TALLER DE ESCRITURA "A ORILLAS DEL BU REGREG" DEL INSTITUTO CERVANTES DE RABAT

Bienvenidos a «A orillas del Bu Regreg», el blog de los integrantes del Taller de lectura y escritura creativa, un curso especial que realizamos desde hace doce años en el Instituto Cervantes de Rabat (Marruecos).

En este espacio damos a conocer los cuentos, poemas y otros ejercicios de escritura que se proponen en clase y que realizan nuestros alumnos, aunque también publicamos colaboraciones de nuestros lectores.

Muchas gracias por leernos y por compartir vuestras opiniones.
Ester Rabasco Macías (profesora del Taller)

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domingo, 3 de abril de 2022

«VEINTE AÑOS, HIJO», BAHIA OMARI

 

 

Lloro sin cortar cebollas, pero oigo la fluidez de las lágrimas,

lágrimas por el dolor que alcanza siempre mi corazón, mi alma;

un dolor indescriptible, indeseable, despliega su fuerza,

la fuerza de la aceptación o la tranquilidad del alma.

 

Fui a depositar más flores sobre tu tumba, tu jardín,

este jardín que esconde el secreto de aquellos desastres.

Desde hace veinte años me gusta allí cultivar flores radiantes

que guardan esmeradamente recuerdos felices y amargos.

                                                                                   

El alivio destaca en el horizonte de mi universo silencioso.

Cuando respiro el olor de esas flores, atravieso tu silencio perpetuo.

Esas flores que animan tu jardín me permiten el contacto espiritual,

y ahí dentro encuentro un lugar de paz y vehemente serenidad.

                                                   

Ahora mis ojos se secan, no pueden derramar más lágrimas.

Ahora me queda la herida profunda y la desesperación de tu perdida.

Ahora la cebolla ya no podría ayudarme a encontrar más lágrimas.

 

Bahia OMARI

Conmemoración del vigésimo año de la desaparición de Yacine

(26-03-2002/26-03-2022)


martes, 15 de marzo de 2022

“MI QUERIDO VECINO”, ASSIA EL OUALIDI

 


I

En uno de los barrios de la antigua ciudad de Fez, hay un edificio alto con vistas al mercado de verduras y frutas y a los monumentos sellados por sus murallas. A pocos metros de allí hay una mezquita en la que se realiza la oración y que es visitada especialmente por la gente del barrio.

Le pido a Dios que muera esta gentuza para que yo pueda descansar en este edificio. Todo es insoportable, las voces inigualables de los vendedores y el olor repugnante de la harira que sale de la casa de Aicha y, lo peor de todo, es que ella sabe que yo odio su harira. Yo sé que nuestras noticias las comparten todos los vecinos, gracias a la estúpida Zineb, que no sabe nada de las tareas a domicilio, pero que sí es muy hábil para espiar.

Y está también la gorda de arriba, que siempre a media noche, cuando por fin hay cierto silencio, provoca un ruido extraño y similar a la caída de unas canicas sobre el suelo. Seguro que es la gafotas de su niña seguida de la madre subida en sus tacones; el ruido que produce es como el de unos palos de batería. Pero lo peor de todo es cuando maúlla el gato del viejo viudo de abajo y se une al llanto de nuestro hijo.

Nunca imaginé mi vida así; siento que me estoy volviendo loco.

II

María hace lo que puede para hacer feliz a su esposo. Ha enviado a su hijo a casa de la abuela para que Majed pueda disfrutar de paz en su hogar y yo le preparo una tisana para conciliar el sueño. Después le ha tocado su pieza favorita de Chaikovski, pero él está en otro mundo, planeando matar al gato del vecino que ha escapado muchas veces de la muerte. Esta vez Majed decide matarlo el viernes, el día que los musulmanes tienen designado para la oración y la liberación de los pecados. Por la mañana se levanta y espera impaciente la hora de la oración, y cuando su mujer le pregunta por qué no va a la mezquita, él finge estar enfermo. Cierra la puerta del dormitorio que da a la terraza del vecino y se asegura de que el viudo está en la mezquita. Luego, toma la caña de pescar y pone un trozo de carne en el anzuelo y finalmente echa el hilo por la ventana. El pobre gato atrapa la carne y se queda enganchado. Luego, se derrumba por el efecto del veneno. Majed recoge el hilo con el rostro lleno de alegría y victoria, lo corta con unas tijeras y el gato estira la pata en la terraza del viejo. Cuando el vecino vuelve a su casa, se queda petrificado y después de unos momentos llama a la puerta de Majed para contarle lo que le ha pasado a su gato. Majed esboza una profunda tristeza en su rostro y le pide que se quede a tomar el cuscús con ellos. El pobre abuelo acepta y, cuando termina de comer, se lava las manos en el baño y, de repente, ve en el espejo la caña con el hilo cortad. Comprende todo lo sucedido y decide vengarse.

