Una vez ya en mi asiento, empiezo a
revivir el viaje que realicé hace diecisiete años, también huyendo, como ahora,
pero con Sebastián dentro de mí y en contrasentido. Tengo solo mis veintidós
años y ando hacia el pequeño piso de Sergio, ligera, alegre y mis pies apenas
pisan el suelo… Me siento tan feliz que se me escapa la luz por los ojos y por
todo mi ser, lo cual provoca que la gente con que me cruzo me mire con una
curiosidad mezclada de simpatía cómplice. La azafata parece haberme pedido algo
y, como no respondo, me toca el hombro con cierta delicadeza para atraer mi
atención, yo entonces regreso de muy lejos y ella me repite qué bebida quiero y
le respondo con media sonrisa para disculparme que solo necesito agua fresca.
Al mismo tiempo, siento una mirada insistente y casi indiscreta desde el
asiento del otro lado del pasillo, pero ni siquiera me atrevo a volver la
cabeza temiendo perder el hilo de mis pensamientos y recuerdos. Sigo atenta a lo
que me hierve en la mente.
Brilla un sol ligeramente cálido de principio de primavera y
lo disfruto como los pájaros que pían sobre los árboles a lo largo de mi
camino. Yo también tarareo una canción que ambos, Sergio y yo, solemos cantar a
una sola voz por la mañana antes de irnos al trabajo. Imagino su expresión de
alegría al anunciarle la buena noticia, elegiremos luego juntos el nombre según
si es niño o niña y subo las escaleras hasta la tercera planta lentamente y con
cuidado, como haría cualquier futura madre como yo y pensando que debemos hacer
algo para arreglar el problema del ascensor, que no funciona desde hace más de
tres semanas. Quiero preparar una cena especial para festejar la noticia y me quedan
aún las dos horas de esta tarde que he pedido en la oficina para ir a consultar
el médico. Me paro en cada planta para recuperar el aliento y llego por fin
delante de la puerta con las llaves ya en la mano. Abro la puerta
sin esperar y me dirijo hacia la nevera y de repente me paralizan voces que
llegan desde el dormitorio, voces que ni siquiera entienden que les estoy
viendo en una postura excesivamente íntima. Quería adelantarme a Sergio para darle
una sorpresa, pero él se me ha adelantado a su manera y su sorpresa me deja sin
voz. Aunque me tiemblan las piernas, salgo como había entrado unos segundos
antes, arrastrando mi buen humor, mi felicidad y mis sueños. Pero ahora los
arrastro por el suelo del apartamento, a las cuatro de la tarde y con solo mi
bolso de mano sobre el hombro, lo sigo arrastrando todo por las escaleras y por
la calle, pero esta vez sin cerrar la puerta y algo más tarde cojo el
tren Barcelona-Madrid de noche y corto de un solo tajo todos los hilos con mi amada
ciudad. Otra vez me molesta la mirada insistente del vecino en el asiento de al
lado justo al otro lado del pasillo y otra vez lo ignoro. Quiero concentrarme en
mi encuentro con Sergio y en elegir las palabras para hablarle de Sebastián,
pedirle su ayuda y sobre todo llegar a convencerle. Egoísta y cobarde como es,
temo su reacción por haber pasado ya todo este tiempo sin vernos. Tras mucho
pensarlo y pensarlo, he decidido seguir el consejo de mi prima Ana y de los
médicos. Porque tal como hace diecisiete años yo di a luz a Sebastián, su padre
ahora tiene la oportunidad de darle la vida de nuevo, tiene la ocasión de
hacerlo renacer, con tan solo un injerto de médula…
Rkia okmenni
Rabat 03 de febrero de 2014
El fluir de la memoria, ejercicio de escritura
a partir de El jinete polaco de Antonio Muñoz Molina.
Muy bien hecho, Rkia.
ResponderEliminarme gusta la estructura de tu texto y como has compuesto todos los elementos para darnos una produccion dividida en dos partes:alegria y tristeza.Espero que la alegria
se lleva el tiempo y su historia.
enhorabuena
Fatima
Muchas gracias Fatima por tu comentario y me alegra muchísimo verte con nosotros en el taller durante este curso.
EliminarRkia
Querida Rkia,
ResponderEliminarHace tiempo que no lei tus textos, (y el blog en general la verdad) y dejame decirte que leyendo este descubro una Rkia con una pluma que no conozco. Me sorprendio tu texto. En el buen sentido claro esta :) Es dulce, bien escrito. Tiene un buen ritmo, las frases estan compuestas con lo que es necesario. Y el final da ganas de saber mas de tu protagonista.
Feliz por leerte Rkia
Un abrazo fuerte, que os echo de menos a todos
Querida Fatine,
EliminarMe encanta saberte por aquí de paseo en el Blog y el comentario de una gran amante de la lectura y escritura que tú eres me va directo al corazón.
Intenté en mi texto (basado en El Jinete Polaco de A.M. Molina) escanear el fluir de la memoria y del pensamiento en un momento preciso de la vida de la protagonista. Como que la vida la arrastra hacia delante y la memoria (verdadero laberinto) hacia atrás
Muchas gracias.
Quizás uno de estos días tendrás un minuto para visitar al taller porque nosotros también te echamos de menos.
Un fuerte abrazo.
Rkia
No pude quedar sin reaccionar a este estupendo texto escrito con delicatez y de manera atractiva. Felicidades sra Rkia por su historia que me ha llevado dentro palabras, frases, espreciones muy sensillas de un literatura que me ha gustado mucho. Bravo
ResponderEliminarbrahim
Me alegra mucho que me texto te haya gustado, Brahim.
ResponderEliminarMuchas gracias por tu comentario y contenta que te hayas matriculado otra vez en el curso.
Tus aportaciones de textos y en las discusiones nos enriquecen.
Rkia
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