Por fin, Mercedes se puso guapa
para volver a su trabajo. Salió ya fuerte de su sombrío agujero, donde se había metido durante los
últimos seis meses de su vida. Había perdido diez quilos. Los rasgos del
rostro cansados. Las ojeras bajo sus ojos verdes. Sus noches interminables las había pasado fumando y
recordando aquel pasado perdido en vano.
La partida de Pablo con su
azafata la había destrozado
completamente. No cesaba
de recordar las últimas palabras que había
intercambiado con su marido. Resonaban como golpes de latas
en sus oídos:
- ¿Existe alguna posibilidad,
por pequeña que sea, de salvar lo nuestro?
-No, ninguna.
Aquel día lo recordaba muy bien... María se había levantado de su cama a las seis y media de la mañana, como todas
las mañanas desde hace veinte años. Hizo su cama y se puso su albornoz tras haber
tomado su ducha. Se peinó delicadamente su cabello y se maquilló mirándose en
el espejo de su cuarto de baño. Este siete de marzo era un día que esperaba
desde hacía mucho
tiempo.
Aquel día se puso su traje rojo
que tanto le gustaba a Pablo. Hacía doce días que su marido se había ausentado de casa por motivos de
trabajo. Ese siete de marzo regresaba finalmente a casa. Mercedes preparó una
mesa para dos a las siete y media. Hizo huevos revueltos, una ensalada de
frutas y un café sin azúcar, pues aquel era el desayuno preferido de Pablo. A las
siete cuarenta y dos minutos se sentó en la mesa, respiró profundamente y
aprovechó los primeros rayos del sol que le acariciaban suavemente su piel. Se
asomó a la ventana vigilando con ansiedad todas las sombras con el deseo de ver
a su marido. Inmóvil, observó los árboles y escuchó el canto de los pájaros. Solo el ruido de los
coches que pasaban por la calle rompía el silencio. Desde la mañana, al
levantarse, había sentido un hondo pesar en el corazón y un dolor en el
vientre, como si un ratón le royera las entrañas. Durante un largo momento no
había dejado de tener una desagradable sensación y un nudo en la garganta.
A las
ocho en punto, Paco volvió a casa. Ese día hizo una entrada relámpago, como si
alguien lo esperara fuera. Preparó rápidamente su maleta sin decir ni una
palabra. María empezó a balbucear, intentó detener a su marido. Sintió Una
fuerte embestida contra su cuerpo, como un repentino sismo, por la idea de hacer frente sola a la vida. Su
marido era el amor de su vida. Nunca había imaginado un futuro sin el calor de
la presencia de Pablo. El mundo se hundió bajo sus pies. Su cara se volvió de
mármol y sus ojos lloraron sin lágrimas. Retrocedió y se apoyó en la pared.
En ese
instante, mientras su cuerpo resbalaba hacia el suelo, vino a su mente el
tiempo que había dedicado a su madre enferma. Y
se acordó, de repente, del día en que todo había comenzado. Era un día de tormenta cuando le anunciaron que
su madre había sido hospitalizada de emergencia. Llovía a cantaros y la llamada
telefónica había caído como un rayo dando un vuelco radical a su vida. Un escalofrío le recorrió la
espalda ante
la idea de no volver a ver a su querida madre. Echó a correr como una loca hacia
el hospital. Su
madre estaba tumbada en la cama sin
reaccionar. La víspera había sufrido un derrame cerebral que la había
paralizado. Cuando vio el estado de su madre
comprendió que llevaría esa batalla sola, ya que no podía contar ni con la ayuda ni con la presencia
reconfortante de su marido. Ese incidente tuvo un
fuerte impacto en su relación conyugal. Su
marido pasaba mucho tiempo en el trabajo y evitaba a menudo pasar los fines de
semana en casa. Mercedes, a su vez, había
sacrificado su trabajo a tiempo completo para
dedicarle
las tardes a su madre. Como hija única, la responsabilidad de cuidar de su
madre enferma había recaído sobre ella. Los dos últimos años de vida, su madre
los pasó clavada en una silla de ruedas. Su estado de salud, aunque mentalmente
sana, era muy frágil. Durante ese período, se había despreocupado por completo
de su marido. Cuando se enteró de su infidelidad, era tarde para salvar su
matrimonio. Paco ya había encontrado un nuevo amor.
Zakia Adli.
Rabat, diciembre de 2016-enero de 2017.
Actividad de escritura basada en una
escena de la película “La flor de mi secreto” de Pedro Almodóvar.
Zakia,
ResponderEliminarMe encanta «SIETE DE MARZO» donde alternas muy bien momentos del presente con unos flash-back surgidos del pasado para desarrollar tu cuento.
Me gusta como describes estas sensaciones premonitorias que preceden una mala noticia como cuando dices más adelante:« había sentido un hondo pesar en el corazón y un dolor en el vientre, …»
¡Felicidades! Y te deseo
¡Feliz año 2017!
Rkia
Hola Zakia! Enhorabuena! Tu cuento es muy emocionante y al mismo tiempo me da rabia por el tema tan feo de la trahision ! Haces una buena descripcion del espacio y de los sentimientos de la protagonista! Felicidades!
ResponderEliminarHola Zakia,
ResponderEliminartu cuento es muy bueno, describes muy bien tanto los eventos como los sentimientos de la protagonista y con un muy buen uso del flash-back .
felicidades
Iman
Zakia!
ResponderEliminarMe encanta mucho tu cuento tan fácil a leer. Tu manera de poder combinar dos acontecimientos està perfecta : la enfermedad de la madre y el abandono del marido. La descripción de los sentimientos de la protagonista està muy bien elaborada.
Me gusta mucho.
¡Enhorabuena amiga!
Bahia
Muchas gracias Rkia,María, Iman y Bahia por vuestros comentarios e impresiones sobre mi cuento.
EliminarFeliz año 2017!
Zakia
Me ha encantado el cuento. Has utilizado muy bien la combinación del presente con los recuerdos del pasado. Hacen que la historia sea original y este bien elaborada.
ResponderEliminarEnhorabuena.
Anastasio