Tres hermanos salieron al bosque a
recoger leña. El frío se avecinaba y tenían que aprovisionarse, ya que los
inviernos eran muy fuertes y, debido a las grandes nevadas, apenas permitían
salir de casa a los habitantes del pueblo.
Aquel día, cuando empezaron a adentrarse
en el bosque, vieron, a lo lejos, un hombre sentado en el suelo junto a tres
sacos y con aspecto de estar cansado. Se aproximaron a él para preguntarle si
necesitaba algo. El hombre respondió que no, que simplemente estaba allí
reposando y esperándolos. Los tres hermanos se miraron desconcertados; pero,
antes de que pudieran articular palabra, el anciano les dijo:
— ¡Mirad! Aquí tengo tres
sacos… Hay para cada uno de vosotros. El primer saco se lo daré a aquel que
logre adivinar un acertijo. Los otros dos, os los repartiréis como queráis. Una
vez en vuestro poder, su contenido se multiplicará por mil. Vuestro será y
podréis hacer con él lo que queráis.
Picados por la curiosidad y por saber
qué contenían los sacos, aceptaron el reto. Entonces el hombre les dijo:
— Fui y no soy. No soy y fui, pero mañana
seré. Siempre ha sido y será así… ¿Qué es? El que dé la respuesta más lógica,
será aquel que se lleve el primer saco.
Los tres hermanos empezaron a pensar, intentando
encontrar una respuesta lo más rápido posible. El hermano mayor dijo:
— Es la felicidad.
— ¿Y por qué? —replicó el anciano.
— Pues porque fui feliz en un tiempo, pero
ahora no lo soy, pero estoy seguro de que mañana seré feliz a causa del
contenido del saco.
El hermano mediano se apresuró a decir:
— Es la riqueza, pues antes fui rico, rico
por el amor de mis padres. Ahora no lo soy, pues los dos han muerto. Pero,
mañana, volveré a ser rico debido al contenido del saco.
El único que quedaba por responder era
el hermano pequeño. Se quedó pensativo durante un rato, con la mirada perdida
en el suelo y, al cabo del tiempo, respondió:
— Es el ayer —los dos hermanos
se miraron sorprendidos y casi estuvieron a punto de comenzar a reír ante la
respuesta tan absurda de su hermano—. La felicidad no es porque no es algo
eterno, al igual que la riqueza. Somos felices, infelices, pobres o ricos
durante un tiempo pero no durante toda la vida, por lo que no es válido lo de
“siempre ha sido y será así”.
Los dos hermanos y el viejo hombre lo
escuchaban con atención.
— Sin embargo, —prosiguió el
muchacho— el ayer encaja
perfectamente con este acertijo. El ayer, ayer era hoy pero hoy es ayer. Hoy no
es ayer, aunque mañana será ayer. Siempre desde el principio de los tiempos ha
sido y será así.
El anciano se quedó pensativo durante un
rato —que a los tres
hermanos le pareció una eternidad— y, sin mediar palabra, le entregó un
saco al hermano menor, dando a entender que esa había sido la respuesta más
lógica.
De los dos sacos restantes, uno contenía
oro y el otro, plata. El hermano mayor, apelando a su condición primogénita
dijo que el saco de oro sería para él, pues el oro simbolizaba todo lo
superior, y como él era el hermano mayor y, en ausencia de los padres, era el
cabeza de familia, sus otros hermanos le debían respeto. Además, el oro era una
imagen de la luz solar, y por lo tanto, de poder. Consideraba que el oro era
una buena representación de su persona y que sería inmensamente rico. De este
modo, el saco de plata fue para el hermano mediano. Este también estaba muy
contento, pues la plata se asociaba con la noche, a la luna y a las fuerzas
mágicas. Los dos hermanos creían que esos metales les iban a dar los poderes
que representaban y ya se imaginaban haciendo y deshaciendo y hasta controlando
el mundo.
En cuanto al contenido del tercer saco,
todavía no sabían qué era, así que le pidieron al hermano pequeño que lo
abriera. Al hacerlo vieron que contenía hierro. Todos se quedaron estupefactos,
pues pensaban que al haber adivinado el acertijo le correspondería un premio de
mucho más valor. Los dos hermanos mayores empezaron a reír y a burlarse de la
mala suerte de su hermano, quien, a
pesar de haber dado la respuesta más lógica, se había llevado el peor saco.
Pero, una cosa estaba clara: no estaban dispuestos a desperdiciar su fortuna en
mantenerlo.
Tal como les había dicho el anciano, al
coger el saco, su contenido se multiplicó por mil. Todo aquello les pertenecía.
