No había cumplido todavía
los cincuenta cuando le sorprendieron unos mechones blancos. Despertó esa
mañana fría de enero con el cuello achuchado, los muslos flácidos y el corazón
estrujado, se miró en el espejo del lavabo y vio dos ojitos verdes e hinchados
mirándola con asombro, luego salió del baño guillada por el eco de unas risas y
voces. Desalentada, atravesó el largo pasillo hasta llegar a la cocina sin
dejar de mirar sus zapatillas floreadas, “buenos días” dijo, pero nadie
respondió. Se sirvió un café y se dirigió hacia la ventana a ver pasar la vida,
dejando filtrar entre las rendijas de su melena veteada unos desconfiados rayos
de sol. Por un momento, perdió la conciencia de sí misma observando con una
atención deslumbrante los desplazamientos de una mendiga tirando de la soga de
un perro moribundo. De súbito, se sobresaltó por el tic tac
del reloj de pared, que marcaba ya las nueve. Entonces
advirtió que todos se habían ido sin que ella se diera cuenta, tampoco ellos
habían notado su presencia, los quehaceres de la vida se lo impidieron. Hurgó
en el bolsillo de su bata de franela estampada y acarició con malicia y
vergüenza un papelito, recordó con una mezcla de pudor y remordimientos la
mañana del día anterior, sonrió, y se sonrojó como una colegiala.
Desvió instintiva y lentamente la mirada
hacia la mesa del desayuno, no se sentía con mucho ánimo para recoger, los
acontecimientos del día anterior le desmenuzaban el cerebro, se dirigió al salón en
busca de algo y sus ojos verdes chocaron con una fotografía ya amarillenta de
unos recién casados, felices, sonrientes, ingenuos.
Creyó sentir una extraña sensación de tela de chifón acariciándole la cara, se le encogió el corazón sin saber por qué.
Unos ronroneos la devolvieron a la realidad.
Paseó por los cuartos
de sus hijos, indiferentemente, como una extraña, recogió del suelo un tebeo de
Mortadelo y Filemón, penetró en el cuarto femenino, le pareció más
acogedor, más sereno. Llamó su atención un libro
sobre la mesita de noche, trataba de un hombre que había despertado un día
transformado en un monstruoso insecto, el titulo la intrigó, pero el contenido
la repugnó.
Perdida en sus pensamientos y perseguida
por el recuerdo, se sorprendió
espiando los bolsillos del abrigo de lana de vicuña de su marido reclinado en
el diván de terciopelo morado del dormitorio. Junto
a él, unos zapatos impecablemente abrillantados, un
billete usado de tren, una hojita con un número de teléfono y un mechero de
socio de un club de fútbol. Se preguntó sin mucho interés de quién podía ser el número de teléfono, un escalofrió le
atravesó el cuerpo y volvieron a desfilar otra vez las secuencias del día
anterior, sintió un temblor en las manos, confusa, y
haciendo caso a los caprichos de su memoria pensó que, a veces, es posible
vivir tan solo del placer de atesorar algunos recuerdos.
Se miró en el espejo de cuerpo entero
del dormitorio, se quitó la bata de franela
estampada, el pijama y todo lo demás. Se gustó. Sonaron las cinco de la tarde.
Arrellanada en el sofá amarillo y blanco
del salón dejó que su mano izquierda acariciara una y otra vez el papelito,
gozando del placer casi perverso que le ofrecían las imágenes que se
concertaban y adquirían color y movimiento para darle vida al recuerdo del
ayer. Sintió cómo danzaba tristemente el aire del atardecer más allá de los
ventanales del salón, cerró los ojos soñadores, en tanto, debajo de los
párpados, se repetía, tercamente, la imagen del recuerdo del día anterior bien
enterrado en su propia cabeza. Aliviada,
satisfecha, ligera, sonrió.
Iman Tanouti.
Rabat, 17 de
enero de 2017.
Actividad escritura
realizada a partir del cuento “EL ABUELO” de Mario Vargas Llosa.
Wow! Qué fineza!
ResponderEliminarEl cuento es muy bien elaborado con mucho vocabulario rico. La historia es un poco triste, pero con muchas significaciones profundas.
Me gusta mucho la cadena de eventos durante un día.
Imane tienes la pluma de escritura. Bravo, Bravo
Enhorabuena!
Bahia
muchas gracias Bahia por tu apoyo y por tus comentarios.
Eliminarun saludo
Iman
Muchas gracias Bahia, Me alegro de que el cuento te haya gustado. espero verte el trimestre que viene.
ResponderEliminarun beso
Iman
Muchas gracias Bahia, Me alegro de que el cuento te haya gustado. espero verte el trimestre que viene.
ResponderEliminarun beso
Iman
Holà Imane! Te confeso algo :No sé por qué esa sensación me viene cada vez que leo algo tuyo: tengo cada vez, leyendo, la impresión de que es un hombre que escribe??!!! Ni sé por qué??? Tu estilo y tu imaginación son estupendos a demás de las descripciones muy detalladas . Me gusta muchísimo!! En cada uno de nosotros hay una protagonista como la tuya, cada uno entretiene un maravilloso recuerdo que suele acariciar para olvidar a veces la realidad en la que vive! Felicidades y ánimo para seguir escribiendo!
ResponderEliminarHola Maria
EliminarGracias por tu comentario, que es por cierto muy sutil, es verdad que a la hora de escribir siempre me sale un personaje masculino no se de donde, sera mi lado masculino o mi vision de las cosas es mas masculina que femenina. muchas gracias por tus animos.
Iman
Enhorabuena Imane. Un descripción tan fina y detallada de todo el relato que he tenido la sensación de estar yo también acariciado el papel.
ResponderEliminarAnastasio,
Eliminargracias por leer mi texto y por tu comentario.
un saludo
Iman
Iman,me gusta mucho tu cuento:tanto la idea, de que atesorarse recuerdos basta para recargarse el ánimo en el cotidiano gris,como tu estilo,con qué has logrado cautivar el lector-un solo lugar,una sola protagonista,pocas objetos,ningún diálogo,pero todo muy palpable y rico de sensaciones.Es maravilloso cómo las palabras crean verdaderas realidades!
ResponderEliminarAlbena
Hola Albena,
Eliminares cierto que las palabras tienen esa magia de llevarnos a mundos diferentes, el poder de las palabras es magnifico . gracias por tu comentario y tu apoyo
un saludo
Iman
Imane,
ResponderEliminar¡Es estupendo como has logrado llevarme con la protagonista en tu cuento!
Y el misterio de su recuerdo…queda entero…
¡Me encanta!
¡Felicidades!
Rkia