“El
silencio es la primera piedra del Templo de la sabiduría”
PITÁGORAS.
La luz del alba traspasa la oscuridad
apacible de mi habitación, mis ojos no han visto el sueño desde hace días y
días. El sueño ha empezado apenas a ganar mis ojos cansados, después de largos días llenos de
diligencias que no me han permitido pensar en
mis problemas de salud.
Al adormilarme, he soñado de mis
padres, muertos hace veinte años, y también con mi marido, que me dejó hace
cinco años a causa de un infarto. En el sueño,
todas estas personas, tan próximas a mi
corazón, abren una puerta y me empujan hacia un
gran jardín.
La cita con el
gastroenterólogo será mañana a las diez de la mañana. Nadie lo sabe. El
silencio es la llave de la prudencia, de la sabiduría, para preservar los
sentimientos de una familia tan cariñosa. El anuncio de mi enfermedad podría
lastimar la alegría de esos otros dos
acontecimientos tan felices.
Tengo cincuenta años y,
desde hace un mes, siento cólicos, una colitis acompañada de contracciones en
el tubo digestivo. La colitis se me ha aliviado con el tratamiento que me
recetaron. El médico, un amigo de la familia, me señala que es necesaria una
operación para quitar el tumor del intestino grueso.
Pienso en todo esto en
silencio.
La duda se incrusta en
mi mente. Claro que estamos en el siglo XXI, que vivo en una sociedad muy
moderna, que la medicina está muy avanzada, pero
existen varios métodos de curación para no recurrir a la operación quirúrgica.
¿Me abandona la razón o
estoy perdiendo el juicio?
Llamo a una amiga que
podría ayudarme a disipar la confusión, la indecisión frente al hecho de tener que pasar por la operación. Me ha
propuesto ir a ver a una anciana que vive en un pueblo lejano de la ciudad. Es una señora mayor que utiliza
la magia para echar los malos espíritus
y las enfermedades peligrosas. Una manera tradicional de curación: un poco de
incienso y agua santa que ella deja bajo las estrellas durante los tres últimos
jueves del mes. La vieja preparará una comida un
poco especial con esta agua, con un gallo negro y su sangre y el cuscús de los
muertos. Mi amiga dice que esta receta es muy eficaz para curar los males del
cáncer. Puede ser, pero… no sé… No estoy convencida, este método es muy peligroso,
estrambótico.
Pienso en otra opción:
ir a ver a un “fkih”, una persona que conoce muy bien el Corán y que puede curar mi enfermedad con la lectura de algunos
versículos del Corán. El “fkih” puede
elaborar un talismán con las palabras, las letras de Dios, para protegerme de
la enfermedad. Puede ser… pero no sé… Este método no es peligroso, pero yo no
creo en estas supersticiones.
Una parte nada
insignificante de gente cree en la curación con la magia negra y mediante otros
métodos muy antiguos. Si lo pienso en serio, no
puedo recurrir a esas artes tan utópicas, yo no.
Soy una persona instruida, he estudiado en las mejores escuelas y
universidades, las más prestigiosas de la ciudad.
¿Cómo puedo pensar en esas alternativas? ¿Es a causa de la desesperación?
No sé…, pero lo que es
seguro es que necesito vencer la enfermedad con diligencia, paciencia y calma y
procedimientos lógicos.
Abro mis ojos cansados,
después un perturbado sueño. Es el día de la
operación. Pero siento, en este momento, un triunfo, una victoria frente a la enfermedad. Mis pensamientos me han
llevado hasta algunos meses atrás, y he
recordado, con una sonrisa, todas las actividades que he hecho hasta el día de
mi operación.
Claro que dos
acontecimientos han necesitado una concentración muy importante: la
llegada de dos nietos y la preparación de la boda de mi hijo mayor. La alegría
ha llenado mi alma y me ha dado fuerza y energía para aguantar el peso de esta
enfermedad.
La boda se ha programado en, apenas,
cuatro meses. Antes, una boda se
preparaba durante largo tiempo, como dice el proverbio “la boda de un día se
preparará en un año, y qué dicen de la preparación del matrimonio para toda la
vida…”. Pero en el siglo XXI, todo lo hacemos deprisa, todo se hace rápido.
Necesito acelerar los preparativos,
hacerlo todo cuanto antes…
He arreglado todo lo necesario para el casamiento, pero sin olvidar ni excluir la
preparación de la llegada de mis nietos. Mi hija se casó hace dos años y no le
era posible quedarse embarazada, pero ahora con el progreso de la medicina
moderna, todo es posible.
