios desérticos:
unas arrastrando sus pies de cansancio o de borrachera,
otras empujando con pena carretas de acartonados tesoros,
con la ilusión de salir de las calles de la capital
todavía dormida en medio de sueños y pesadillas.

La aurora de Rabat arroja la tristeza de las almas,
la soledad, las tinieblas y las mañanas inciertas;
facilita la comunión mágica entre seres y naturaleza,
llevando con ella claridad, vida y esperanza. 

Rkia Okmenni
Rabat, 30 de enero de 2011
Ejercicio basado en “LA AURORA” de Poeta en Nueva York de Federico García Lorca

martes, 8 de febrero de 2011

“LA AURORA” DE DE SBIHI ABDERRAOUF


La aurora de mi barrio,
me recuerda el espacio
de mi gran ventana,
el horizonte para mi mirada.

Las muelles resisten a las olas
y las gaviotas chapotean con sus alas.
El faro golpea sus rayos
y me guiña con sus párpados.

El yodo inunda mi piso
y yo me siento en el mundo del silencio:
la claridad del momento y la pureza del aire
y yo vuelvo a ser Robinson Crusoe.

Las olas acarician la arena
y dejan su rúbrica paralela.
La brisa limpia la atmósfera
y nos espera a la salida.

De repente la cabeza de la torre Hassan se ilumina
y la llama a la oración rompe el silencio de mi mirada.
Ahora no estoy solo, el olor del café sube las escaleras
y llega a mi piso expulsando el yodo escondido en mis esquinas.
Ya sé que mi madre está en la cocina,
Y yo bajo tomar el desayuno con ella.

Sbihi Abderraouf
Rabat, febrero de 2011
Ejercicio basado en “LA AURORA” de Nueva York de Federico García Lorca.

"BODA DE SANGRE" DE SBIHI ABDERRAOUF


Para ella la navaja es una pesadilla,
para mí es un recuerdo de alegría.
La novia iba a perder su cariño
y la esposa no olvidó a su marido.

La navaja es parte del llavero de mi padre
y yo, niño, no la espero de mi madre,
Para ella es algo de hombres mayores
y para mí eso es parte de mis albores.

Su mango de madera barnizando,
Su hoja de acero reluciendo,
Su uso para pelar una naranja…
Todo refleja en el filo una imagen fija
y yo sabía que, llegado el momento,
sin duda alguna a mano la tendría.

Después supe que este objeto tan contemplado,
de abuelo a nieto sería inevitable herencia
y que con ella yo mi honor defendería.

Sbihi Abderraouf
Rabat, enero de 2011.
Ejercicio basado en "Bodas de sangre" de Federico García Lorca.

lunes, 31 de enero de 2011

“EL ÚLTIMO VIAJE” DE RKIA OKMENNI

(Basado en un cuento amazighe)

Zapatero, amigo mío,
Vengo a ti muy asustado.
Me hacen falta unos zapatos,
Y los quiero muy sólidos,
Lo más sólidos que tengas
Para que duren dos años.
¿Por qué exiges que resistan tanto
Si no los usarás ni un año?
Es tu hora y yo soy el Mensajero,
Dijo la voz por encima del hombro.
Dominando el escalofrío intenso
Que le recorrió todo el cuerpo,
Le contestó con tono resignado:
Los quería resistentes y sólidos,
Para andar y recorrer caminos.
Para visitar a mi tío enfermo,
Y ver a mi tía y mis hermanos.
Ve, hombre, aprobó el Mensajero,
Ya que tus razones conozco,
Yo te añado todos los días
Que precises para tus visitas.
Así, fue primero a su casa
Casi ausente y despistado.
Y despidiéndose les anunció:
Si alguien pregunta adónde voy,
Decidle que hacia el más allá,
Y que allí me encontrarán.
Y que por mucho que haya andado
Desde el origen de mis tiempos
Yo convivo ya con los muertos.

Rkia Okmenni
Rabat, 11 de noviembre de 2010
Tema de escritura: “Un encuentro con la muerte: mil caras, mil formas de escritura”


"LA ÚLTIMA SORPRESA" de ABDELLAH EL HASSOUNI


Sin el menor ruido, sin el menor movimiento, una voz glacial me ha interpelado:
- ¡Vengo a acompañarle para su último viaje, el viaje hacia el mundo eterno!
- Usted debe de ser el diablo, un diablo que seguramente nos engaña... Estoy seguro. ¡El problema es que jamás uno sabe cuándo usted nos engaña!
- No es el momento de hacer bromas.
- Entonces, ¿está usted seguro de que es a mí a quien busca? ¿Y de que es éste mi instante fatídico?
- ¡Nosotros jamás cometemos errores!
- ¡Vaya! Pero, la verdad es que me habría gustado tener más tiempo, vivir un poco más... Bueno, en vistas de eso… Mire, tengo muchos asuntos pendientes y me gustaría que usted al menos me diera el tiempo necesario para cumplir algunos de mis sueños inacabados. De ser posible… ¡Al menos uno! ¡Una sola locura! ¡Una última gilipollez! Y después...
- Es lo que todos ustedes dicen: ¡Más tiempo, más tiempo…! Eso jamás es posible y usted lo sabe bien, puesto que cada uno sabe bien que nació para morir al final. Hay un día para el nacimiento y otro para la muerte y entre los dos el tiempo fluye sin cesar, sin vuelta atrás. ¡Además, esto no es una cuestión de tiempo sino más bien de miedo! Es eso ¿no?

