De pie, delante de la máquina de cigarrillos, había sentido la mirada que había posado sobre él una mujer sentada a la mesa justo al lado. Era una mujer joven, morena, de ojos claros y cara ovalada. Lucía una sonrisa tímida y fugitiva y llevaba un abrigo marrón pálido. Detrás de sus ojos color miel había algo más, una petición, una esperanza. Ambas miradas se cruzaron, se interrogaron, vacilaron en la actitud que debían emprender. Pero la mujer, que parecía esperarle, se lanzó la primera con un tono lo justo audible aunque con una voz clara.
El hombre se detuvo, parecía vacilar. Luego se volvió hacia su amigo, que seguía sentado en una mesa del fondo, delante de una cerveza a medias bebida, y le pidió excusas con un gesto de la mano con el fin de satisfacer la demanda que acababan de hacerle.
Era un hombre joven, ya en la treintena o casi, con barba de algunos días. Vestía un jersey marrón y una chaqueta deportiva. Tenía cierto aspecto de cretino con cara de santo que alardea con su mirada interrogante, a la par que perdida y apacible. Sentado delante de ella, mostraba un aire un poco desconfiado pero estaba atento y escuchaba las palabras de la joven con atención, ientras la animaba a proseguir con leves asentimientos de su cabeza.
El rostro de la joven, que mantenía un discurso claro, ordenado y posiblemente ensayado a priori, se mecía entre la gravedad, la seriedad y la tristeza, mientras conservaba clavados sus bellos ojos en los de él. El impulso inicial de ella había ido disminuyendo progresivamente y parecía volverse entrecortado. Signos de duda, de aprensión, de incertidumbre se perfilaban en su cara. Al mismo tiempo, el hombre parecía haberse angustiado, preocupado.
La mujer le dijo algo que podía tener relación con su amigo. Por eso, él se volvió hacia éste y le pidió de nuevo perdón por su retraso. Abrió su paquete de cigarrillos de un modo exacerbado, torpe, desgarrando el lado superior del paquete, para ofrecerle a ella un cigarrillo y tomar uno él también. La mujer, que estaba muy atenta a sus reacciones, le tendía ya el fuego de su mechero antes de que él hubiera tenido tiempo de buscar el suyo. Esperaba haber destruido sus fortificaciones, su indecisión y haberle quitado la palabra que deseaba.
El hombre volvió la cabeza para ver lo que sucedía en la tele: un fornido perro negro estaba atacando, durante una sesión de entrenamiento, a un monigote de paja vestido de azul. Esta escena parecía haberlos dejado un poco más angustiados. Pero él tragó saliva y luego se levantó. La mujer aplastó su cigarrillo apenas empezado en el cenicero. Sus labios denotaban un leve temblor. Al final, aunque a ambos se les habían humedecido los ojos, era la mujer quien parecía estar a punto de prorrumpir en lágrimas.
Ella no sabía si el hombre había aceptado su oferta o no, si iba a atreverse o no. Él parecía no saber qué hacer. Titubeó un momento, durante un breve lapso de tiempo, y luego se arrojó a la corriente de los acontecimientos, tomó a la mujer por el brazo y la atrajo hacia sí. Ella cogió su bufanda roja y lo siguió, con aire aliviado, satisfecha de sí misma.
Salieron por la puerta situada justo al lado de la mesa donde estaba su amigo, el cual abría sus ojos de forma desmesurada. Aparentemente, no había entendido nada.
Abdellah El Hassouni
Rabat, 3 de marzo de 2012
Texto basado en una secuencia de la película “Lucía y el sexo” (2001) de Julio Médem: descripción de personajes y de emociones.
¡Felicidades Abdellah!
ResponderEliminarPor tu capacidad muy desarrollada de observación,
por tu manera de describir las escenas: vocabulario elegido, interpretación de las actuación muda de los protagonistas, la elaboración de tu texto en su globalidad
y para acabar: por "UN RAPTO TIERNO"
Rkia
Mi querido Abdelah,
ResponderEliminarMe gusta tu texto, como siempre. Admiro tu capacidad de hacer de una escena banal y sin grandes acontecimientos, una escena interesante con algo de misterio. Me gusta mucho la frase " Tenía cierto aspecto de cretino con cara de santo que alardea con su mirada interrogante, a la par que perdida y apacible". Una descripcion que transmite sutilmente la subjetividad del autor. Me gusta tambien el haber hablado de la tele y de lo que se veia en aquel momento, le da mucha realidad a la historia y a nosotros la impresion de ver una escena de una pelicula o en la vida real. Me gusta como terminas la historia, y como nos das la impresion de saberlo todo aunque en realidad sabemos poca cosa :) O sea me gusta todo !
Felicidades amigo mio.