«Un castillo de naipes —pensaba en el más profundo de los
silencios—. Eso ha sido mi vida. Una partida mal jugada». En aquel bar donde se
encontraba decidió ahogar su dolor en compañía de un coñac, amargo como aquel
instante, el último trago. Toda una vida en la misma empresa, enriqueciéndola,
dejándose la piel en cada proyecto. César había subcontratado a una joven inexperta,
barata, con menos agallas, sumisa… Ella… una hoja caduca en un bosque naciente.
Así se sentía.
En su mente naufragaban las palabras de su jefe, ensangrentadas, mientras
una voz, rota y desgastada, le desgarraba el alma. Iban y venían, sin rumbo,
totalmente borrachas. Y aquella voz ronca no cesaba en su empeño de hacerle
recordar lo que ella ansiaba enterrar: la humillación. Pero Chavela insistía e
insistía “qué difícil tratar de olvidarte” después de cuarenta años de
matrimonio leal, fiel como una amante entregada, sin vacaciones, sin subida
salarial… “Para nada” todo aquel esfuerzo, “para nada” tantas horas de insomnio,
tantos amores abandonados. “Para nada”, cantaba Chavela en otra, “para nada le
servía la vida sin...”. Desnudó los ojos de los cristales negros que llevaba y la
protegían del mundo, de su vergüenza. Clavó su mirada en aquella voz,
totalmente herida, y se restregó la pena. Intentaba absorberla, pero no pudo.
Era enorme, redonda, compacta como una bola de billar, imposible de digerir. Se
rindió. Sus lágrimas empezaron a surcar sus mejillas como un torrente. De
nuevo, se tapó los ojos, hundidos y frágiles como su corazón. No quería que la
viesen derrotada. Sentía la respiración agitada como su vida, y esas malditas
frases… “Qué difícil tratar de olvidarte”… “Nada me han enseñado los años”… “Siempre
caigo en los mismos errores”, zumbándole en el oído. Pero también aquellas
palabras hirientes de César aguijoneándole el orgullo. Trasto viejo igual a
quebradero de cabeza. Savia nueva igual a manipulable. Casi medio siglo
dedicada a cuadrar facturas, ahora ella se había convertido en un número que
restaba, pero no multiplicaba. Un deshecho que había que arrojar a la basura. Una
antigualla. ELLA igual a NADA.
Respiró hondo y contuvo el aire durante unos segundos para después expulsarlo como un
huracán a punto de arrasar una ciudad. Necesitaba escapar de aquel llanto melódico
que invadía su cabeza, martirizándola. Se dirigió hacia la salida bamboleándose,
encorvada, con los hombros caídos, arrastrando el peso de la pena. Huyó de
aquel agujero donde se había recluido con el fin de esconder su llanto. La
melodía de aquella guitarra quedó
suspendida en el aire. Una gigantesca ola de papeles subversivos, convulsos
como su vida, como los años que el tiempo le había arrebatado, la enroscó y la arrastró
hasta hacerla desaparecer, diluyéndola en aquel agitado ambiente.
Elisa caminó atropellada, dejándose llevar por un terremoto de voces enérgicas,
sincronizadas y ajenas, que la engullían. “Savia nueva”, recordó. Sustitución.
Muerte. Intentó zafarse de aquellos “san bernardos” que parecían rabiosos. «DERECHO AL TRABAJO», leyó en una
pancarta… Y en la Constitución, cuando estudiaba Derecho. De nada le sirvió
tragarse tantas páginas sobre los derechos de los trabajadores. Aquellas leyes
fueron consideradas un logro social y político en un país tambaleante,
acostumbrado a los cambios abruptos, repentinos y sucios. Esas mismas frases
que otrora le parecieron íntegras y
ponderadas, hasta santas y virtuosas, habían sucumbido a la imparcialidad dejándose
arrastrar cual ánima en pena transformadas en indecentes como la moral de una
furcia. Aquel magnífico momento del que se jactaron los políticos de entonces, y
que habían proclamado a los cuatro vientos hasta reventar, se había convertido
en pura miseria, en papel arrugado como su piel.
“ACABEMOS CON EL CONTRATO BASURA”, leyó
en otra pancarta más larga, pero no más profunda que la anterior. “Pobres
infelices”, pensó Elisa. De repente, su boca escupió
un gemido burlón. No quiso reprimirlo. No le dio la gana. Era lo único que le
quedaba en la vida. Como su nombre. ELISA. Y soltó otro mucho más intenso y
atronador. Algunos jóvenes la miraron desconcertados. “Otra pobre desgraciada
deambulando por las calles”, murmuró el que llevaba la voz cantante. “Una
cincuentona abandonada a su suerte por culpa de estos mandamases”, dijo a media
voz una joven, de cabellos dorados, que se veía reflejada en el rostro de
Elisa. Su última carcajada provocó un silencio
apocalíptico que inquietó a los más cercanos, a los más avispados, los únicos
que habían percibido en la mirada de ella el pájaro herido, sin alas, en el
que se había convertido.
El ruido de una manada enlutada se aproximaba hacia ellos, dispuesta a
todo, a romperles la crisma si era necesario. El miedo se apoderó de algunos
manifestantes, los más pusilánimes, a los que enseguida se les
inundaban los ojos y los pantalones. El resto permaneció erguido, agarrando con rabia la esperanza entre los puños. Los
acorralaron. Elisa, cabizbaja, se arrodilló y se dejó caer al suelo, agónica.