Unos días más tarde, el viejo compra un perro que ladra y gruñe con frecuencia, incluso por la noche, y lo que es peor, orina delante de la puerta de Majed. El viudo no limpia esos residuos y el olor se vuelve cada vez más desagradable. Majed decide bajar para amenazarle y decirle que no tiene derecho a tener un animal en su domicilio porque ensucia los espacios comunes del edificio. La mala suerte es que, cuando llama a la puerta, el perro lo recibe con mala leche y le muerde los tobillos; así que, finalmente, la víctima es Majed. Desde ese día, su estado empeora, duerme inquieto, moja la almohada con su saliva, tiene a menudo ataques de nervios, tira ollas y tazas desde la ventana con ojos desorbitados y aparece siempre con el pelo despeinado. Su esposa no puede refrenar sus vehementes síntomas, los vecinos se dan cuenta de lo desequilibrado que está y, un día, llaman a la ambulancia. Esta se lo lleva al hospital psiquiátrico acompañado de su esposa, que durante el camino les ruega a los enfermeros que apaguen la sirena para no molestar a su esposo.

 

ASSIA EL OUALIDI

Actividad de escritura inspirada en «El antiornitólogo» de Mercedes Durand.

Rabat, febrero de 2022.

domingo, 13 de marzo de 2022

«LAS CEJAS», BAHIA OMARI


En el café me pongo a mirar las cejas. Tal vez sea más cómodo con la nueva posición que he adoptado al inclinar la cabeza. Las de Mónica son triangulares y tupidas. Y ahora es como si se reuniesen en medio de su cara, sobre una línea recta, lo cual me indica que está cansada. Parece mirar al horizonte, pero el movimiento de sus cejas muestra que es capaz de responder sin comentario alguno a todo lo que pasa en el café. Es una persona muy divertida, de buen corazón, a quien le gusta velar por los demás. Por ello, durante el día, sus cejas no conocen pausa alguna y nada quieren perderse de cuanto sucede en el café.

Las cejas de Kito, en cambio, sin arco alguno, simbolizan el hombre soñador que no tiene los pies en la tierra y que está siempre en las nubes. Pero, a pesar de todo, es un hombre más bien analítico y racional. Me explican que tenía una librería de viejo, con libros antiguos consultados o a veces comprados por la gente que pasaba por Ítaca. Cada domingo, cuidaba amorosamente de su kiosco con las cejas unidas que ocultaban en parte sus ojos. Desempolvaba las estanterías y lustraba los vidrios de los estantes. Cuando su mirada encontraba algún libro desordenado, sus cejas esbozaban un claro movimiento de perturbación, y entonces una tras otra empezaba a danzar, como si sonaran  valses de Chopin, entre el cielo y la tierra, de izquierda a derecha.

El resto de cejas plasmadas sobre las largas frentes que estudio me procuran una fascinación enfermiza. Son esencialmente cejas pobladas y se hallan delineadas en rostros rubios. Esas cejas reflejan para mí el alto grado de narcisismo de esos hombres que, con sus ojos oscuros, me están mirando fijamente.

Con una tierna pincelada, doy fin a este óleo.

 

Bahia Omari.

Actividad basada en la reescritura del cuento “Inmóvil sol secreto” de María Luisa Puga.

Rabat, 26 de enero 2022.

«UNA IMAGEN DESCONOCIDA», BAHIA OMARI


Un miércoles quince de diciembre. Un día como todos los miércoles me levanto pronto para limpiar la casa con la ayuda de una tierna mujer. Después del desayuno, primero acometo la preparación de la comida. Ella se pone a limpiar y a vaciar las alacenas de la cocina. He comprado unas nuevas que debo recibir a finales de esta semana.

