En Bulgaria existe una curiosa tradición: cada primer día de marzo la gente
se pone y ofrece a los demás un pequeño adorno que obligatoriamente lleva hilos
blancos y rojos. Así se celebra la llegada de la primavera- el símbolo de la renovación, de la esperanza de un buen futuro. Lo llaman martenitsa
porque se relaciona con el mes que antaño era el primero del año para los búlgaros: "mart". Cuando
se ve la primera cigüeña que regresa después de su ausencia invernal, anunciando así la
llegada de la primavera, el adorno se ata a una rama de árbol, como para dar la
bienvenida a la primavera, o como invitación a una
rica cosecha. Desde el origen de esta costumbre, oculto tras siglos y siglos, han nacido varias leyendas,
perpetuadas por el folclore búlgaro en los cuentos y cantos populares. La más
antigua abarca una parte importante
de la identidad del pueblo y resucita los
magnos ancestros de mediados del siglo VII
d.C.
... En aquellos tiempos el kan Kubrat había logrado reunir y regir
varias tribus de búlgaros, creando así
en su tierra natal una poderosa Gran
Bulgaria en las vastas estepas, entre los ríos Dniéper y Volga. En su larga
vida conoció muchas victorias en las luchas con las tribus enemigas y su reinado tuvo el reconocimiento de Bizancio.
Sintiendo que sus fuerzas poco a poco languidecían después de largos años en el mando del estado, reunió
a sus cinco jóvenes hijos.
‒ Pronto nuestra patria necesitará un nuevo caudillo. Uno de vosotros, el más valiente y el más
fuerte, guiará su destino ‒les dijo el kan‒. El que pueda romper estas ramas atadas en una gavilla, tendrá mi
bendición.
Cada uno de los cinco hijos intentó hacerlo,
pero por mucha fuerza que tuviera, ninguno consiguió romper el conjunto. El viejo kan se acercó a la gavilla, separó las ramas
y sin ninguna dificultad las rompió todas, una tras una.
‒ Ahora habéis visto cuánto vale reunir vuestras fuerzas
para que nadie os venza. La fuerza de vuestra unión siempre superará la del más
fuerte entre vosotros. Por eso, es mejor romper con nuestra antigua costumbre,
según la cual indica que es nuestro deber poner la patria en las manos del hijo más
digno y que los demás hijos deben morir para que no se pierda la integridad de
lo conseguido. A todos vosotros se os indulta la vida para que suméis vuestra
valentía, fuerza y sabiduría, para lograr este objetivo
y que siempre juntos defendáis, continuéis
y mejoréis lo logrado en nuestra patria.
Por desgracia los hijos no respetaron la voluntad del sabio kan y, poco después de su
muerte, el mayor de
ellos, Batbayan, se
apropió del lugar de su padre y
empezó a mandar frente al desacuerdo de sus hermanos. Debido a esto, estos se marcharon lejos de la
capital para gobernar en otra parte del estado, cada uno con sus guerreros y
tribus. Pronto empezaron las desgracias. Los jázaros eran un pueblo vecino,
bélico e intrépido. No tardaron en envidiar a la rica Gran Bulgaria y
atacarla. En pocos años llegaron a subyugar al pueblo ede las estepas
búlgaras. Batbayan fue capturado y sometido bajo el mando de los invasores, y su hermana, llamada
Ghuba, fue hecha prisionera por el cabecilla de los jázaros debido a su hermosura. Los demás hermanos lograron escapar con un séquito fiel, esperando
encontrar una tierra libre donde
instalarse. Uno de ellos, Asparugh,
partió al oeste, pero antes envió en secreto un fiel mensajero a sus hermanos capturados, para que les llegara la noticia de que si se establecía sano y salvo en tierra libre, les iba a dar un señal:
les enviaría su halcón con un hilo blanco atado en la garra para que ellos
escaparan y fueran tras él.
Asparugh atravesó con sus jinetes vastos espacios sin encontrar la
tierra soñada durante mucho tiempo, hasta que llegó a las orillas del bajo curso de
Danubio. Allí sintió un escalofrío en
su corazón que percibió como una llamada de la tierra. Cuanto
más seguía el curso del río, tanto más apreciaba la belleza de la naturaleza
del aquel lugar. Era primavera. Cruzó el gran río y se adentró en su ribera
derecha, buscando el mejor lugar para construir la capital de su nuevo estado,
porque tenía la seguridad de que iba a quedarse para siempre en aquel paraíso. En
el año 681 fundó Bulgaria.
Poco después, conforme a su promesa, ató un hilo blanco a su halcón y
le mandó que volara a su antigua patria y encontrara a su hermano mayor
para darle la buena noticia de la creación de la
nueva Bulgaria, donde Batbayan y Ghuba ya eran esperados. No fue fácil para estos escapar.
Además, los esperaba un largo camino lleno de peligros. A pesar de todo, los
dos pudieron llegar hasta el río Danubio, aunque perseguidos por
el enemigo. Justo antes de cruzar el río, los jázaros hirieron a Batbayan. Su sangre manchó el hilo blanco de la garra del halcón.
Debido a su herida, el hermano no pudo retener al ave. Una vez suelto, el halcón voló en busca de su dueño. Cuando vio el hilo blanco con la
mancha de sangre en la garra, el kan Asparugh comprendió que sus hermanos estaban en
peligro y en seguida partió en su ayuda con los más valientes guerreros de su tribu. Poco después encontró a sus hermanos y, tras luchar con valentía junto
a sus hombres, pudo vencer a los
perseguidores.
De regreso a su tierra, tomó el hilo blanco con la mitad manchada de sangre, lo
dobló y ató sus dos extremidades enrollándolas entre sí. Cortó el conjunto de hilo blanco y rojo en dos partes cortas y colgó una a cada uno
de sus fieles guerreros. Y les dijo:
‒ Juntos hemos puesto los
cimientos de nuestra patria búlgara, tras vencer a nuestros enemigos y superar
muchos obstáculos. Esto nos
unirá para siempre y nos recordará que unidos siempre
somos mucho más fuertes.
Albena Vlaeva.
Rabat, marzo de 2018.
Actividad basada en una leyenda popular.
Gracias, Albena, por compartir con nosotros esta bella leyenda de tu país.
ResponderEliminarUn abrazo
Ester
Albena,
ResponderEliminarQue interesante cuento-leyenda, muchas gracias por llevarnos a la tierra de tus antepasados y compartir con nosostros parte de la historia de tu pais.
un beso
Iman
¡Hola Albena!
ResponderEliminarEsta leyenda Búlgara me encanta. Y me gusta mucho la simbólica de los hilos blanco y rojo entrelazados para: celebrar la llegada de la primavera, recordar el primer fundador de la patria pero también la unidad de los búlgaros.
Muchas gracias por compartir esta bella leyenda de tu país.
Un abrazo.
Rkia.
Muchas gracias a vosotras- Ester, Iman, Rkia por vuestros comentarios! Me alegra mucho que os haya gustado esta leyenda! Cada pueblo tiene su patrimonio inmaterial, no hay que dejarlo desaparecer, y más si hay ocasiones para compartirlo fuera de la patria!
ResponderEliminarGracias otra vez
Albena