A las doce de la mañana, me siento un poco incómoda, pero
continúo con mis tareas cotidianas. Tengo náuseas, me duele la cabeza y siento
un dolor tipo cólico. No sé qué me pasa. No debo estar enferma, no, yo no.
El malestar persiste. Llamo al médico, no lo hago
habitualmente, pero hoy creo que es inevitable. Debo ir a verlo de manera
urgente.
El diagnóstico es
rápido, tengo que ir a la clínica, puede ser
apendicitis o la vesícula biliar. ¡Vaya! El laberinto infernal de las actas
médicas. Por eso, me encuentro en una cama de hospital rodeada por tres
médicos.
¿De quién se trata?
¿De mí?
No, no, no soy yo. ¡Yo no puedo estar enferma, y menos en
una clínica!
Esta imagen de una mujer enferma en una clínica, no es
para nada normal en mí. Les pregunto a mi marido, a mis familiares. Todos
afirman: en verdad no puedes ser tú, eres una mujer que nunca está enferma.
Esta mujer sobre la cama no soy yo. Yo no debo estar
enferma, solo es una imagen desconocida de mí.
Al día siguiente, la mañana del dieciséis de diciembre
estoy en casa.
Me despierto sudorosa. ¡Por Dios! Soy yo, y no estoy
enferma. Todo ha sido una pesadilla. Estar enferma no es un papel que me vaya a
mí.
Me levanto ágil y apaciguada. Al pasar junto al espejo,
me sorprende la imagen de una mujer joven y desconocida. Esta imagen no es la mía. Tampoco no es mi casa.
Estoy dentro de un torbellino, de una incertidumbre
permanente.
Bahia Omari
Actividad
basada en una reescritura del cuento “Una perfecta desconocida” de Mercedes
Gordillo.
Rabat, 26 de
enero de 2022.
Cuento maravilloso me encanta la forma de narración y la descripción fue algo geñal
ResponderEliminarGracias Bahia para compartirlo con nosotros