Aquellos lobos se acercaban mostrando sus colmillos metálicos, largos y negros,
totalmente afilados. A ella no le importaba nada. Ella igual a nada. NADA que
PERDER. Todo sucedió en un instante. Cerró los ojos. Sintió un crujido en su
espalda. Luego otro. Y otro. El impacto del último provocó que los abriera de
repente. Una nube blanca, brillante y femenina, la abrigó con su manto de
ternura. Se hizo el silencio. En sus labios quedó dibujada una sonrisa.
Clara
Urbano Lira
Rabat, 15
de marzo de 2016
Actividad
basada en motivos estilísticos de “Desagravio” de Ricardo Piglia.
Qué relato tan bien escrito, felicidades, me ha gustado mucho. María Ángeles
ResponderEliminarGracias, amiga. Tus palabras me animan a seguir escribiendo.
EliminarClara,Tu texto es maravilloso; por su trama muy bien elaborada, y la combinación de sus eventos amalgamando, con facilidad,la imaginación a la realidad.Expresiones, comparaciones y descripciones con palabras profundas y expresivas."la humillación". palabra unica y independente,ha captivado mi atención;porque no es justo una palabra;es una frase sino todo un parafo amplio por todo lo que lleva(no para Nada).Tambien las últimas frases del texto apartir de:una nube blanca...una sonrisa.Verdaderamente, Una descripción magnifica y conmovedora a la vez.
ResponderEliminarMuchas gracias, Clara por haber compartir tu trabajo con nosotros.
Fatima
Muchas gracias, Fatima. Tus palabras me llenan de alegría. Es difícil escribir relatos tristes, pero a veces son necesarios porque reflejan la sociedad que vivimos, desgraciadamente.
EliminarClara,
ResponderEliminar¡Me encanta tu cuento!
Me gusta el estilo y el vocabulario (¡Es que he aprendido nuevas palabras en tu texto!). Además haces que el lector sienta la acción y el movimiento continuo e ininterrumpido en el pensamiento de la protagonista y también en su alrededor. “LA PERDIDA”, triste historia, real pero muy bien narrada de Elisa se lea de un golpe y deja un sabor de creatividad literaria muy suave.
Gracias y
¡Felicidades!
Rkia.
Me hace feliz saber que te ha gustado. Sabes lo mucho que os admiro a todos los componentes del taller, los que lleváis tanto tiempo escribiendo en una legua que no es la vuestra, con lo difícil que resulta escribir... El mérito es, sin duda, vuestro.
EliminarOtra vez, wow. Realmente, estoy muy sorprendido; tu relato es una hermosa creación con un cambio de estilo con respecto al precedente. A leerlo, siento que es otra manera tuya de escribir, menos espontánea, pero más elaborada. Nos hace descubrir otra faceta de tu gran talento. Demuestras todas las características de una pluma inteligente, fértil, imaginativa, rica y atractiva. Estoy impresionado.
ResponderEliminarAbdellah
Todavia me hago un lío con el sistema del blog y a veces en lugar de responder hago un comentario. Me han emocionado tus palabras. Tengo que confesarte que me encanta escribir y que lo hago de vez en cuando, pero nunca lo he hecho siguiendo normas, así que era todo un reto para mí conseguirlo.
EliminarTus palabras me han emocionado. Viniendo de ti no sé que decir. Sabes lo que te admiro y sé perfectamente lo exigente que eres con lo que lees. Precisamente por eso tu comentario es muy importante para mi.
ResponderEliminarMe has dejado boquiabierto y asombrado. Es una historia dura, desgarradora como la vida misma. Has retratado a la perfección los sentimientos de Elisa y por un momento he llegado a sentirlos yo también.
ResponderEliminarEnhorabuena Clara y, por favor, continúa escribiendo.
Gracias, Anastasio. Siempre animándome. Me gusta escribir y disfruto haciéndolo. Estoy aprendiendo muchísimo en el taller y de Ester, pero también de todos vosotros.
EliminarClara amiga mía!
ResponderEliminarWow!Qué puedo decir que solamente eres una escritora perfecta.El texto es muy bien elaborado, cautivo hasta al final. Tienes una manera propia de escribir. Tienes un gran talento, de verdad. Una historia dura como la vida, si. Una amalgama, una mezcla del pasado e del presente, con una descripción de los sentimientos muy fuertes. Impresionante! Tu inyección literaria es tan preciosa que me permite, me da una inspiración para mejorar mi estilo.
Bienvenida a nuestro taller amiga!
Me gusta mucho
Bahia
No sé qué decir. Me has dejado sin palabras. Sabes perfectamente lo mucho que te aprecio. El ambiente en el taller es mágico y no solo por la presencia de Ester, sino también por todos vosotros. Es un privilegio poder compartir con todos esos momentos literarios.
EliminarFelicidades Clara ! Estoy descubriendo una nueva escritora en este taller maravilloso ! Que bueno lo que has escrito !! Me ha cautivado tu relato tanto que compartî`con tu protagonista su desconcierto total !! Fatal ! A veces con escrituras parecidas a la tuya nos preguntamos "para que sirven las peliculas??" Muchas gracias por compartir con nosotros estas palabras emocionantes que me estremecieron ! Enhorabuena!!
ResponderEliminarGracias por tus palabras, María. Me animan a seguir intentándolo.
EliminarLo mismo que Anastasio: “Me has dejado boquiabierto y asombrado”. Que talento de escritura bien escondido para mí. No porque eres una nativa, sino mucho más. No hay solamente una riqueza de vocabulario, sino todo un arte de elaboración sobre un fondo de imaginación bastante fértil. Estoy realmente admirativo.
ResponderEliminarAbdellah