A las doce de la mañana, me siento un poco incómoda, pero continúo con mis tareas cotidianas. Tengo náuseas, me duele la cabeza y siento un dolor tipo cólico. No sé qué me pasa. No debo estar enferma, no, yo no.

El malestar persiste. Llamo al médico, no lo hago habitualmente, pero hoy creo que es inevitable. Debo ir a verlo de manera urgente.

El diagnóstico es rápido, tengo que ir a la clínica, puede ser apendicitis o la vesícula biliar. ¡Vaya! El laberinto infernal de las actas médicas. Por eso, me encuentro en una cama de hospital rodeada por tres médicos.

¿De quién se trata?               

¿De mí?

No, no, no soy yo. ¡Yo no puedo estar enferma, y menos en una clínica!

Esta imagen de una mujer enferma en una clínica, no es para nada normal en mí. Les pregunto a mi marido, a mis familiares. Todos afirman: en verdad no puedes ser tú, eres una mujer que nunca está enferma.

Esta mujer sobre la cama no soy yo. Yo no debo estar enferma, solo es una imagen desconocida de mí.

Al día siguiente, la mañana del dieciséis de diciembre estoy en casa.

Me despierto sudorosa. ¡Por Dios! Soy yo, y no estoy enferma. Todo ha sido una pesadilla. Estar enferma no es un papel que me vaya a mí. 

Me levanto ágil y apaciguada. Al pasar junto al espejo, me sorprende la imagen de una mujer joven y desconocida. Esta imagen no es la mía. Tampoco no es mi casa.

Estoy dentro de un torbellino, de una incertidumbre permanente.

 

Bahia Omari

Actividad basada en una reescritura del cuento “Una perfecta desconocida” de Mercedes Gordillo.

Rabat, 26 de enero de 2022.

sábado, 12 de marzo de 2022

«ANA Y SU PORCELANA», MARIBEL ANDRADE R.

Dedicado a Ana.

La veían pasar una y otra vez cada domingo, y quedarse allí plantada, observándolos, expectante, a punto de hablarles, pero ellos ya habían perdido la esperanza de que cualquiera de aquellos simples mortales se interesase por ellos, por su vida, por su historia. Ellos eran muy ricos, sí, tenían mucho que contar, habían asistido a muchos desayunos, comidas y cenas donde los etiquetados asistentes habían soltado prendas importantes de chismorreos palaciegos, de enredos amorosos, de complots, de traiciones, acerca de cómo provocar una guerra o cómo solucionar un conflicto bélico, cómo engañar al pueblo o a los trabajadores de sus fábrica. Cada uno de ellos había oído mil historias. Las circunstancias los habían ido separando de su vajilla original, de la vajilla que encargó la rimbombante familia Gladstone o Ramsay…, cuando vivían en la India y se casó la hija de la exquisita familia Grant o Campell..., como regalo de boda. Otros habían pertenecido a la casa de los Wellesley, los Rotthschild..., y allí se habían conocido algunos de los que ahora formaban parte de esos restos de platos, tazas, teteras, cafeteras, etc., reunidos de nuevo o por vez primera, creando aquella nueva familia, una  familia de reliquias, de piezas de colección o como quisieran llamarles, pero en la que finalmente se habían encontrado y se sentían contentos. En las largas noches en que permanecían arropados y juntitos bajo una enorme tela que les libraba del polvo, se contaban orgullos sus orígenes que no eran otros que  bodas, bautizos o  regalos de gratitud por haber apoyado tal o cual causa, haber ayudado a difundir un rumor, etc.  Entendían que lo que había dado lugar a su noble origen, a veces, no eran razones precisamente nobles, pero eso no podía manchar ni su elegancia ni su valor ¡Habían sido nobles testigos de la Historia! ¡Ah, si hablaran las cocinas de sus primeros tiempos! Por ellas pasaban criados, cocheros, doncellas…, un sinfín de personajes, que con sus cotorreos, los ponían al cabo de la calle en un santiamén. Esta visión popular era más tarde pulida por reyes, políticos, amantes, bufones, etc., en los salones, en los despachos o en las alcobas.

