Abro
la puerta de mi casa. Cansada, desmoralizada, entro de prisa directamente al
cuarto de baño. Abro el grifo, la cabeza inclinada, tiendo el hueco de mis
manos juntas y, con tres puñados de agua fría me rocío la cara; después me
incorporo apoyando mis manos en el borde del lavabo como para recuperar mis
esfuerzos. Así, fijo mi mirada sobre el espejo pasando la mano fresca y mojada
sobre mi cuello y mi busto.
El espejo es tan grande,
tan claro... Pero ¿Es realmente mi “Yo” la persona de ese aspecto que se
refleja el espejo? Me quedo un rato en esa posición, muchas preguntas cruzan mi
mente…
¿Yo?
¿Quién soy? ¿Es tan difícil descubrir quién soy? ¿Es probable que mi mente
conteste a mi corazón o que mi corazón influya en mi mente? ¿Qué espero yo de
mi existencia? ¿Cuál es mi meta?
De
repente, no sé cómo, con un gesto involuntario, tiro un chorro de agua al
espejo; y de inmediato, siento como si algo se despertara en mí. Una voz vaga,
lejana, pero también muy cercana, surge de mi anterior diciendo: «Yo soy “el
otro yo” de ti, vivo en tu alma, en tu corazón, en tu mente, en tu sangre…»
¿El
otro yo de mi yo? ¿Qué es esto? ¡Dios mío! Me siento perdida entre la duda y la certeza. El otro yo
contesta: «Yo soy el otro yo que se halla en tu fondo, en la parte oculta de tu
inconsciencia, te vigilo constantemente y aparezco cuando tú me necesitas.
Siento tus sentimientos, tus diversos emociones, tus pensamientos, tus
acciones, tus temores y tus dudas; conozco
tus valores humanos…Tú, con tu fondo, constituyes un mundo.
Pero lo que continuamente tuerce tu mente es
ese sentimiento tuyo de que no eres perfecta…
Porque eres humana, no eres diosa. Recuerda la sentencia filosófica:
«Pienso, luego existo». Es una sentencia
verdadera Y, con ella puedes desafiar todos los motivos de duda y aplacas la
lucha que llevas en ti; así podrá ver la luz de la realidad.
-
¿La luz? –repito-. Sí, busco la luz de mi mundo. Y cuando abro la ventana, ante
la primera frescura de la brisa que me acaricia la cara, y la dulzura del olor
de la naturaleza, siento que mi piel y mi
pelo se llenan de vida y de alegría. Aquí, arriba, me parece como si
dominara el mundo. A lo lejos, veo el mar enorme y tranquilo y el horizonte
larguísimo y bello. Y cuando admiro el vastísimo cielo con algunas nubes
blancas y ligeras de extrañas formas, imagino que una de ellas lleva en ella mi
destino; y que este cielo tan generoso
nos colma de favores sin error y sin descanso. Luego, echo una mirada
abajo y todo el mundo me parece enano y débil… Esto me asusta, y pronuncio:
«No, no quiero ser la gigante poderosa de los enanos, yo quiero tener mi sitio
entre aquellos que son altos, que tienen fuertes ideas y dominan el poder de la
palabra justa y aguda como arma de libertad y de expresión sin temor.
-
Y si llueven gritos sobre mí, y que estoy satisfecha de mis acciones, más vale
hacer oídos sordos y seguir mi camino.
-Por
eso, desciendo y ando extendiendo mi mirada al frente hasta el límite. Así, con
el peso de mis pensamientos, sigo caminando y mirando al suelo, respiro
profundamente y continúo meditando en silencio y revelando en mí una
introspección para conocerme mejor. Repentinamente, surge de nuevo el otro yo:
«Aquí vuelves a tu mundo, a tu tierra fértil como mujer, al chorro del arroyo sagrado,
a tu naturaleza… Siente el perfume de la rosa y de la azucena, de la mente y de
la lavanda, escucha el ruiseñor cantar en el árbol frutal, vivo y silencioso, a
la piedra que empujas cada día adelante con tu pie derecho.»
(Después
de un breve silencio), el otro yo añade: «Pero, dime, si en tu camino una
hormiga te saluda, ¿Qué haces?
- Sin reflexionar, yo le respondo: «Me aparto
de su sendero, me acerco a ella y me pongo de rodillas para saludarla y
admirarla por su disciplina y su constancia en el trabajo.»
-
Y si la soledad camina tras de mí, siento el frío del silencio que me ofende y
me pone la piel de gallina, que la rutina va
robarme el tiempo de mis momentos calurosos y agradables; ese tiempo que
no cambia nunca, que se derrama solo hacia adelante como un torrente,
llevándose con él nuestros recuerdos y nuestro pasado alegre; que la pobreza no
se cuenta por falta de dinero, sino por falta de amigos, y que son ricos
aquellos que tienen buenos amigos.