- No, no, qué va… -me digo-. No adivina nada… Bueno, en verdad no debe de interesarse tanto por mí en particular ni, en todo caso, no más que por otras almas que ya ha debido transportar… Para un ser eterno como Él, este no debe ser un trabajo divertido y, en última instancia, comprendo su diligencia por rematarlo. Una diligencia que me recuerda a la del repartidor de pizzas, siempre a punto de partir o de volver, aunque éste por lo menos siempre se muestra agradecido y con una sonrisa más o menos ancha según la importancia de la propina… Todo lo contrario de este mensajero del otro mundo de rostro frío. ¡Es tan siniestro! ¡De hecho, me pregunto qué requisitos son necesarios allá arriba para hacerse mensajero de la muerte! Probablemente no haya condiciones especiales e indispensables… Lo más seguro es que se les reclute con toda urgencia para afrontar el incremento del número de los muertos. Seguro que se necesita un buen ejército de transportistas siniestros...

No, mensajero, no tengo miedo de seguirte en ese último viaje. Creo que soy un favorecido en este valle de lágrimas y no sé si logras imaginar lo que siento, si llegas a palpar los estados de mi alma. No me sacrifiqué sobre el altar de sus eslóganes movilizadores y ridículos: "Patria, Honor, Nación, Interés general…". Sentado en mi butaca, frente a mi estúpida pantalla, me reía burlonamente viendo cómo enviaban tropas a los campos de honor acompañados de esos famosos himnos patrióticos. Y luego, bebía a la memoria de los que habían muerto por el honor. ¡Por cierto, estoy seguro de que, vosotros, los mensajeros, tenéis que odiar esos ataques de locura de los hombres que os obligan a trabajar horas y horas suplementarias! ¡Debéis sentiros cansados y agobiados! Además, no sólo están esas guerras que se inflaman de modo periódico, los hombres siempre se las ingenian para elaborar procesos que os anegan de trabajo: el hambre, la traición, las epidemias, la codicia…. De todos modos, me importa un pito tu ritmo de trabajo. Mientras tú ibas por ahí, ejecutando tu tarea repetitiva, yo he tenido tiempo de hacer todas las locuras que se me pasaron por la cabeza. Hasta tuve niñas a las que enseñé a hacer locuras todavía más grandes que las mías. Tuve tiempo… Tuve tiempo de dejar que mi galera encallara en aguas turquesas que jamás podrás llegar ni a imaginar. Tuve tiempo de bajar a toda prisa por todos mis caminos el mismo día, jamás al día siguiente, dado que el terreno del día siguiente es a menudo incierto. Y es que, en realidad, lo mejor no es el futuro sino el momento presente, el preciso instante. Tuve tiempo de comprender que cada experiencia vivida con otra persona es única e irrepetible. Tuve tiempo de sentirme necesario, de sentir que otros eran indispensables para mí, de deleitarme con la palabra "amar " bajo todas sus formas verbales.
No obstante, lamento que nosotros, los hombres, conozcamos sólo una vida efímera y limitada, una verdadera "nada" respecto a la inmortalidad de esos mensajeros de la muerte. Por eso, siento pena por este cuerpo que es el mío y que será arrojado a uno de esos hoyos sucios y estrechos de las entrañas de la tierra. Este cuerpo, a quien dediqué tanto tiempo y a quien cuidé, colmé y mimé…Pienso en mis ojos marrones y claros como las castañas, en mis labios finos color cereza, en mis manos tan diestras y sensibles, en mis redondeces, en mis líneas visibles, en mis rasgos y en mis encantos que se distinguen apenas y que descubrí sólo a mis más íntimos. Todavía adoro este cuerpo, aunque exhibe ahora algunas huellas del tiempo. Sé que en cuanto extraigas el alma que transportarás allí adonde se te ordenó hacerlo, los míos pondrán este cuerpo al servicio de las lombrices. ¡Qué derroche! ¡Verdaderamente, qué derroche! Así que toma este alma, la mía, cuando quieras… Eso no me afectará en nada, dado que jamás me ocupé de mi alma… ¿Por qué y para qué debía hacerlo? En este, nuestro mundo, sólo el escaparate interesa, la apariencia, la fachada. Y la mía no era mala.
Pero, mensajero, entiende también que viniste demasiado tarde, demasiado tarde para asustarme. Te temía cuando me despojaste de mi padre, mi protector, mi modelo, siendo yo niño. Te temí el día en que me privaste de mi amigo, mi joven compañero, mi alma gemela. Recelaba tu llegada cuando mis retoños iban a cuatro patas, cuando eran seres indefensos, cuando necesitaban apoyo. Llegas demasiado tarde, realmente tarde. Tan tarde, que ya la vida no me reserva más sorpresas. ¡Tú vienes a ser la última sorpresa! No, no tú. Sí, verdaderamente no tú. Sino tan sólo el preciso momento de tu llegada. Y ahora que estás aquí, ya ni eres una sorpresa. Te has vuelto una trivialidad, algo prosaico… No, mejor dicho, eres una fatalidad. El miedo, como la estupidez, siempre fue y seguirá siendo uno de los fundamentos de la acción humana. Y yo no tengo miedo de ti, así que no haré nada en absoluto frente a ti, simple mensajero de la muerte.
Haz lo que tienes que hacer, ahora que mi tiempo se escurrió, que el reloj ha dado las doce, que la llama de mi vela vacila esperando el último soplo del viento. Creo que es estúpido desafiar el ciclo de las estaciones, la lógica de las cosas, el hacer brotar a las rosas rojas bajo el abrigo del invierno. Probablemente es absurdo, mensajero robotizado, repetir nuestro debate desde su principio; el verdadero ruiseñor jamás repite el mismo sonido musical. ¡Haz lo que tienes que hacer! ¡Un invierno más muere y otra primavera renacerá! ¡De las nubes negras surgirá una hierba perfumada!
Pero, debes saber que me negaré a cerrar los ojos incluso cuando me los cubran con un blanco paño. Los mantendré abiertos, clavados en este cielo atravesado por las golondrinas, habitado por caballos de nubes blancas que descienden las llanuras azules donde reina esa vela amarilla.

