Me acuerdo del primer día en que
participe en la fiesta de final de curso, era la
mejor manera de reunir a las personas que habían compartido buenos momentos con nosotros. Yo tenía una sensación extraña, perdí el apetito por la comida, el día anterior tuve serios problemas para dormirme y luego
me desperté en varias ocasiones ansiosa en la mitad de la noche, además también estaba mareada, lo cual no solía sucederme. No
quería quedarme en casa y decidí caminar hasta la hora del último ensayo de la obra, antes de ser presentada frente al
público por la noche.
Entré en
la sala a la hora acordada, era enorme, con butacas llamativas de color
rojo, en el escenario había un piano y otros
instrumentos musicales, como la guitarra eléctrica, todo estaba cuidadosamente organizado,
vino el electricista con otros artefactos
electrónicos y también con un televisor y un DVD. Pero
yo no sentía confianza en mí misma, ya no recordaba nada sobre mi papel, me sentía inquieta, tenía
la lengua pastosa, la cara me chorreaba de sudor,
las manos se me humedecían y, encima de todo, lo peor era que me sentía separada de mí misma y de los demás. Sin
embargo, aún quedaban varias horas por delante, así
que pronto empecé los ejercicios con mis amigos y mi maestra, que
supervisaba el ensayo desde hacía un mes. Practicamos muchas
veces de forma que pude descubrir mis puntos débiles antes de la presentación, pero hasta el momento no había llegado a lo que quería
porque sufría de un problema de concentración.
Era inevitable cometer errores, las reglas señalaban
para cada participante un papel definido y un momento concreto para intervenir,
el problema era que yo olvidaba dónde debía empezar, se trataba
de una cuestión de concentración. Lo peor de
todo fue cuando vi un gran cartel anunciando el
espectáculo con mi foto y la de mis amigos, porque
entonces sentí la responsabilidad que tenía
de lograr el éxito.
Ensayamos
durante muchas horas,
mi papel era el de una guerrera de combate que había caído en manos del enemigo, tenía que entrar lentamente y seguir
el ritmo de la música de un pasodoble,
sin cruzar la vista con las personas que asistían al ensayo… Así que levanté los brazos arriba con el rifle, moví mi cabeza de reptil y agaché el
cuerpo como si fuera un pez buscando comida en el agua, después caminé hasta el centro del escenario
y bailé al compás de la música con una amplia
sonrisa, entonces hice la técnica del piccolo que consiste en juntar
energía entre las palmas de las manos y me lancé al suelo con mi cuerpo
de rana y las piernas separadas, luego volví a mi cuerpo original y me levanté rápidamente del suelo. En ese instante, con las botas y el casco, era como un bombero que
luchaba contra el fuego. Tenía a mi favor todo lo que había ensayado en el escenario para que la
gente no pudiera criticarme…
Después la sala empezó a llenarse,
yo entré con mis
amigas en el camerino para descansar un rato, me sentía muy agobiada por andar metida en aquel
uniforme de guerrera y porque hacía un calor horrible. De
vez en cuando echaba un vistazo desde detrás de
la puerta , la sala estaba llena de gente, ya se
acercaba el momento de salir a escena…. Y de
repente empecé a sentir dificultad al respirar, tensión muscular, miedo
al fracaso, pérdida de concentración...
Al escuchar el
sonido de la música, tomé el arma y entré con un ritmo constante, acorde con la música. Mientras me movía y bailaba, me sentí reconfortada y más calmada, vi las caras del público como si fueran cáscaras de
huevos, después me dirigí hacia mis amigos y todos nosotros interpretamos nuestros papeles
perfectamente, y aunque en alguna ocasión olvidamos
alguna palabra, cada
uno de nosotros completaba las palabras del otro
sin sentir la presencia de los espectadores.
Al
terminar la obra,
estallaron los aplausos. Me sentí orgullosa por las miradas de admiración, lo
cual aumentó mi alegría por estar ante aquella
amable audiencia.
Assia El Oualidi
Rabat ,27de
marzo de 2018
Actividad de
escritura basada en el motivo de la historia de “Mi primer concierto” de Felisberto
Hernández.
Hola Asia ,
ResponderEliminarEs un verdadero placer leer tu texto, me hace recordar los momentos juntos.
Un abrazo
Ahlam
muchas gracias Ester me encanta la sorpresa
ResponderEliminarMuy Bonito tu texto Assia, Me hubiera gustado asistir a vuestro espectaculo, no dudo de que todo fue genial :)
ResponderEliminar!Espero leerte más en el Blog!
Felicidades
Felicidades por tu escritura muy bien elaborada.
ResponderEliminarLa ruptura con el miedo y la confirmación de ser genial. Un sentimiento profundo lo que da el esfuerzo de mejorar sus acciones y actividades en el futuro .
Bravo y buen continuación!
¡Enhorabuena!
Bahia
¡Hola Assia!
ResponderEliminar¡Qué texto y qué descripciones del pánico y la alteración que precede el momento de subir sobre el escenario!
Muy divertida frase cuando más adelante hablas de la imagen del público desde el escenario:« …vi las caras del público como si fueran cáscaras de huevos… ». Y lo importante es el sentimiento de orgullo y superación del final con los aplausos de los asistentes.
¡Enhorabuena amiga!
Un abrazo.
Rkia
Posiblemente has sentido antes la presentación de la obra las emociones estresantes de verdad, Asia, pero no solamente que se han quedado a escondidas dentro de ti, pero también te han permitido escribir este cuento agradable a leer.
ResponderEliminarSaludos
Albena