Desfilaban todo el día ante mis ojos. Unos eran agradables, dulces y hermosos y me hacían mimos y gestos cariñosos. Y otros tan feos que, convencidos y casi avergonzados de su fealdad, agachaban la cabeza con temor y vacilación, como si temieran hacerme llorar. Otros, por el contrario, aunque no eran necesariamente guapos, mostraban autoestima y orgullo y me miraban con toda la seguridad del mundo. Algunos, ridículos y pesados, realizaban ciertos gestos estúpidos y patéticos como para hacerme reír.
Y cuanto más pasaban los días más se multiplicaban. Unos eran blancos, otros amarillos o negros, redondos, cuadrados u ovalados. Rostros y más rostros. Y yo allí, disfrutando caprichosamente y aprovechándome de la situación para satisfacer con una sonrisa a los que me gustaban e intimidar con fuertes y ensordecedores llantos a quienes me caían mal.
Yo, es verdad, aquí en mi cuna bien calentita y estratégicamente situada, como una reina bendiciendo a sus súbditos, viendo desfilar esa variedad de rostros buenos o malos, pero jamás indiferentes ante mi diminuta superioridad.
Iman Tanouti
Rabat, 15 de diciembre de 2009
(Ejercicio basado en “Los Besos” de Juan Carlos Onetti)
¡Gracioso Iman! Suave y gracioso :)
ResponderEliminarMe gusta mucho.
Imane,
ResponderEliminarEl poder de la palabra y del texto literario se muestra otra vez más en tu texto dando la palabra a una niña caprichosa,mimada o quizás sabia que manifesta su elección de rostros a su manera desde su cuna.
Mucha imagen y muy buena descripción en "Rostros".
Me encanta mucho y ya te lo dije en otro comentario.
Un abrazo.
Rkia