Martes, 3 de marzo
- ¿Qué hora
es?
- Dos manzanas y
un pato, señorita.
- Andrés, por
favor, en serio, ¿qué hora es?
- ¿Me equivoqué?
Ah lo siento, son tres bosques y una hormiga, señorita.
Nunca supe por qué a Andrés
le gustaba llamarme señorita, aunque yo rozara la cima de mis cuarenta años. Me
hablaba sin mirarme, cortando troncos de árboles. Sus músculos bailaban tango
bajo su piel morena y oliendo su sudor a juventud.
Llegar a Rioblanco es un
vértigo. Una desorientación completa. Una belleza deslumbrante y diferente de
todo lo que conocí. Un silencio desconocido, una naturaleza caprichosa y de
facetas múltiples. Es un mundo nuevo, auténtico e insospechable.
Mi trabajo con la gente
ocupa mis días y por las noches disfruto de mi soledad y la guitarra lejana y
triste de Andrés. Todavía vive en la casa de sus padres, aquí los hijos cambian
de casa sólo al casarse. Andrés no está casado. No sé por qué, pero me alegro.
Durante los fines de semana,
Andrés hace de guía y me enseña los pueblos cercanos. A veces echo de menos mi
vida de ciudad, de muchedumbre, de muchas cosas por hacer… Pero me gusta estar
aquí.
Lunes, 10 de marzo
Qué maravilla romper con la
sociedad intelectual e industrial, romper con el ruido, la hipocresía, las
apariencias, las tiendas de ropa, la tecnología, el estrés, el conformismo… Me
parece que todo carece de interés: el dinero, el ir de compras, el trabajo que
se vuelve una esclavitud, las convenciones sociales… No es una vida verdadera…
Miro todos esos años que quedan atrás… Pura pérdida.
La vida en el campo no es
tan aburrida como me imaginaba, por lo menos aquí. Hay una paz muy dulce, gente
simpática y sincera, pan de casa, frutas verdaderas, sabores nuevos, caminatas
infinitas, lluvias transparentes y sol apasionado.
Vienen viajeros, se
organizan fiestas con guitarras y vino, bailes, risas improvisadas. Doy clases
de francés a los niños, leo los libros que nunca tuve tiempo de leer. Y los
días pasan, dulces y lentos.
Aquí el tiempo no se deja
encerrar en relojes, ni representarse con cifras; se extiende lento, generoso,
relajado y misterioso. Y cuando le pregunto a Andrés…
- ¿Qué hora es?
-
Una
luna menos cuarto, señorita
Me hubiera gustado ser una
señorita, su señorita.
Martes, 18 de abril
La primavera despierta mi
cuerpo adormecido. Las flores se abren, mi cuerpo florece. Me reclama cosas que
yo rechazo sin gran convicción…
Miércoles, 19 de abril
El aire de las montañas ya
conoce el mapa de mi cuerpo, todas las callejuelas de mi alma, pero sobre todo
sabe muy bien cómo seducirme. Primero viene dulce y tiernecito, susurra a mis
oídos algo lejano y misterioso, acaricia mi cuello y me estremezco. Luego con
fuerza me recorre, entera, conquistada, consentidora, entregada…. Y se va,
dejándome un sentimiento de vida y de pureza muy intenso.
Viernes, 7 de mayo
Me siento verde, tan verde
como la hierba mojada que me rodea, tan fresca como la tierra bajo mis pies…
Tan fuerte como toda esa roca que se eleva y ansía el cielo sin nunca
alcanzarlo. Tres meses apenas y me siento otra. Los lazos con mi otra vida se
rompen uno a uno. No echo de menos a mi marido. Y todo me parece como si nunca hubiera
existido, un sueño impreciso o inacabado. Y me doy miedo a mí misma. Andrés me
atrae. Mis principios en la vida no me permiten tener nada con él. La edad y…
que soy una mujer casada. Pero la fuerza de mis principios se debilita cada día
más. Nada me parece grave, imposible, me siento muy libre… Estoy cambiando.
-
¿Cuánto
tiempo lleva aquí, señorita?
-
Mil
y un vuelos de mariposa, Andrés.
Lunes, 23 de mayo
Ya no disfruto de la soledad. Y, al mismo
tiempo, todavía no quiero volver a la ciudad. Y no sé si un día querré. Ramón ni
siquiera me llama, estará ocupado con sus conquistas, ya que ahora tiene toda
la libertad que ansía. Se habrá desembarazado de mis “¿Dónde estabas?”, “¿Quién
es Marilú?”, “No me toques”.
Aquí, Andrés se vuelve una
obsesión. Con él me siento muy mujer. Me atrae.