Así,
cuando me despierto, el otro yo está todavía aquí. Y descubro a través de él
que puedo amueblar el silencio atroz soñando con un «buenos días», esperando el
timbre de un teléfono querido que con una sonrisa rompe el peligroso silencio.
El otro yo replica: «También te gusta leer y escribir, escuchar música clásica
y chatear… ¿Chatear? No, no te gusta chatear ya lo sé, prefieres pasear o
viajar…»
¡Ah! Tienes razón –responde mi yo-. Los libros son amigos que, con el paso
del tiempo nunca decepcionan. Cada libro es un viaje interesante y reposado, un
jardín de miles de maravillosas flores. Cuando leo y dejo mi mente pasear entre
sus líneas, sus palabras y sus expresiones, me parece disfrutar del néctar de
cada flor. James Russell Lowell dijo: “Los libros son las abejas que llevan el polen de
una inteligencia a otra”. Por eso, querido lector, deja tu mente
hablar con el libro porque el libro cultiva tu cerebro.
-
Y si un árbol me abraza, una sensación de protección y de tranquilidad me
invade, me siento envuelta de misericordia, siento mi cuerpo erigido contra el
tronco del árbol, la cabeza mirando hacia arriba para tocar sus ramas, sentir
sus frescas hojas, disfrutar su fruto y todavía más, en su sombra encuentro la
ternura y veo qué generoso es el árbol.
La energía que me ofrece es tan grande y me desborda de alegría y de
fantásticas inspiraciones que me animan para escribir y escribir dando la libertad
a mi lápiz, llevando mis ideas y mi voz a los lectores de diversos niveles y
lugares geográficos. Entonces recuerdo la expresión de Miguel Cervantes: “La
pluma es la lengua del alma”. Así es,
logro convencer a la soledad, imponiendo mi existencia sin dudas.
-
Y si dos ojos me sonríen, me parece juntar en mis brazos el Este y el Oeste del
universo. Siento que la felicidad baila conmigo, la alegría me lleva lejos, muy
lejos, por el cielo majestuoso, con la luna y las estrellas. Aquí, la palabra
se pierde y, el silencio tiene su lenguaje y sabe cómo se hace entender y cómo
ampliar nuestra capacidad de atención y nos hace más conscientes.
-
En cambio, si un desconocido me da su mano, guardo mi distancia y sin responder
a su extraño gesto, le clavo una mirada inquisidora y le pregunto; ¿Por qué?
-
Y si la tristeza dolorosa me coge de la mano, lloro copiosamente de sufrimiento
y de pesadumbre. Dicen que las lágrimas apaciguan la herida del corazón. Pero,
a pesar de todo, el hombre no debe dejar pasar el tren de la vida, porque la
vida no le espera.
- Si el dolor persiste y se acuesta conmigo,
ahogo mis sollozos, a mi pesar, y consulto con la almohada.
-
Y si me duele la impotencia, tomo la
paciencia como apoyo para la resistencia. Así, sigo el itinerario de mi “yo”
con esperanza y valentía.
-
¿Qué hago si la alegría se me escapa?
Desde luego, me arrepentiré amargamente, porque, por orgullo o por
ignorancia, no he considerado su valor en su momento.
-Pero
si encuentro a la muerte en mi camino, me integro en la atmósfera
espiritual y dedico con concentración
mis últimos momentos a Dios, rogándole una despedida apacible con mis queridos.
Será mi última petición porque lo que debe llegar no puede faltar. Este es el destino del ser
humano o, mejor dicho, el círculo de la
vida.
Fátima
Ezzehar
Rabat,
1 de abril de 2014
Actividad
de escritura y de desbloqueo para escribir sobre nosotros mismos.
¡Qué itinirario Fatima !
ResponderEliminarSorprendente, profundo, filosófico y muy interesante!
Has hecho una introspección objetiva, a veces autocrítica pero realista.
Tu texto está muy elaborado, agradable con estilo poético y más optimista que pesimista en donde relacionas los temas con mucha suavidad.
Me gusta mucho lo que dices más adelante: “Y cuando abro la ventana,…” y también, “Y si un árbol me abraza,…”
¡Tu paseo introspectivo me encanta! Gracias por compartirlo, amiga.
Rkia
Rkia, estoy contenta de que, paseando en el jardin de nuestras escrituras, hayas hecho un paro en mi rincon y descubrir lo que oculta.
ResponderEliminarTu comentario me importa mucho; asi con los del taller, me dan una indeterminada
energia para escribir y escribir ampliamente.
Muchas gracias amiga.
Fatima