«Julio no conoció a ninguno de los anteriores. Se
dedicaba a escribir: ¿Alguien conoce una historia interesante?» (En «Bestiario»
de Miguel Ángel Cáliz)
Yo os cuento una:
Amina nunca le dio
mucha importancia al consejo de su madre sobre lavarse bien las manos antes de
comer, cocinar y, especialmente, antes de preparar la masa. Ella la acompañaba
siempre para asegurarse de que se las había lavado muy bien y con jabón. De lo contrario,
no comía el pan fresco de aquel día y se contentaba con el pan del día
anterior. Le repetía: «Si no lo haces meticulosamente, nos harás comer la
suciedad que llevas en tus manos y en tus uñas».
Años más tarde, Amina se dio cuenta de que le llegaban desde el pasado las
palabras de su madre. No supo cuándo había empezado a calcar su comportamiento
acerca de la higiene en general y la de los demás en especial. Comprobó que se
fijaba demasiado en las manos de las personas que la saludaban y, a veces,
mantenía alejada su mano hasta llegar a casa para lavársela enérgicamente.
Empujaba las puertas con su hombro, el botón del ascensor con un pañuelo y
jamás se la veía tocar ninguna barandilla al subir las escaleras. No se
divorció una vez, sino cinco veces. Creía que todos y cada uno de aquellos
maridos carecía de nociones de higiene, o las que tenían le resultaban dudosas.
Sus esposos se despertaban un día, y no la encontraban en casa; y después de
vanos intentos para que volviera, se acababan divorciando de ella. Algo que, en
modo alguno, a ella le afectaba.
Aunque Sara pensaba que había situaciones en que su tía Amina exageraba, le
daba la razón de todos modos. De hecho, ella también lamentaba esos abrazos que
se daban la gente en cualquier lugar y con cualquier persona. Le molestaba
mucho la falta de honestidad de aquellos individuos que, aun sabiéndose
enfermos de gripe, hepatitis, tuberculosis o de alguna otra enfermedad
contagiosa, seguían con su gesto irresponsable e hipócrita, propagando su
padecimiento a los demás. Más absurdo que lo precedente, le extrañaba ver en la
calle esas jarras de agua en verano expuestas para servir a cualquiera. Para
Sara, aquel gesto era más tóxico que bondadoso y caritativo. Con el calor y la
sed, algunos pasantes se detenían, y sin ninguna vacilación o la más mínima
mueca de disgusto, bebían de aquel único vaso y seguían su camino pronunciando
alguna palabra piadosa para agradecer el gesto al bienhechor y a sus parientes.
A Sara le obsesionaba la idea de todos los peligros que podrían amenazar a
su pequeña, que estaba a punto de ingresar en la guardaría. ¿Cómo enviar a su
niñita a un lugar donde anida todo tipo de gérmenes, virus e infecciones
infantiles, desde la gripe y el catarro hasta el sarampión y la tos ferina o simplemente
la varicela? Se dice siempre: «Más vale prevenir que curar», pero ¿cómo evitar
que esa prevención se vuelva obsesiva?
Al llegar a este punto en sus pensamientos, la joven entendió que el legado
de su abuela, de su tía y el suyo, el de ella misma, no tenía que ser
transferido a su hija. Pesaría demasiado sobre sus frágiles hombros de bebé,
luego le iría pesando más y más al crecer. Le incumbía a ella, su madre, romper
esa cadena sin despreciar el aprendizaje de las reglas de la higiene, de la prevención
sin exceso y sin sobreprotección. Y…
Sin embargo, ella continuó empujando las puertas con su hombro, usando un
pañuelo en el ascensor, y últimamente, simulaba tener problemas digestivos para
no comer el cuscús de cada viernes con la familia reunida y no meter la mano
donde todos la metían.
Rkia Okmenni.
Rabat, Octubre de 2018.
Una historia
inspirada en « BESTIARIO» del libro «RUPTURAS Y AMBICIONES» de Miguel
Ángel Cáliz.
Como siempre, tus anécdotas cotidianas acaban sorprendiéndonos por tu frescura y humor. Un abrazo
ResponderEliminarMil gracias Ester por tu apoyo, tu ayuda, tu tiempo y por animarme siempre.
EliminarTu comentario me toca el corazón.
Un fuerte abrazo.
Rkia
Rkia
ResponderEliminarTu cuento es muy agradable de leer y con mucho humor, tus personages maniacos son muy reales, da gusto leerte.
un beso
Iman
¡Hola Iman!
EliminarA veces la realidad supera la ficción, entonces nacen personajes como en el cuento.
Muchísimas gracias amiga por tu lectura y por tu comentario.
¡Contenta que mi cuento te haya gustado!
Espero leer algún nuevo texto tuyo en el Blog.
Rkia
Hola Rkia!
ResponderEliminarHe identificado en tu relato a una persona que conozco que, como tu personaje, está obsesionada por la limpieza. A veces estas personas son insoportables.
Te felicito! Es un placer leerte.
Un abrazo
¡Hola Zakia!
EliminarTe agradezco tu lectura y tu comentario.
¡Me alegro de que mi cuento te haya gustado!
Coincido contigo que hay personas en nuestro entorno con trastornos obsesivos compulsivos que les impiden llevar una vida «normal y quieta». Sus manías generan más o menos angustia en su cotidianidad a quienes los padecen.
Y pienso que a veces el texto literario con un toque cómico es una herramienta para acércales del lector y dar a conocerlos…
Otra vez gracias amiga.
Un abrazo.
Rkia
Hola Rkia!
ResponderEliminarMe gusta mucho tu cuento, de verdad.
Para mí, es un mensaje muy fuerte de la educación maternal que cada una chica de los años cincuenta recibió en esa época; ahora también pero de otra manera.
El carácter maniático de la madre es comprensible y la transmisión de las buenas maneras es de rigor. Pero, si esta obsesión sobrepasa la forma de ser, se convierte en una asfixia para las personas cercanas (familia, amigos/as,colegas...).
Me gusta muchísimo el pico cómico del cuento.
¡Enhorabuena!
Bahia
¡Hola Bahia!
EliminarMuy contenta saber que mi cuento te haya gustado.
Gracias por tu lectura y por tu comentario.
Un abrazo amiga.
Rkia
¡Hola Bahia!
EliminarMuy contenta saber que mi cuento te haya gustado.
Gracias por tu lectura y por tu comentario.
Un abrazo amiga.
Rkia
como de costumbre nos sorprende de la belleza de tu historias
ResponderEliminarmis felicidades
assia el oualidi
Muchas gracias querida Assia por tu lectura y por tu comentario.
EliminarMe alegro de que mi cuento te haya gustado.
Un abrazo.
Rkia