En aquellas largas y habituales conversaciones, una vez que se cerraba el mercadillo y la enorme tela los cubría, se enorgullecían de formar parte de aquel antiquísimo y preciado estilo que les daba tan sonoro nombre “victoriano”, y recordaban cómo en aquellos entonces, después de aquellas copiosas comidas o cenas, era costumbre que, al levantarse de la mesa, hombres y mujeres, ocuparan dos salones diferentes. Mientras ellos hablaban de política, negocios y, si había mucha confianza, de la amante de turno, ellas lo hacían de moda, de rumores y si había mucha confianza, del amante de turno. ¡Pobrecillas! Siempre tratadas como bobas, añadía alguna de las reliquias, cuando trataban este tema. Pero otras piezas, que habían tenido un uso más largo en el tiempo, informaban de los cambios en general y sobre este en particular, señalaban que las damas, aunque con mucho sudor y lágrimas, habían dado pasitos, bueno, más bien zancadas”. ¡Qué cosas!, murmuraban entre sí los más antiguos. 

Durante aquellas tertulias, las piezas tenían que cuidarse de no chocar entre sí en el fragor de la conversación porque podían sufrir un pequeño deterioro, una fisura, en fin, porque aquel podría ser su final. Aun así, el continuo roce era inevitable y producía entonces como un dulce entrechocar de finas teselas de nácar al ser mecidas suavemente por el viento. Todas sabían a qué vajilla pertenecían. Cuando llegaba una, era reconocida rápidamente por sus motivos florales, si representaba a una pareja pegando la hebra en el jardín, o a una exótica mujer de ojos misteriosos, o un paseo por la campaña al fondo de la cual aparecía el palacio, o un coche de caballos con el cochero restallando el látigo y los sirvientes dispuestos a saltar en cuanto parase aquel, o una joven bordando, o los lebreles y los perros volviendo de una jornada de caza… Infinitas historias en colores diferentes, verdes, azules, rojos, dorados representando un paraíso perdido.

Ante aquellos motivos, Ana se perdía, se extasiaba, enmudecía. Cada domingo de mercado, sus pasos la llevaban a aquel puesto donde, embelesada, pasaba de un motivo a otro de aquellas tazas, platos, etc., de fina porcelana muda, para marcharse, finalmente, con el deseo de volver a la semana siguiente para encontrar las mismas tazas, platos, tetera y cafeteras que dejaba allí, sintiendo que la esperaban, que deseaban que ella hablara con ellos.

Dándole vueltas en su cabeza, pensó: En cuanto cobre mi primer sueldo me compraré alguna pieza.  Pero no debo separarlas, parecen tan unidas, concluyó.

A la semana siguiente, Ana tuvo que guardar cama. Estaba triste pensado que no vería aquellos bellos objetos que la estarían esperando, seguro que con muchas historias que contarle. Aquel día solo la consolaba la idea de que pronto podría comprar alguna de aquellas magníficas piezas que le contarían  de qué hablaba la pareja del jardín, cómo había sido aquel día de caza, quienes viajaban en el coche de caballos, de dónde venían, si eran felices los criados y señores. En fin, quería llevarse a aquellos personajes a vivir con ella, pero primero tendría que vencer aquella timidez y preguntarles cosas, y si querían que ella se los llevara a su casa, y en qué orden, porque no quería hacer de menos a ninguno, pues ella no podía comprarlos a todos a la vez. Sería poco a poco, a lo largo de mucho tiempo.

Cuando Ana se presentó en la almoneda, aquella gran familia se quedó muda, estupefacta, porque vieron que aquella joven cuya ausencia habían comentado, había comenzado a hablarles y se interesaba por ellos y les pedía ayuda para solucionar su duda sobre cuál llevarse primero. Unánimemente decidieron que fuera la pareja más antigua: una taza y un plato cuyo motivo era un paseo por el campo con el palacio al fondo. Ana se puso muy contenta porque sabía que, a partir de ese momento, aquellos personajes la acompañarían siempre y le contarían todo lo que ella se había estado preguntado durante tanto tiempo.

Si vas a la casa de Ana y te invita a un té o a un café, acéptalo, porque lo tomarás con Ana y su porcelana. Finas tazas y platos mimosamente decorados, en los que, si prestas mucha atención y tienes suerte, podrás ver a los personajes bailando con sus pomposas ropas o a los lebreles volviendo con sus perros y su caza… Y mientras saboreas un aromático té o café, hasta oirás unos cascos de caballos o los ladridos lejanos de una jauría de perros o el susurro de dos amantes que temen ser oídos.

