- No pienso pedir perdón, simplemente
porque no creo que merezca la
absolución, la verdad.
Él no se inmutó al escucharla. Seguía
examinando embobado, casi enfrascado, su boca. Siempre le pasaba lo mismo... Se
quedaba atontado mirando sus labios, el movimiento de éstos, para ser exactos.
Y, mientras, ella seguía hablando:
- Yo que sé... Quizás algún día
sabrás lo mucho que me obsesionas sin necesidad de todas esas estupideces... ¿Por
qué tengo que pedir perdón por algo tan absurdo? Si no quiero jugar, no quiero
jugar, ¿tanto te cuesta entenderlo?
Ella decidió callarse. Metió las
manos en los bolsillos de su abrigo, se giró y prefirió mirar la espectacular
vista que se veía desde el faro. El viento le rozaba la cara, los labios. Él no
dejaba de observarla, de espaldas. Ahora fijaba su atención en el cabello de
Marian, que no paraba de revolotear rozando casi las gaviotas.
- ¿Tú qué eres?
Él no entendió la pregunta y le
contestó:
-¿Qué quieres decir con eso?
-¿Qué eres: isla o península?
Por primera vez, él dejó de mirarla.
Sus ojos iban de lado a lado, confusos. Menuda pregunta le había hecho. Casi le
molestaba el interrogatorio. Pero, en un punto, sentía cierto placer, pues
creía que aquello se parecía bastante a un pasatiempo. Así que dejó escapar
unos segundos tensos y finalmente respondió.
- Península, ¿no?
-Qué pena...
-¿Por qué "qué pena"?
- Podrías ser las dos cosas, podríamos
ser las dos cosas ¿Por qué eres tan conformista?
En el mismo instante en el que hizo
esa pregunta, ella se dio la vuelta y le miró fijamente. Él no titubeó.
- No soy conformista... Soy una
persona feliz, que no es lo mismo. Tú me has preguntado si era isla
"o" península... Fuiste tú la que me hizo elegir entre las dos
opciones.
- Siempre me echas la culpa de tu
mediocridad. Qué aburrido eres...
Ella volvió a girarse y el viento
insistió de nuevo en revolver su melena. Pero esta vez él ya no la contemplaba.
Se quedó atravesando el horizonte con las pupilas, como ella. Un rato después
le respondía:
- No te creas tan original... A lo
mejor aquí la mediocre eres tú... ¿Isla o península? ¿Por qué te gusta tanto
infravalorarme? ¿Es un juego? Ya sé... Hace tiempo que me vengo dando cuenta de
que esa es tu forma de jugar…. Conmigo, claro... Tú te diviertes conmigo. ¿Y
tú? ¿Tú qué eres?
Ella seguía descubriendo el
infinito.
- Me aburres, ya te lo he dicho...
¿Crees que si salto y empiezo a volar hacia adelante llegaré a África? Desde
aquí, en línea recta, ¿a qué país llegaría exactamente?
Él seguía centrado en el abismo.
- Marian... Tú nunca podrías
arrojarte desde este faro y mucho menos volar... Vamos, dime… ¿Tú qué eres?
El viento seguía soplando con fuerza
y ellos dos continuaban plantados en el balcón de la torre, sin curiosearse el
uno al otro. Ahora callados ambos. Ella sacó las manos de sus bolsillos y
levantó un poco los brazos.
-Creo que sí que puedo volar... Hoy
sí.
Él volvió a mirarla. No entendía qué
estaba haciendo, pero le empezaba a poner nervioso. Muy nervioso. Ella le
preguntó entonces:
- ¿Te parece que esto es un batir de
alas?
Movía los brazos imitando a un
pájaro, cada vez con más velocidad y precisión. Él no le quitaba la vista de
encima. Ella seguía con el movimiento. Seguía, seguía... Hasta que, en un
momento dado, levantó el vuelo. Lo hizo de un modo rápido y elegante, como si
lo hubiera estado haciendo toda su vida. Y se alejó, así, sencillamente.
Él no dejó de vigilarla, hasta que
sintió un fuerte y repentino dolor en el costado. Sabía que era su ausencia, la
de ella. Corrió escaleras abajo. Intuía que se moría, mientras aplastaba los
escalones. Fingía que estaba bien, que llegaría a la calle y la encontraría
esperándolo. Todo habría sido un juego. Eso pensó durante el tiempo que duró el
descenso...
Afuera, en la península, el viento
persistía con fuerza. El agua de las olas mordía con furia las rocas. Dos gatos
se apoyaban en la pared del faro y miraban con curiosidad el vuelo de las
gaviotas, para evitar el sueño. No había nadie en la calle. Hacía demasiado
frío para tener ganas de andar contemplando el paisaje y mucho menos para subir
a curiosear la torre alta de luz. Y así se deslizaba el tiempo, se dilataba, jugaba
al tedio...
Imma Rabasco
Buenos Aires, 4
de abril de 2012.
Inspirado por
aquel tiempo en el que la marea transformaba la península de punta del este en
una isla a su antojo...
¡Precioso, tu cuento Imma!
ResponderEliminarMe gusta como se mezcla la realidad cotidiana de una pareja con lo fantástico, y sobre todo como el narrador implica al lector no como tercer protagonista, pero como testigo curioso que espera más informaciones sobre el final.
¡Felicidades y espero leer más de ti!
Gracias por compartir,
Rkia
gracias Rkia! así dan ganas de animarse!
EliminarY también gracias y felicidades a ti por compartir tus escritos... recuerdo algunos...
besos!
Muy acertado.
ResponderEliminarMe gusta mucho esta manera de matizar la realidad por la ficción y viceversa. Poder volar aparece como posible.
Además, esta manera de tejer una historia a partir de elementos de base, simples: gestos, imágenes, boca, labios, cabello, isla, península: genial.
Felicidades
Abdellah
Imma,
ResponderEliminarMe encanta tu texto. Es diferente, o mas bien, original. Creo que manejar un dialogo es todo un arte. Y lo haces muy bien. Leia sin intentar imaginar el final (normalmente si que intento sin darme cuenta), me dejaba llevar con la sensacion de caminar en calles desconocidas pero muy agradables. Al llegar a la frase " Creo que si puedo volar. Hoy si" me encontre con unas ganas muy fuertes de que ella volara, pero la verdad no pensaba que me haras ese placer y que Marian lo hara de verdad :) Me encanta cuando se ignoran los limites, y cuando el autor se permite todas las libertades.
Espero leerte a menudo imma :)
Un abrazo
Fatine
Hola Fatine! muchísimas gracias por tu comentario, me siento muy feliz y me anima mucho a seguir adelante... yo en realidad escribo guiones teatrales y últimamente colaboro en los de cine y tv, tal vez será por eso que amo los diálogos.... jeje
Eliminary respecto a volar, a mí también me pasó lo mismo...conforme escribía me dieron unas ganas terribles de que ella volara y así lo hice! casi levanto vuelo yo también!
un beso grande y gracias de nuevo
!