Estoy enfadada con Amina o ella conmigo,
no sé. Cuando me llama para ir a jugar, siempre le digo que no me apetece, que
no quiero, pero en realidad es lo contrario, quiero salir y jugar con ella. Quiero que
corramos, quiero que juguemos con el perro y que nos manchemos de barro al
caernos, aunque Warda, mi mamá, se enfade.
Creo que después iré a llamarla, ya hace
dos días que estamos enfadadas y creo que eso no está bien.
Me parece que Amina me tiene celos.
-Warda me ha dicho esta palabra, pues yo no sabía cómo se decía- Amina siempre
me dice que la maestra me quiere más a mí que a los otros, que cuando pregunta
algo siempre respondo yo, que yo soy la más inteligente de la clase, pero… yo
no tengo culpa de todo eso. ¿Cómo podemos saber si me quiere más o menos? ¿Cómo
podemos saber lo que nos quieren los demás? ¿Acaso podemos ir al mercado y
comprar el cariño? —también Warda me ha enseñado esta palabra—. ¿Podemos decir
“quiero un kilo de abrazos”, o bien “dos kilos de amor”, o “un cuarto de
cariño”? Ojalá que pudiéramos hacerlo, así cuando echamos de menos a alguien,
que pudiéramos comprar los besos y abrazos. Pero no, no se puede… Si se
pudiera, yo estaría siempre en el mercado comprando los besos de papá.
Tengo la impresión de que Amina quiere
ser como yo, y mira qué casualidad, pues yo también quiero ser como ella. Ella
piensa que siempre estoy contenta porque me río, aunque en el fondo no es así.
Estoy muy triste, triste por no tener a papá aquí, triste por mamá. No sé,
últimamente ella no habla mucho. Desde que se fue al pueblo y volvió, no canta
ni ríe tanto como antes. Le he preguntado por qué fue, qué pasó allí y ella
dice que no pasó nada, pero yo sé que pasó algo que no me quiere decir. Espero
que pronto vuelva a despertarme cantándome esa canción que tanta gracia me
hace. Algunas veces intento yo misma tararearla, pero mamá me dice que pare,
que no siga, que va a llover… No sé por qué, pero me lo dice siempre riendo y
la verdad es que no entiendo por qué puede llover si yo canto. ¡Qué ganas tengo
de ser mayor para comprenderlo todo! Dice que es una canción muy antigua que se
cantaba en España antes y que era más o menos así:
Perdime por conoceros,
ojos negros,
Perdime por conoceros.
Perdime por teneros,
cabellos morenos,
Perdime por teneros.
Perdime por tomaros,
vigorosas manos,
Perdime por tomaros.
Perdime por veros
¡Oh, habibi!
Perdime por acompañaros.
Puedo dormir y no quiero.
¡Que el sueño se me escape
pensando en esos luceros!
¡Oh, habibi, iluminad mi amanecer!
¿Qué faré yo sin ti, hayati?
¿Qué faré yo o qué serad de mibi?
¡Habibi, non te tolgas de mibi!
¿Qué faré mamma?
¿Qué faré yermanelas?
Si mi habibi se tolga de mibi
Si Amina fuera como yo, ahora su madre
no cantaría y estaría siempre triste. Y si yo fuera como ella, tendría a papá
aquí conmigo dándome besos y abrazos como hace su papá con ella. ¡Qué lio! ¡Si
esto fuera así, nunca sabríamos quién es quién! El mundo estaría lleno de gente
perdida y nadie sabría a qué casa ir, si a la suya o a la del otro.
¡Qué difícil es la vida! ¿Verdad? Warda,
mi mamá, dice que ahora la vida es muy fácil para mí, que no tengo que
preocuparme por nada, que cuando sea mayor ya veré lo complicada que se vuelve.
Creo que sí será bastante complicada, pues voy a tener que aprender, por
ejemplo, muchas palabras que ahora no conozco, palabras que dicen todos cuando
hablan y que yo no sé qué significan. Aunque… tengo la impresión de que lo más
fácil, en realidad, será aprender esas palabras y que lo difícil será la propia
vida. Mamá y la abuela nunca paran de repetirlo, siempre están diciendo que en
esta vida siempre se está sufriendo. ¿Por qué en esta vida? ¿Es que hay más?
Tendré que preguntárselo a la maestra.
Bueno, voy a ir a casa de Amina. Le voy
a decir que lo olvide todo y que seamos amigas como antes. Y si piensa que yo
soy mejor que ella, se equivoca, no debe tener celos de mí ni de nadie, pues,
como dice la maestra, todos somos iguales y no hay que buscar problemas para
que la vida sea más fácil. Esto yo no lo entiendo muy bien, pero si lo dice la
maestra será verdad. ¡Cuánto sabe la maestra!
De mayor quiero parecerme a ella, y si
hay otra vida, yo ya sé lo que quiero ser. Maestra para saberlo todo, pero eso
sí, sin celos.
Rabat, 22 de
febrero de 2014
Anastasio
García García
Ejercicio
inspirado en un fragmento de “Malena es un nombre de tango” de Almudena
Grandes.
Me gusta mucho este monólogo infantil.
ResponderEliminar¡Muy interesante como relacionas tu texto con tu novela!
Yo diré que entre Imane y Amina no hay “celos” con el sentido que le dan los adultos a esa palabra, ambas están todavía “niñas” para asumir sus diferencias.
¡Felicidades, Anastasio!
Rkia.
Muchas gracias Rkia. como tú dices no hay celos entre Imane y Amina, simplemente son pequeñas rencillas, que afortunadamente, entre los niños terminan siempre bien.
ResponderEliminarGracias por tus comentarios,
Anastasio