En la antigüedad, la mayoría de la
gente recurría a otros modos de tratamiento, como la medicina tradicional o el
recurso a los medios espirituales: encender velas en las iglesias o en los
marabús y tumbas de los santos, o bañarse con agua procedente de siete olas…
Afortunadamente, las mentes han evolucionado para dar paso a la ciencia, la
cual puede resolver los problemas de fertilidad. Mi hija ha optado por la
fecundación in vitro. En la mayoría de los casos, los resultados de la
fertilización in vitro son los embarazos múltiples, y ese es el caso de mi
hija.
Pero lo esencial es que, en un mes,
voy a ser abuela, un sentimiento muy agradable. Sin embargo, cuando mi vida
empieza a tener más y más sentido, la enfermedad llama a mi puerta.
El día de la boda de mi hijo fue un
día muy especial para mí. Me sentí ligera, capaz de hacer un montón de
actividades: recibí los invitados, hablé con unos y con otros, bailé, y me
olvidé de mi enfermedad.
Un mes después de la boda, mi hija
dio a luz a dos maravillosos bebés: un niño y una niña. Aquel era el colmo de
mi alegría. Y tuve que organizar otra fiesta. El júbilo que se instauró en mi
corazón y en mi mente y la alegría que me invadía borran el miedo de la prueba
a la que me voy a enfrentar.
La cita con el gastroenterólogo está
cerca… Mi aventura con la enfermedad continúa, pero en silencio.
La luz del alba me da la fuerza
necesaria para recordar momentos muy felices. Ahora he terminado lo que debería
hacer. En un estado muy sereno, cojo mi pluma y escribo una carta muy detallada
a mis hijos y a mi familia, sobre mi dolencia y
la razón de mi silencio, cierro el sobre, en el que escribo la recomendación de
leerla después…
El despertador suena, me levanto sobresaltada,
con fuerza y con calma me visto, pero flotando un
poco en el sueño. Hoy es el día, sí, hoy, un magnífico
día soleado. ¿Será el último día para mí o no? Ahora no lo sé.
En la clínica, tengo una conversación
con el médico, y como es un amigo de la familia, me parece juicioso compartir
mi secreto con él: le he explicado mi silencio sobre mi enfermedad y la
operación a mis hijos y familia, y le hablo del sobre que he dejado sobre la
mesita de mi habitación. Sin decir palabra alguna,
el médico me ha acompañado a la sala de operaciones.
Dos horas después, abro mis ojos y
veo a mis hijos y nietos alrededor de la cama. ¿Es un sueño o el efecto de la
anestesia? ¿Estoy viva o muerta?
Con una sonrisa, el médico me toma la
mano con delicadeza y me dice que todo está arreglado. Por fin, el mal queda
atrás. Estaré todavía dos días en la clínica y después recuperaré el alivio, la
libertad. El futuro me invita a aprovechar la vida, mis hijos, mis nietos, mi
familia, mis amigos. Estoy en el jardín de la vida.
Bahia Omari.
Rabat,
diciembre de 2016-enero de 2017.
Actividad de
escritura basada en el cuento “Semejante a la noche” de Alejo Carpentier.
Enhorabuena por llevar tan bien esa "operación". Real o ficción, nos recuerda la fugacidad de la vida y de lo que somos capaces de hacer en situaciones límites.
ResponderEliminarMuchas gracias Amparo por tu comentario.
ResponderEliminarEl cuento no es real pero una inspiración de la vida cotidiana de una mujer lúcida que tiene el poder de hacer la prioridad en sus actos.
Muchas gracias
Bahia
¡Hola Bahia !
ResponderEliminarMe encanta tu cuento donde domina el positivismo en la actitud de la protagonista frente a la enfermedad y, lo salpicas con arte mediante unos guiños hacia ciertas creencias populares nuestras.
Además, la narradora, con mucho ánimo, determinación y sabiduría, gestiona momentos intensos en que se alternan dolor y alegría.
¡Una verdadera lección de vida!
¡Felicidades!
Rkia
Bahia,después de leer tu texto,tengo la impresión de que alguien conocido acaba de contarme los últimos dificultades y sucesos de su vida.Porque has acercado el texto al lector escribiendo sin adornos,sencillamente.Es como en la vida real y en acuerdo con el tema.Si solamente las historias reales pudieran siempre acabar en el jardín de la vida...
ResponderEliminarFelicidades
Albena
un cuento muy realista, muy sincero , sin adornos igual que su tema, tan triste y tan humano, como la vida misma. la belleza de tu cuento esta en su ingenuidad, en el pudor de describir una tal situacion con la sensillez que se merece. bravo Bahia
ResponderEliminarIman