Francisca: ¿Has visto a Don Antonio?
Adela: ¿A quién?
Francisca: A Don Antonio
Adela: ¿El cura o el médico?
Francisca: Mujer… No cometas sacrilegio (La madre se
lleva las manos a la cabeza).
Adela: No sé, madre, es usted, que no habla claro, o
seré yo, que no la entiendo. Últimamente anda usted muy rara y cavilando mucho.
Francisca: No hija, será la edad (lo dice bajando el
tono de voz) que ya va una para vieja…
Adela: ¡No diga usted eso, madre! Usted es joven y
guapa. Lo que tiene que hacer es quitarse esa ropa negra, aliviar el luto! ¡Son
ya diez años! (Se lo dice señalando
la ropa con un gesto brusco, algo enfadada)
Francisca: ¡No digas eso! A tu padre tengo que guardarle el
luto toda la vida, como está mandado. Además… ¿qué dirán tus tías? ¿Y las
vecinas?
Adela: ¡Qué dirán! ¡Qué dirán! Qué dirán! ¡Ya estamos con el dichoso qué dirán!
¡Pues que digan lo que quieran!
Francisca: Para ti todo es fácil, no encuentras problema en
nada. Te pareces a tu bisabuela Paca, que
fue una fresca toda su vida. Además, nosotras, dos mujeres solas en
casa, sin un hombre que nos cuide, tenemos que ser recatadas.
Adela: Ya ha salido el tema del hombre. Ahora me
preguntará que cuándo me voy a casar, ¿verdad? (Un poco nerviosa y
agitando las manos)
Francisca: Sí
hija… Yo ya estoy mayor y
cualquier día os doy un susto. Tu hermano, desde que se fue a Argentina, no ha vuelto y (con resignación) creo
que cerraré estos ojos sin verlo más. Piensa… ¿qué va a ser de ti? ¿Qué harás
sola en esta casa?
Adela: No siga, madre.
Francisca: Don Antonio parece buena persona. Dicen que
tenía una novia y que se iba a casar pronto, pero la pobre se murió. Dicen que
se murió porque le picó una gallina.
Adela: (En tono burlón.) Entonces, no será buen
médico si no la pudo curar.
Francisca: Mujer… estaría de Dios. (Baja la cabeza y
empieza a quitarse unas motas que tiene
sobre la falda.) Me ha dicho la Matea que, si quieres, puede hablar con él (Lo
dice casi en un murmullo.)
Adela: ¿Cómo? ¿Todo esto ya está planeado? ¿Me voy a
casar con quien usted diga y no con quien yo quiera?
Francisca: Don Antonio es una buena persona, además tiene
carrera, con él nunca te faltará de nada.
Adela: Pero madre… ¡Si me dobla la edad!
Francisca: ¿Y qué mas da? Tendrás una casa y cesta para
hacer comida caliente todos los días. Tu padre también era mayor y ya ves…
Juntos toda la vida y muy felices (pone cara de felicidad y alegría),
aunque claro, también teníamos nuestras cosas…
Adela: Sí, sí, y seguro que me quedaré como usted, viuda en la flor de la vida.
Francisca: Eso solo si está de Dios. (Con tono de
tristeza y resignación)
Adela: Escuche madre… Yo… Bueno… No quiero casarme ni
con Don Antonio ni con nadie. (Baja el tono de voz y tiene la mirada
puesta en la ventana) Quiero salir de aquí, quiero estudiar. Me he carteado
con la prima Antoñita
y dice que puedo vivir con ella, en Madrid, que su casa es muy grande y que a
su marido no le importará…
Francisca: ¿Cómo? ¿Salir de mi casa así? ¿Sin marido
que guarde la honra de la familia?
¡Mientras yo viva no lo permitiré! (Lo dice casi gritando y da un portazo al
salir de la habitación).
Rabat, 1 de noviembre de 2013
Anastasio García
Basado en un ejercicio sobre El sí
de las niñas de L. F. de Moratín
Un bello texto de un nativo verdadero. Me gusta el tema y tu manera de escribir.
ResponderEliminarBravo
Abdallah
¡Qué inspiración, Anastasio!
ResponderEliminarEste principio es muy divertido y casi cómico:
“Francisca: ¿Has visto a D. Antonio?
Adela: ¿A quién?
Francisca: A D. Antonio
Adela: ¿El cura o el médico?
Francisca: Mujer…. No cometas sacrilegio (La madre se lleva las manos a la cabeza).”
Me gusta tu texto, tus personajes y también como lo has organizado.
¡Felicidades!
Rkia
Muchas gracias compañeros por vuestros comentarios siempre tan alentadores. gracias de verdad.
EliminarAnastasio