Ya estamos en la calle. Hace mucho calor y no hay casi nadie. Mi hermana me lleva de la mano y por fin llegamos al parque. Aquí por lo menos hay sombra y se está fresquito pero tampoco hay gente. De repente mi hermana me suelta y ya no la veo. No veo nada, sólo plantas más altas que yo. La oigo. Me dice que tenga cuidado con un hombre porque roba niños pero yo no la veo. Tengo mucho miedo pero no quiero llorar, si lloro no volverá a llevarme con ella a ningún sitio. Ahora este parque no es mi parque de los domingos donde me columpio, juego y donde toca la banda de música. Ahora este parque me da miedo y entre las plantas veo a todos los monstruos de mis cuentos. Ahí está el lobo feroz de Caperucita Roja, la bruja mala de Blancanieves, el ogro de Hansel y Gretel, la madrastra de Cenicienta y el calvo, el calvo que roba niños y que viene hacia mí. Oigo a mi hermana, la vuelvo a oír pero no la veo, no la puedo ver. Sólo veo a ese hombre calvo que es sólo un poco más alto que las plantas que me rodean y que viene hacia mí. Ya no me importa que mi hermana no quiera llevarme más con ella. Estoy llorando, tengo miedo. Me he caído, me he manchado y cuando abro los ojos el calvo, en su silla de ruedas, está delante de mí. ¡Qué miedo tengo! No sé qué hacer y espero, espero, no me puedo mover y entonces oigo que el señor calvo me pregunta por su perrito: “¿Has visto a mi perrillo? Es un perrillo blanco”.
Y ahora, ahora aparece mi hermana. Se ríe. Lo ha visto todo y se ríe. Pero yo me he caído, me he manchado. Mamá no me va a dejar volver a salir con ella. ¡Qué pena!
María Dolores Varas Ruíz.
Rabat, mayo-junio de 2010.
(Ejercicio basado en el tema de “Con los ojos cerrados” de Reinaldo Arenas)
No hay comentarios:
Publicar un comentario
No olvides que nos importa tu opinión... Comenta nuestros textos, cuentos y poemas... Gracias.