Siempre he pensado que los sueños forman una parte muy importante de nuestras vidas. Reflejan nuestros deseos, nuestras preocupaciones, nuestros miedos… más allá de lo que creemos. A lo largo de mi vida siempre he estado convencida de la importancia de ese tiempo de vida inconsciente, pero me acabé de persuadir aún más en cierta etapa de mi vida.
En aquel momento, durante un año o quizá algo más, todas las noches tenía la misma pesadilla. Al principio me hacía sufrir de una manera lógica, ya que era algo que no me gustaba, pero después acabó convirtiéndose en un verdadero sufrimiento. Cada noche, la hora de irme a dormir, empezó a ser una verdadera angustia; temía cerrar mis ojos y que aquello que cada noche me quitaba la respiración volviera a aparecer. Y así sucedía una noche tras otra.
Todo comenzó cuando mis amigos me convencieron para mentir a Fabiana, mi mejor amiga ya desde pequeñas. Yo no estaba convencida de mentirle y, aún así, lo hice. Después, el miedo me impidió decirle la verdad. Ese miedo y sentimiento de culpabilidad se apoderó de mis noches de una manera que nunca llegué a imaginar. Cada noche el mismo ser aparecía una y otra vez, machacándome, dejándome sin respiración, hasta tal punto que llegaba hasta a sentir dolor físico, un horrible dolor que embargaba mi pecho y mi garganta. Estaba en mi cama, en el trabajo o con amigos… Daba igual el sitio, me pasó en muchos contextos diferentes. Estuviera donde estuviera, de repente notaba algo en mi garganta y empezaba a salir algo de ella. Nunca llegué a ver su color, sólo notaba que era viscoso y resbaladizo. Cuando empezaba a notarlo era algo pequeño que sólo molestaba un poco, pues me permitía seguir respirando; después, empezaba a crecer, se abría camino y por mi garganta salía una pata de un ser que nunca llegué a ver, una pata que llegaba a ser tan grande que me cortaba ya toda respiración. La sensación me provocaba dolor, angustia, asfixia, no me dejaba sitio para el aire y hacía que me despertara llena de sudor, con dolor en mi pecho. Abría los ojos, miraba el reloj, aún era pronto, pero no podía dormir más a causa de la desesperación. Durante un año viví así: me daba miedo el simple hecho de cerrar los ojos antes de dormir. No quería sentir esa horrible sensación cada noche.
Así fue hasta que reuní fuerzas para hablar con Fabiana. Le pedí perdón por algo que ni ella entendía, pues yo no podía explicarle la verdad; sin embargo, era algo ya superior a mis fuerzas y necesitaba pedirle perdón. A partir de ese día, como por arte de magia, ese ser que se había instalado en mi garganta desapareció y, por primera vez en muchos meses, conseguí dormir.
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Desde pequeña, mis sueños se mezclaban con la realidad. Recuerdo cuando mi madre nos mandaba que no molestáramos al Sr. Joe. Él era el encargado del edificio en donde vivía una familia amiga. A mí el Sr. Joe me fascinaba, me parecía alguien extraño, alguien digno de mi curiosidad. Entendí cómo era realmente la noche en que secuestró a mi hermano pequeño y yo tuve que superar apasionantes aventuras (como los héroes de mis libros, aunque esta vez el protagonista era yo) en las calles de mi ciudad para salvar a mi pequeño hermano. Corría por las calles en pijama, con una capa sobre los hombros como la de Superman y veía mi gigantesca sombra reflejada en los edificios mientras espiaba al Sr. Joe.
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Es curioso observar como lo que vivimos cada día construye nuestros sueños y de esa forma los sueños nos construyen a nosotros. Estoy convencida de que éstos, de alguna manera, nos moldean como un artista crea su obra de arte.
Muchas noches, más o menos desde que cumplí mis quince años, estoy en el campo frente a un bonito paisaje. Lo siento, oigo sus sonidos, percibo el olor a las flores, noto el sol calentando mi piel, pero mis ojos pesan demasiado para poder abrirlos. Me angustio, quiero abrirlos, deseo ver todo lo que siento, pero no puedo abrir mis ojos. A veces me pregunto qué quiere decirme… ¿Lo sabré algún día?
De momento, sólo me alivia pensar que la pata de ese ser misterioso no me visitará esta noche.
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Siham Hmamouchi
Rabat, junio de 2010.
(Ejercicios basados en “Los sueños” de Reinaldo Arenas)
hola Siham:
ResponderEliminarMuy bueno el texto de tus sueños. Una imaginación que nos los hace seguir con mucho interés. Alguno, una verdadera pesadilla, que nos la haces compartir, parece que la estamos sufriendo también contigo todas las noches de todo un año...
Continúa escribindo, y trata de PODER ARREGLAR EN TU TRABAJO PARA PODER SEGUIR COMPARTIENDO DESDE ADENTRO ESTA AVENTURA QUE ES EL TALLER !!!