Este era un hombre pobre que se mantenía
esquilando lana para hacer ropa para él y su familia y también para venderla en
el mercado. El día en que no vendía nada se quedaban sin comer. Así estuvo
viviendo durante mucho tiempo. Un día sus dos carneros murieron y no tuvo lana
que vender, así que decidió robar otros dos en la granja del rico Antonio. Se
fue al aprisco y eligió dos y tres y hasta cuatro carneros, los que más lana
tenían. Empezó a esquilarlos hasta que tuvo una cantidad considerable de lana,
pensando que podría venderla y sobrevivir un cierto tiempo.
Entonces se fue al mercado y, de repente,
sintió a una persona que se arrimaba hasta donde él estaba. El pobre hombre
tuvo miedo, creyó que este era el rico Antonio o uno
de sus criados. Él le preguntó si quería comprar su lana. El hombre le dijo que
no.
- ¿Quién es usted?
- Pues soy la conciencia. Tú hiciste una
cosa mala, robaste algo que no te pertenece, debiste devolverlo ayer mismo.
- No, no lo devolví porque necesito
dinero para comprar comida para mi familia, la conciencia no me da de comer.
Aquel ser se fue muy triste pensado que, en este mundo, la conciencia estaba muerta.
Al poco rato, el pobre hombre vio venir a
otra persona. Esta era la dignidad del hombre.
- Tú hiciste una cosa mala.
- ¿Quién es usted?
- Pues soy la dignidad del hombre. Tú
hiciste una cosa mala. Claro que eres pobre, pero deberías comer del resultado
de tu trabajo, no de robar cosas ajenas. ¿Has olvidado tu dignidad?
- No, no la olvidé, pero la dignidad no
me da de comer ni a mí ni a mis hijos.
Cuando se fue la dignidad, al poco rato
vio venir a otra persona. Era el hada madrina.
- ¿Quién es usted?
- Yo soy tu hada madrina y sé que hiciste
una cosa mala, pero yo podría ayudarte a ganar tu pan honestamente. Sin embargo, debes prometerme que nunca más va a robar
lana, de lo contrario voy a desenmascararte delante de todo el pueblo.
En primer lugar, debes devolverle la lana a su dueño y pedirle
perdón.
En segundo lugar, yo te daré un rebaño para esquilar y vender su
lana, para que vivas con tu familia con conciencia y dignidad.
En tercer lugar, no cuentes a nadie nunca nuestro secreto.
El hombre le prometió que así lo haría y empezó a llorar por el
mal acto que había hecho.
Y desde ese día el pobre hombre trabajó como una persona digna de
confianza y se ganó el pan con conciencia y dignidad. Poco a poco, se convirtió
en uno de los hombres más ricos de aquel pueblo.
Pero un día le contó a su amigo el secreto de su
riqueza. En ese momento, se presentó su hada madrina.
- Has faltado a la promesa que me hiciste cuando te hice rico. ¿No te dije que no contaras
a nadie nuestro secreto? Yo te di la conciencia, y por eso pensé que, ya que tenías
experiencia, no necesitabas mi ayuda. Me equivoqué… Ahora debes arreglártelas
solo para mejorar en tu negocio.
Bahia Omari.
Rabat, 17 de octubre de 2015.
Ejercicio de
rescritura basado en el cuento mexicano: “La Comadre Sebastiana”.
una historia maravillos donde hay la imaginacion assia
ResponderEliminarMuchas gracias Asia por tu comentario
ResponderEliminarBahía
Muchas gracias Assia por tu comentario
ResponderEliminarBahía
Bahia,
ResponderEliminar¡Me encanta tu cuento!
Y me gustan mucho los personajes que enfrenta el protagonista: la conciencia, la dignidad del hombre y el hada madrina (donante y auxiliar a la vez).
¡Felicidades!
Rkia
Una buena inspiracion Bahia. Tambièn una riqueza de vocabulario.
ResponderEliminarBravo.
Un buen cuento .Me gusta mucho.
ResponderEliminarManal