 

Maribel Andrade R. 

Rabat, 1 de enero de 2022

viernes, 7 de enero de 2022

«MADRE TIERRA…», ELISA CHOZAS


Madre tierra, estás en la claridad que alumbra los despertares de todas las primaveras; en la serenidad del otoño, cuando te despojas de lo que ha sido tu más bello momento y surge de tu seno la melancolía sin llanto que cubre tus hojas muertas; en el fuego del verano; en la desolación con que te asomas a la ausencia de todos los inviernos. Te muestras y te escondes. ¡Me enloqueces de ganas de cogerte, de besarte, de emprenderla a bocados con la nada...! ¡Madre tierra!

Las nubes son los velos de esa presencia tuya que a tu capricho desvelas.

Percibo tu canto cuando apareces mezclada con las flores. En ti escondo mi lamento, redoble de tambores.

 

Elisa Chozas.

Jueves, 6 de enero de 2022.

Texto inspirado en la lectura de Mercedes Durad.

 

«Y LAS DE FATIMA…», ASSIA EL OUALIDI


En el café me pongo a mirar las nalgas de los presentes porque me he situado en un lugar estratégico y bastante más cómodo para ver con mayor claridad.

Y las de Fátima, al levantarse del asiento, con sus pantalones de campana de tela gruesa y colores llamativos que aumentan visualmente más las curvas, liberan literalmente un sistema airbag. Sus caderas anchas, un auténtico paraguas gratuito de carnaza, protegen sus zapatos de la lluvia. Cuando camina, sus nalgas la ayudan a mantener una postura corporal enderezada, participan siempre de cualquier movimiento y se convierten en la base de su equilibrio. En estos instantes, todos los ojos de la sala, con sus diferentes tamaños, se mueven como limpiaparabrisas hacia esa zona llamativa, ese signo de fertilidad y de salud.

A pesar de toda esa carga, Fátima tiene un carácter especial: no se siente acomplejada, sino que escancia humor e ironía para enfrentarse a la vida. Además, viste como le apetece, con ropa moderna y haciendo oídos sordos a las críticas.

Mohamed, el dueño del café, es un tipo serio, de cara firme, muy flaco, un palo vestido que tiene forma de pera: la parte superior muy alargada y cubierta de una camiseta de seda negra que marca sus huesos; y la parte inferior, embutida sus pantalones ajustados de color oscuro, lo cual empeora las cosas ya que su espalda se acaba extendiendo hasta los tobillos sin ningún tipo de curva de por medio. Sobra decir que es un hombre negativo y depresivo.

Sin embargo, él también es un gran admirador de esa gran masa de Fátima, aunque a su manera. Precisamente, en este instante se dirige a ella para invitarla a bailar.

 

ASSIA EL OUALIDI

Rabat, diciembre de 2021.

Tarea de escritura basada en motivos del cuento «Inmóvil sol secreto» de María Luisa Puga (Vindictas. Ed. Páginas de Espuma, pág. 44).

martes, 4 de enero de 2022

«MI TÍO ALI», AHLAM KOUERA

     


     A mí, como a todos los niños, me gustaba jugar, sobre todo con los juegos que nos traía mi tío Ali. Mi tío Ali trabajaba en una Casa de Jóvenes, y por esa razón viajaba mucho al extranjero. Tras cada viaje mi tío nos regalaba un juego, así que sus viajes se convirtieron en una espera llena impaciencia. Un día, el tío Ali nos regaló una caja. Mi hermano mayor y yo la abrimos  y descubrimos unos trozos de cartón: era la primera vez que yo veía un puzle, no sabía qué hacer, pero mi hermano mayor, con agilidad, empezó a unir aquellos fragmentos, mientras yo hacía todo lo que podía para ayudarle. De repente, apareció la imagen de dos caballos, uno blanco y otro gris. Y yo me quedé embobada. Entre todos los juegos que nos regaló mi tío Ali, hay uno que nunca olvidaré. Era un Lego, un castillo medieval. Lo construimos ensamblando pieza tras pieza. Así fueron alzándose muros, torres coronadas por unos conos de color rojo, todo rematado con ventanas y puertas de hierro con cadenas. Recuerdo que aquel día, cuando acabamos de montarlo, jugamos largas horas. Era la princesa del castillo.

