TALLER DE ESCRITURA "A ORILLAS DEL BU REGREG" DEL INSTITUTO CERVANTES DE RABAT
Bienvenidos a «A orillas del Bu Regreg», el blog de los integrantes del Taller de lectura y escritura creativa, un curso especial que realizamos desde hace doce años en el Instituto Cervantes de Rabat (Marruecos).
En este espacio damos a conocer los cuentos, poemas y otros ejercicios de escritura que se proponen en clase y que realizan nuestros alumnos, aunque también publicamos colaboraciones de nuestros lectores.
Muchas gracias por leernos y por compartir vuestras opiniones. Ester Rabasco Macías (profesora del Taller)
Algunos minutos antes de la puesta del sol, todos se preparan y se reúnen a la salida para dejar este sagrado lugar: Arafat.
Apenas se siente el crepúsculo. Nos empezamos a marchar lentamente. No se oye nada más que:“Señor! Aquí puedo responder a su llamada. ¡Usted no tiene igual! Aquí puedo responder a su llamada. Ciertamente, la alabanza, la gracia y la realeza le pertenecen a usted! ¡Aquí puedo responder a su llamada” Con un ritmo único y con voces fervorosas y llenas de devoción, de inclinación y de afecto. Con voces sofocadas por las lágrimas.
Sí. “Señor! Aquí puedo responder a su llamada. ¡Usted no tiene igual Aquí puedo responder a su llamada. Ciertamente, la alabanza, la gracia y la realeza le pertenecen a usted! ¡Aquí puedo responder a su llamada” Nunca mejor dicho. Todos obedecen a Dios; al versículo 199 de la Sura 2: La Vaca-Al-Baqarah-: “¡Haced, luego, como los demás y pedid perdón a Alá! Alá es indulgente, misericordioso”. En primer lugar, los peregrinos han dejado sus países para venir hasta La Meca a través de diferentes medios de transporte: aviones, barcos, autobuses, etc. Luego, nos trasladamos todos a Mina y pasamos allí la noche para ir al día siguiente a Arafat.
Camino al lado de mi hermano y su mujer. Nos rodea una muchedumbre enorme.
Poco a poco nos alejamos de Arafat. Cada vez hay más grupos y grupos de gente que llegan. Diferentes árabes y diferentes razas: sirios, iraquíes, palestinos, norteafricanos, europeos y musulmanes asiáticos, turcos, alemanes, franceses, italianos, británicos, americanos, malasios, indios, coreanos, paquistaníes…. Diferentes colores de piel. Desiguales tamaños. Edades varias. Idiomas distintos.
Enseguida pensé en el versículo 27 de la Sura 22: La peregrinación -Al hayy- cuando Dios dijo a su profeta Ibrahim que llamara a la gente a la peregrinación “Llama a los hombres a la peregrinación para que vengan a ti a pie o en todo flaco camello, venido de todo paso ancho y profundo”. La verdad de Dios Todopoderoso.
Todos preocupados por pedir perdón a Dios, por la absolución.
Todos con el mismo uniforme: dos tollas blancas rodean el cuerpo de los hombres dejando aparecer un hombro. Mientras, las mujeres casi todas cubiertas, excepto la cara y los manos; con su vestido completamente blanco o negro. La situación me recordaba el día de la resurrección. Tal como nos la describió nuestro profeta. Todos iguales en las mismas circunstancias. En idénticas condiciones, con la misma ansia y preocupación. Cada uno espera ver el fruto de su trabajo de toda su vida, su rendimiento y su compensación en el más allá. Corroborando a nuestro profeta: “la piedad es la única diferencia entre el árabe y los otros y entre el blanco y el negro”. Caminamos juntos mi hermano, su mujer y yo. Y masas y masas de hombres caminan detrás de nosotros, nos alcanzan y ya nos adelantan. Y mis compañeros se me hubieran perdido entre la gente fácilmente si no nos hubiéramos agarrado firmemente. Y de nuevo caminamos junto al sinnúmero de peregrinos rendidos ante Dios, todos piadosos, llenos de humilde arrepentimiento. De vez en cuando la oración describe este culto: “Señor! Aquí puedo responder a su llamada. ¡Usted no tiene igual! Aquí puedo responder a su llamada. Ciertamente, la alabanza, la gracia y la realeza le pertenecen a usted! ¡Aquí puedo responder a su llamada”, insistiendo ante nuestras imploraciones. Me dijeron que tenía que estar atenta durante la peregrinación porque la muchedumbre causaba problemas, que la gente se perdía sobre todo cuando no tienen buena orientación. Me pareció entonces exagerado lo que me habían contado. No me imaginaba una aglomeración de personas tan importante, tan preocupada por sí misma, por arrepentirse y disculparse ante Dios, tan expectante “para atestiguar los beneficios recibidos y para invocar el nombre de Alá en días determinados sobre las reses de que Él les ha proveído!:«¡Comed de ellas y alimentad al desgraciado, al pobre!»” (Sura 2: La Vaca-Al-Baqarah-, versículo 28).
Hombres y mujeres, viejos y jóvenes, también unos niños; todos atados respectivamente a sus compañeros formando una especie de cadena para que no se confunda con la muchedumbre. Sin embargo, de vez en cuando, nos encontramos frente a algunas pobres personas perdidas y atemorizadas, nerviosas y a punto de llorar de miedo por no poder reencontrar a sus compañeros.
Al aproximarse uno a la entrada del lugar sagrado, “Muzdalifa”, la caravana ya se ha agrandado, ya se ha ensanchado. Cada peregrino sudoroso, polvoroso, con su uniformado constituido simplemente de dos telas y más o menos desaliñado, busca a un sitio, un rincón, para rezar y descansar algunas horas. Antes de la aurora, de la llamada del muecín para el rezo, todos se despiertan (si no lo están ya). “No hacéis mal, si buscáis favor de vuestro Señor. Cuando os lancéis desde Arafat, recordad a Alá junto al Monumento Sagrado! Recordadle... cómo os ha dirigido... cuando erais, antes, de los extraviados.” (Sura 2: La Vaca -Al-Baqarah-, versículo 198).
Mariam Benchekroun
Rabat, junio-julio de 2010
(Basado en el ejercicio realizado a partir de “Comienza el desfile” de Reinaldo Arenas)
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