Tan sólo un estremecimiento y el mundo se vuelve una cuna de paz.

Abdellah El Hassouni
Rabat, 5 de diciembre de 2010
Tema de escritura: “Un encuentro con la muerte: mil caras, mil formas de escritura

«VEINTE AÑOS, HIJO», BAHIA OMARI

    Lloro sin cortar cebollas, pero oigo la fluidez de las lágrimas, lágrimas por el dolor que alcanza siempre mi corazón, mi alma; un...

RECITAL 9 DE JUNIO DE 2017

RECITAL 9 DE JUNIO DE 2017
Cantando los versos de José Martí.

RECITAL 9 DE JUNIO DE 2017

RECITAL 9 DE JUNIO DE 2017
Iman y Anastasio recitando a Mario Benedetti. Mohammed a la guitarra.

RECITAL 9 DE JUNIO DE 2017

RECITAL 9 DE JUNIO DE 2017
Manal, Ahlam y Assia recitando a Oliverio Girondo.

RECITAL 9 DE JUNIO DE 2017

RECITAL 9 DE JUNIO DE 2017
Rkia recitando a Delmira Agustini

RECITAL 9 DE JUNIO DE 2017

RECITAL 9 DE JUNIO DE 2017
Bahia recitando a Alfonsina Storni.

RECITAL 9 DE JUNIO DE 2017

RECITAL 9 DE JUNIO DE 2017
Laura & Mohamed y Mohamed & Laura cantando a Alfonsina Storni.

Ensayando para el Día E junio 2015

Ensayando para el Día E junio 2015
Grupo del Taller de Lectura y escritura 2015

Recital 18 de junio de 2016

Recital 18 de junio de 2016
21.00 Instituto Cervantes de Rabat

Bahia. PUESTA EN ESCENA DE POESÍA ESPAÑOLA

Bahia. PUESTA EN ESCENA DE POESÍA ESPAÑOLA
Recital del 24 de abril de 2015

PUESTA EN ESCENA DE POESÍA ESPAÑOLA

PUESTA EN ESCENA DE POESÍA ESPAÑOLA
Viernes, 24 de abril de 2015, 19.00 -INSTITUTO CERVANTES DE RABAT -

Rkia. PUESTA EN ESCENA DE POESÍA ESPAÑOLA

Rkia. PUESTA EN ESCENA DE POESÍA ESPAÑOLA
Viernes, 24 de abril de 2015

Iman.PUESTA EN ESCENA DE POESÍA ESPAÑOLA

Iman.PUESTA EN ESCENA DE POESÍA ESPAÑOLA
Recital del 24 de abril de 2015

Abdellah. PUESTA EN ESCENA DE POESÍA ESPAÑOLA

Abdellah. PUESTA EN ESCENA DE POESÍA ESPAÑOLA
Viernes, 24 de abril de 2015

Fatima. PUESTA EN ESCENA DE POESÍA ESPAÑOLA

Fatima. PUESTA EN ESCENA DE POESÍA ESPAÑOLA
Rabat, 24 de abril de 2015.

Aïcha. PUESTA EN ESCENA DE POESÍA ESPAÑOLA

Aïcha. PUESTA EN ESCENA DE POESÍA ESPAÑOLA
Recital del 24 de abril de 2015

RECITAL 11 DE JUNIO DE 2014

RECITAL 11 DE JUNIO DE 2014
Recital "A orillas del Bu Regreg 2014"