La temporada de conciertos es intensa, como siempre. Mis fieles instrumentos lo saben, me siguen, están siempre prontos para que en cualquier momento los haga sonar en ensayos en casa, en los hoteles, en los teatros, y luego frente a los espectadores.
Mi clarinete y mi saxofón, a quienes llamo Clari y Saxo, a veces se ponen celosos si toco en el instrumento de algún colega. Pero saben que vuelvo a ellos, que son insustituibles. Me obedecen, ya conocen mis manías.
Una tarde les digo que esa noche tocamos con Gary Bartz y que haremos un ciclo de una semana con él. Con Gary, me dice Clari, no tengo ganas, es demasiado grande, ¡¡¡se lleva todos los aplausos!!! Clari no lo quiere, en cambio Saxo sí, lo admira, e incluso le gusta que él lo tome entre sus labios y le arranque sus mejores sonidos.
Clari finalmente accede al ensayo para esta noche, pero me deja entrever que no le gusta eso del ciclo. Le digo que hay que hacerlo, que es importante tanto para Gary como para mí. En Nueva York tocamos casi todas las noches, pero en París, es sólo estos días. Así que ¡a ensayar1, le dije. Y estuvimos juntos unas dos largas horas. Al finalizar el trabajo de esa tarde, Clari me pregunta que por qué me empeño en quedarme tantos días en París, que por qué no adelantamos nuestro viaje a Uruguay para festejar el día internacional del Jazz. Clari ama “El Sosiego” y todos los primeros días de enero de los Festivales Internacionales de Jazz de Punta del Este. Ama el ambiente y a mi gran amigo Francisco. Le contesto que ya iremos. Unos suspiros de do y la y fa escapan de su alma.
El concierto en la “Salle Pleyel” fue un éxito. Guardé cuidadosamente mis instrumentos en sus estuches y fuimos a cenar todos los músicos y luego a dar un paseo por el París de noche, siempre tan fascinante. Sentí que uno de los estuches se movía solo, pero me dije que sería el efecto del champán con el que celebramos el reencuentro.
Volvimos cada uno a su hotel, nosotros a nuestra habitación frente al Sena. Luego de tomar otro buen vino, me quedé dormido.
Al otro día por la tarde retomamos nuestro habitual ensayo, éste más corto, ya que queríamos tomar un chocolate en “Les Deux Magots”.
Antes de terminar la semana en París, una mañana me levanto y no veo, en el lugar habitual de la habitación, el estuche de Clari. Pensé que estaría en la salita de entrada, pero allí tampoco estaba. Comencé a preocuparme y le pregunté a Saxo si no me habría olvidado de traerlo la noche anterior. Saxo me recuerda que no, que volvimos todos a la habitación. Como esa noche y las siguientes íbamos a hacer un dúo de saxofones con Gary, pronto me olvidé del estuche no encontrado.
Los amantes del jazz, franceses y turistas, nos pedían al final de cada concierto que siguiéramos un rato más. Nos gusta París y su público cosmopolita.
En un intervalo de uno de los espectáculos, suena mi móvil y veo que es Francisco, que me dice: “Che, Paquito (1), ¿tan excéntrico estás que no podés viajar con tus bártulos?”. “Pero ¿qué dices amigo?”, le pregunto. Y él sigue: “Me llamaron del aeropuerto de Laguna del Sauce para retirar algo a mi nombre, de aquí mismo te estoy llamando”. Abrí el paquete muy bien hecho, proveniente de París, y me sorprendió ver a Clari que reía triunfadora y emitía las notas del Aleluya.
“¿Cómo?”, dije. “Hola, hola”, pero ya no hubo respuesta. Solo se escuchaba a Haendel.
Ana Borges.
Pinares, Uruguay, 6 de mayo de 2012.
Tarea basada en “Trabajos de oficina” de Julio Cortázar.
(1) Paquito D'Rivera (Francisco de Jesús Rivera Figueras) (Marianao, La Habana, Cuba, 4 de junio de 1948) es un músico, arreglista y compositor de jazz.
Ana,
ResponderEliminarmuy bonito cuento y muy entrnable relacion entre el musico y sus instrumentos;
me alegro de leerte de nuevo, te hechamos de menos en el taller,
un beso
Querida Iman:
ResponderEliminarGracias. Yo también os echo mucho de menos a todos vosotros y al Taller.
Besos para ti y para la pequeña Ines
La música de tus palabras está en un acuerdo perfecto con las ondas de Jazz que nos transportan a lo lejos. Tu melodía es una bella sinfonía que rompa con los límites del diario. Un bello texto; bravooo Ana
ResponderEliminarQuerida Ana,
ResponderEliminarLa musica y Paris! Todo lo que me emociona :)
Leyendo, queria insinuarme entre tus palabras, entrar en tu cuento y vivir esta semana en Paris de verdad... Un placer leerte Ana, como siempre.
Un fuerte abrazo
Tan lejos pero bastante cerca gracias al Blog y sobre todo a Ester para poder disfrutar de la lectura de “JAZZ”.Me gusta mucho y pienso que es un homenaje a Paquito D’Rivera que acabo de descubrir leyendo tu magnifico cuento con sus protagonistas: Saxo y Clari
ResponderEliminarGracias por compartirlo y espero leer otros textos tuyos.
Un fuerte abrazo, querida Ana.
Rkia
Muchas gracias por vuestros comentarios, Rkia, Abedellah, Fatine e Iman.
EliminarMe dan mucho ánimo para escribir. A veces me falta tiempo para haceros comentarios, pero he leído algunos textos muy bonitos.
Espero poder hacerme de más tiempo para escribir y comentar.
Un abrazo muy fuerte
Ana