En las
montes de las fieras se estaba preparando una emboscada contra el conquistador.
Los cabecillas de las tribus de Awres, en las
altas montañas, se habían reunido por orden de la Kahina para finalizar el plan
de la batalla. En su búnker secreto, ubicado bajo el
monte, la Kahina había discutido con el
director de los servicios secretos. Este le había advertido que incrementara las medidas de
seguridad porque sospechaban que algún espía
se había infiltrado en su propia guarida. La
Kahina era el apodo que le habían puesto los conquistadores al
compararla con una hechicera o una sacerdotisa. Le atribuyeron poderes
para predecir el futuro y vencerlos en diferentes batallas gracias a su
potencial mágico. Pero a ojos de su pueblo amazigh era una guerrera valiente y
un ícono de lucha y de resistencia contra la invasión árabe. Desde muy joven se
había distinguido entre todos los jóvenes en el uso de las armas y en el campo
de batalla. Era una mujer hermosa. En un gesto sensual se recogió en un moño su pelo ondulado que le llegaba a la espalda.
Se quedó pensativa
durante un buen momento y sintió como una lanza clavada en el corazón. Reinaba un silencio sepulcral. Comenzó a rememorar todos
los acontecimientos que habían ocurrido en los últimos días. «¿Quién desea
eliminarme?», pensó Kahina. Le desconcertaban los últimos cambios que se habían
hecho en los turnos rotativos de su guardia. Empezó a buscar algo entre sus
papeles y le llamó la atención un fax depositado encima de la correspondencia
que había recibido últimamente y que no había
leído. Estaba segura de que el documento era
confidencial. Se dirigió hacia la mesa y le sorprendió el contenido del correo.
Era un mensaje que le había enviado desde Cuba el Comandante, como solía llamarlo.
Le anunciaba la pronta llegada de un barco con armas para su lucha. Su
supervivencia dependía de esas armas y el enemigo se había acercado muchísimo.
Resonaban todavía las palabras de su amigo en su cabeza: «En la revolución se triunfa o se muere…».
Soplaba
un viento que espantaba a las pocas personas que salían furtivamente fuera de
las tiendas para hacer sus necesidades. Se oían las voces de las mujeres que,
aprovechando los últimos rayos dorados del atardecer, se dedicaban a tejer
aplicadamente sus alfombras. La ansiedad se leía en las
caras de los ancianos agrupados alrededor de un té humeante. Estaban
preocupados por las últimas noticias llegadas de la Ifriqiya.
Al
amanecer, la Kahina, ya a la cabeza de su ejército, dio la orden de quemar a su
paso todo lo que podía serle de utilidad para el enemigo. De lejos, la tierra
ardía. Las familias, desveladas por las llamas que devoraban la tierra, corrían
en todas las direcciones posibles. Impotente y sin armas, Kahina utilizó la
táctica de la «tierra quemada». En un acto de desesperación
o de suicidio, Kahina había intentado disuadir al enemigo destruyendo todo a su
paso. Ante un paisaje en ruinas y tras la captura de Kahina, al pueblo libre no
le quedó otra alternativa que bajar la cabeza. Los árabes habían entrado en la
Ifriqiya con la espada en una mano y el Corán en la otra. No había salvación
alguna para un pueblo desamparado.
Zakia Adli
Rabat, 24 de noviembre de 2018
Ejercicio de escritura inspirado en el cuento
«Sócrates o la lucha armada» de Alejandro Pedregosa.
Dihia (Dihia o Dahia; y en tifinagh, ⴷⵉⵀⵢ): reina y guerrera cristiana bereber Zenata y de la tribu Yarawa que combatió la expansión
islámica en el norte de África durante el siglo VII.
Ifriqiya: En la historia del Islam medieval, es un territorio del norte de
África que corresponde aproximadamente al actual Túnez, excluyendo las partes
más desérticas, la región de Constantina del noreste de Argelia y la
Tripolitana.
Precioso cuento. La comparación derivada de la asociación de acontecimientos históricos y que en un principio debía detenerse en la mente del autor da el salto al cuento y crea una historia de índole maravilloso. Felicidades...
ResponderEliminarEnhorabuena, Zakia. Muchas gracias por seguir creando lazos entre la literatura y la vida. Un saludo.
ResponderEliminar¡Hola Alejandro!Tu comentario me llena de orgullo. He disfrutado la lectura de tus relatos. Un saludo cordial.
Eliminar¡Hola Zakia!
ResponderEliminar¡Me encanta tu texto sobre esta mujer amazighe legendaria!
Muy bien elaborado y me han gustado tus descripciones muy bien logradas.
Leyéndolo, he notado tu gran interés por los acontecimientos históricos.
Muchas gracias y,
¡Enhorabuena amiga!
Rkia
Zakia, nos has hecho un viaje maravilloso en el tiempo!
ResponderEliminarLa descripción del paisaje y de las personas está perfecta.
La historia tiene una similitud con la historia de Zaineb, la reina de Marrakech, la esposa de Yousef ibn tachfin.
Me llama la atencion, la manera muy delicada de tu escritura para presentar y abordar la invasión arabe en este momento de la historia.
Me gusta mucho
Bravo
¡Enhorabuena amiga!
Bahia
Felicitaciones, Zakia. ¡Un relato muy bien escrito!
ResponderEliminarHola a tod@s!
ResponderEliminarEs un testimonio que me honra y que me exige dar lo mejor de mí.
Un abrazo a tod@s.
Magnifico relato Zakia, nos has hecho viajar y disfrutar de este personaje femenino tan mítico.
ResponderEliminarDeberíamos recordar de vez en cuando a estas mujeres fuertes que han hecho historia, pero que se están quedando en el olvido.
Felicidades.
Iman