¿Quizás debería volver a
casa?
Miércoles, 25 de mayo
Hoy tuve un sueño
maravilloso, breve e intenso. Una frase…en un sueño… y estoy todo el día en una
nube.
- ¿Qué hora es, Andrés?
- Una caricia y cien te
quiero, mi señorita.
Domingo, 29 de mayo
Sé montar a caballo, sé los
nombres de las flores y los árboles, conozco a todos los del pueblo, uno a uno,
y me han ofrecido un puesto fijo. Tienen proyectada la construcción de una
escuela y me proponen ser la
directora. Si acepto, ningún regreso será posible.
Martes, 8 de junio
Soy como Oliveiro Girondo,
me gustan los hombres que saben volar. El mío ha dejado de volar ya hace tres
mil huracanes… Y me he olvidado de cómo es volar con un hombre.
Andrés me llevó muy alto en
el cielo esta noche. La tentación era demasiado fuerte, me dejé llevar. Y la
verdad es que no me arrepiento.
Domingo, 12 de junio
A veces me parece que la
juventud se contagia. Tengo veinticinco años y una gota de miel, pero algo me
dice que no será para siempre. Andrés es un hombre silencioso con una brisa de
misterio. Yo no la tengo, soy una mujer que sorprende, pero no soy misteriosa.
Miércoles, 30 de junio
No estoy enamorada, estoy
como flotando en un cielo atemporal, lleno de flores o esponjas coloradas.
Estoy satisfecha y me siento libre como una nube, blanquísima.
Viernes, 1 de julio
Ramón llamó. Me habló con
esa voz profunda y tranquila que siempre me ha seducido. Quiere que vuelva.
Bueno, con “quiere” me refiero
a que lo desea, porque entre nosotros ya no hay obligaciones desde hace tiempo.
Yo sé cuándo miente, pero esta vez perecía sincero… Y algo en sus palabras me
conmovió. No creía yo que mi corazón todavía fuera capaz de conmoverse por
Ramón…
Lunes, 5 de julio
Dicen que aquí, en la cima
de la montaña más alta de las montañas, brota una flor azul cada mil
ochocientos y cuarenta días. Durante la luna llena sus pétalos brillan
intensamente y una nueva estrella nace en el cielo. Luego la flor se seca, pero
no se marchita. Al hombre que la recoge esa misma noche, se le ofrece la mujer
que elija del pueblo y por toda dote él le ofrece la flor azulada.
La flor da a la elegida la
fertilidad del cielo, la luz de la luna y el amor eterno.
Domingo, 11 de julio
Vivo en un rincón maravilloso
del mundo, pero no es un paraíso. Y mi nube ya no es tan blanca.
La gente empieza a hablar de
lo nuestro.
Que soy vieja, que Andrés
necesita una mujer para tener niños.
Ahora me miran como una
extranjera, una intrusa… No lo tomo a mal.
Martes, 20 de julio
Cuando pienso en Ramón,
(porque pienso en él desde su llamada), veo a aquel hombre sonriente y
enamorado de cuando nos casamos, no la imagen del hombre taciturno que se ha
vuelto.
Sus palabras resuenan en mis
oídos: empezar de nuevo… Ya no soy la María de antes… Si vuelvo será con
verdaderos cambios.
Jueves, 22 de julio
Después de este tiempo lejos
del mundo, creo que no podré volver a mi vida anterior. Para empezar de nuevo
hay que hacerlo en otra parte. Si Ramón quiere reconquistarme tiene que ser
bajo árboles y sobre caballos.
Miércoles, 5 de agosto
El adiós fue sincero y
apacible. Un adiós dulce y lleno de sentimiento. Un abrazo azul que llevaré
conmigo para colorear mi cielo cuando esté gris.
Mi nube viajera me está
esperando, no puedo tardar.
-
¿A
dónde vas?
- A donde mi nube me lleve…
Dime ¿qué hora es, Andrés?
-
Un
trébol con cuatro hojas y dos flores de jazmín…
Creado
durante un viaje de trabajo por las montañas del Atlas…
Muy original. Me gusta mucho.
ResponderEliminarAnastasio
Fatine,
ResponderEliminar“DIARIO DE UNA MUJER” es un texto poético, fantástico y que se lee con mucho placer.
Me ha encantado y
gracias por tu presencia en el taller para leerlo y compartirlo con nosotros.
¡Felicidades, amiga!
Rkia
Me gusta mucho, muy bello y magnifico. Bravo.
ResponderEliminarAicha
Fatiniano : agradable, suave, ingenio .....
ResponderEliminarMe gusta mucho
Abdellah
Muchas garacias compañeros :)
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