El hermano mayor se construyó un palacio de oro para mostrar su superioridad
ante todo el pueblo. El hermano mediano, para estar casi a la altura de su
hermano mayor, mandó construir otro de plata, mientras que el hermano pequeño
decidió llevarse toda esa cantidad de hierro a su casa y seguir trabajando en
la herrería, pues era el único que había heredado las manos de su padre. Siguió
trabajando, como de costumbre, remendando cazos y viejos cacharros. Debido a la
inmensa cantidad de hierro que tenía, decidió fabricar lámparas de todos los
tamaños y modelos, así como las más finas figuras y ornamentos que los nobles
utilizaban para adornar sus casas. Su fama se corrió por todo el reino llegando
a oídos del rey. Este, para probar su maestría, le ordenó que le fabricara una
espada. El joven muchacho, para tal ocasión, transformó el hierro en acero, tal
y como se lo había enseñado su padre. Fue tanta la fineza y belleza de la
espada, que el rey quedó maravillado y lo nombró proveedor oficial del reino,
construyéndole una herrería en el mismo palacio y haciendo que se trasladara a
vivir a él, no como siervo o criado, sino como maestro artesano, por lo que
dispuso que tuviera a su cargo a más de cien aprendices.
Se rumoreaba por el pueblo que sus
hermanos, por el contrario, habían caído en desgracia y que no tenían ni un
mendrugo de pan que llevarse a la boca. Se decía que su hermano mayor se pasaba
todo el día observando cómo su casa resplandecía bajo los rayos del sol,
sintiéndose más fuerte y poderoso que todos los reyes. A su hermano mediano le
ocurría lo mismo: se pasaba toda la noche contemplando su casa iluminada por la
luna y sintiéndose superior, pues su casa, cuando la oscuridad atrapaba al
mundo, brillaba por encima de todas. Ambos se creían ser reyes: uno del día y
el otro de la noche.
Debido a estas circunstancias, los
hermanos no podían trabajar pues uno empleaba el día en ver su casa resplandecer
y el otro en dormir, ya que estaba de vigilia toda la noche. Por lo que, como
el oro y la plata no se comen, se vieron obligados a acudir y suplicar a su
hermano menor, el cual se había convertido en un hombre influyente, además de
rico, pues gozaba de la protección y confianza del rey. Y como no podía
abandonar a sus hermanos, los instaló en la vieja casa familiar encargándose de
que no les faltara nada durante el resto de sus vidas.
Anastasio García.
Rabat, noviembre del 2015.
Basado en diferentes cuentos
populares marroquíes y españoles.
Anastasio: muy buena mezcla. Parece ser un cuento íntegramente popular.
ResponderEliminarMuchas gracias Ester
ResponderEliminarAnastasio,
ResponderEliminarMe encanta tu cuento. Es, muy bueno y muy enganchador. Me detuve leyéndolo para intentar adivinar el acertijo del hombre a los hermanos.
¡Felicidades!
.
Anastasio
ResponderEliminarMe gusta tu cuento: el enigma, su solucion, el estilo. Un cuento atractivo y bien concebido; es un éxito.
Bravo
Abdellah
Me gusta mucho, el cuento se concentra sobre la competencia entre hermanos, aquí la competencia concierne los dos hermanos, el hermano pequeño está en el segundo plano, pero está el muy inteligente de los dos.
ResponderEliminarEste situación existió hace mucho tiempo y continua a existir hasta ahora, pero depende de la cultura, del sitio y de la manera de conservar las relaciones entre hermanos y hermanas. En todas las familias antiguas la preferencia y el favoritismo están siempre para el hermano mayor, y el hermano pequeño le consideran siempre con ninguna experiencia, luego sin ninguna influencia sobre ninguna decisión en la familia.
Aquí la competición no está mórbida, pero positiva. El hermano pequeño pudo demostrar que la riqueza no se da pero vendrá con el trabajo serio.
Creo que es la moralidad que me aparece en tu cuento.
Tu descripción está tan perfecta que no puedo seguir la lectura del cuento sin excitación y emoción.
Me gusta mucho
Felicidades!
Bahia
Muchas gracias queridos compañeros por vuestros comentarios.
ResponderEliminarAnastasio
Holà Anastasio ! Que puedo decir de tu cuento ? Tuve muchas impresiones cuando lo lei . Encontramos en la historia la eterna lucha y comparacion entre El bien y el mal , la generosidad , la abnegacion , el altruismo, contra el egoismo y El orgullo , todo esto en un estucho enigmatico . Has descrito todo esto de manera tan agradable que casi nos enfadamos cuando se termina El cuento ! Gracias de darnos esta leccion de literatura tan interesante y sencilla de asimilar ! Enhorabuena !
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