“EL DESTINO” de FÁTIMA EZZEHAR

En un día de otoño desapacible, en un espacio casi desierto, un violento viento, sin aviso, barre la tierra de un campo silencioso, arrancando los rastrojos de las plantas secas del verano y jugando con las amarillentas hojas marrones de los árboles testigos. Solo un extraño ruido de la corriente del río interrumpe el ronroneo del viento.

De lejos, en el cementerio del campo, aparece un hombre maduro, fuerte, aunque semeja estar abatido, triste. Se encuentra arrodillado junto a una tumba y está plantando algunas flores blancas y verdes. Mientras se defiende del mal tiempo, con la cabeza baja, va murmurando algo.

 A su alrededor, en este espacio tenebroso, el silencio aumenta, la soledad atroz le debilita el corazón, le atormenta el alma. Y con un gesto seguro, con su mano poderosa y temblorosa por la tristeza, coge un puñado de tierra, la mira con ojos cansados, la siente hasta sus  pulmones y, con lágrimas, la besa diciendo:

Sin ti, amor mío, me siento perdido… Adoro tu tierra, su olor, su frescura, su dulzura y fertilidad. Tu amor me animaba el espíritu, me calentaba el corazón, me reforzaba el cuerpo, pero ahora tu cuerpo, tu cuerpo, el destino se lo ha llevado, y yo sin ti, sin destino yerro.

¿Sabes, ángel mío? Hasta mí vuelven secuencias de nuestras conversaciones, de nuestras sonrisas, de fiestas y de muchas cosas. Tu voz aún retumba en mi oído con ¡tu estupenda canción de la vida infinita!  Pero, amor mío, tu partida ha llegado demasiado pronto, tu viaje es eterno. Ahora, la tierra te cubre con las manos sobre el corazón.

¡Ah, querida mía! De materia destructible somos y a nuestro origen volvemos.

¡Dios mío! ¿Cuál es este rigor que a mí te ha arraigado?

La agonía, la despedida fue dolorosa. Con voz quebrada me dijiste:

-Quiero viajar, voy a viajar, solo Dios  sabe adónde voy a viajar, estoy en sus manos.                                

-Querido, riega  las plantas, la orquídea blanca está sola en el rincón, no la olvides.

-¿Por qué el sol ha desaparecido tan pronto?

- ¿Por qué está tenebroso este día? La oscuridad me asusta. Enciende las velas, un hilo de luz me basta.

-¿Por qué este lugar está tan helado?

-Llámame, si no me despierto… La noche será larguísima, pero mi alma volverá a ti cada alba.

Fátima Ezzehar

Rabat: 27de febrero del 2015

Ejercicio basado sobre el poema “Vida” de Dámaso Alonso