     Yo quería  mucho a mi tío Ali porque era muy generoso, y cuando hablo de generosidad no me refiero solamente a lo material, sino concretamente a  los sentimientos. En el fondo de mi alma, yo sentía el amor incondicional de mi tío hacia  mí. Porque, tras la pérdida de mi padre, en los ojos de los miembros de mi familia siempre veía cariño mezclado con tristeza y piedad, mientras que en los ojos de mi tío Ali veía cariño y ternura mezclada con mucho orgullo. Él se sentía orgulloso de mi conducta y de mis notas en la escuela. Por eso, su llegada borraba todo el vacío que tenía dentro de mí. Él era el sol que iluminaba y calentaba mi pequeño corazón.

     A mis doce años, un día cálido de verano, mi tío entró en la casa con una mujer y me la presentó:"¡Ahlamiii, ésta es mi novia Amal!". Aquel día yo sentí que había perdido a mi tío para siempre.

 

Ahlam Kouera.

Diciembre 2021-Enero 2022

Tarea de escritura basada en el cuento “Mi hermano Mayor” de María Luisa Puga.

 

«VEINTE AÑOS, HIJO», BAHIA OMARI

    Lloro sin cortar cebollas, pero oigo la fluidez de las lágrimas, lágrimas por el dolor que alcanza siempre mi corazón, mi alma; un...

RECITAL 9 DE JUNIO DE 2017

RECITAL 9 DE JUNIO DE 2017
Cantando los versos de José Martí.

RECITAL 9 DE JUNIO DE 2017

RECITAL 9 DE JUNIO DE 2017
Iman y Anastasio recitando a Mario Benedetti. Mohammed a la guitarra.

RECITAL 9 DE JUNIO DE 2017

RECITAL 9 DE JUNIO DE 2017
Manal, Ahlam y Assia recitando a Oliverio Girondo.

RECITAL 9 DE JUNIO DE 2017

RECITAL 9 DE JUNIO DE 2017
Rkia recitando a Delmira Agustini

RECITAL 9 DE JUNIO DE 2017

RECITAL 9 DE JUNIO DE 2017
Bahia recitando a Alfonsina Storni.

RECITAL 9 DE JUNIO DE 2017

RECITAL 9 DE JUNIO DE 2017
Laura & Mohamed y Mohamed & Laura cantando a Alfonsina Storni.

Ensayando para el Día E junio 2015

Ensayando para el Día E junio 2015
Grupo del Taller de Lectura y escritura 2015

Recital 18 de junio de 2016

Recital 18 de junio de 2016
21.00 Instituto Cervantes de Rabat

Bahia. PUESTA EN ESCENA DE POESÍA ESPAÑOLA

Bahia. PUESTA EN ESCENA DE POESÍA ESPAÑOLA
Recital del 24 de abril de 2015

PUESTA EN ESCENA DE POESÍA ESPAÑOLA

PUESTA EN ESCENA DE POESÍA ESPAÑOLA
Viernes, 24 de abril de 2015, 19.00 -INSTITUTO CERVANTES DE RABAT -

Rkia. PUESTA EN ESCENA DE POESÍA ESPAÑOLA

Rkia. PUESTA EN ESCENA DE POESÍA ESPAÑOLA
Viernes, 24 de abril de 2015

Iman.PUESTA EN ESCENA DE POESÍA ESPAÑOLA

Iman.PUESTA EN ESCENA DE POESÍA ESPAÑOLA
Recital del 24 de abril de 2015

Abdellah. PUESTA EN ESCENA DE POESÍA ESPAÑOLA

Abdellah. PUESTA EN ESCENA DE POESÍA ESPAÑOLA
Viernes, 24 de abril de 2015

Fatima. PUESTA EN ESCENA DE POESÍA ESPAÑOLA

Fatima. PUESTA EN ESCENA DE POESÍA ESPAÑOLA
Rabat, 24 de abril de 2015.

Aïcha. PUESTA EN ESCENA DE POESÍA ESPAÑOLA

Aïcha. PUESTA EN ESCENA DE POESÍA ESPAÑOLA
Recital del 24 de abril de 2015

RECITAL 11 DE JUNIO DE 2014

RECITAL 11 DE JUNIO DE 2014
Recital "A orillas del Bu Regreg 2014"