No sé, pero últimamente lo pienso mucho. ¿Cómo
pasa el tiempo, verdad? Imane no andaba todavía y ya es casi una mujercita.
Parece que fue ayer cuando emprendí el viaje a
esta aventura. Aún recuerdo, como si hubiese ocurrido ahora mismo cuando nos
dijimos adiós. Tú estabas en la puerta de la casa, hacía frio, mucho frio, no
en vano era diciembre y aún era de noche, por eso Imane dormía en tus brazos.
Creo que fue mejor así. No hubiese soportado pensar que me estaba mirando
mientras me alejaba.
No te lo he dicho nunca, pero desde que me subí al
coche hasta que salimos a la carretera, me pasaron por la cabeza todos los
momentos vividos allí, me pasó por la cabeza toda mi vida. ¿No dicen que eso
también le ocurre a la gente que va a morir? En ese corto trayecto me fui
despidiendo de cada árbol, piedra o casa que iba viendo, pues cada cosa alberga
un recuerdo, una vivencia. Bueno… creo que empecé a despedirme de todo a partir
del momento en que tomé la decisión de venir aquí.
¿Sabes lo que más echo de menos? Perdona que no te
haya contado antes todo esto, Warda, mi hayati, perdona que todo esto sea, por ahora, solo
palabras escritas. No quiero preocuparte ni cansarte con mis miedos, no quiero
que creas que no puedo vivir aquí, que no puedo vivir sin ti. No quiero que
pienses que soy débil.
Como te decía, lo que más echo de menos es el
reloj de la torre. Lo
que más me gusta, y tú lo sabes, es escuchar las campanas marchando las horas.
Cuando oigo tocar los cuartos, las medias…
siento la pureza de la vida, la sencillez, el calor de los que me
quieren. Siento que estoy en mi casa. Aquí no hay nada de eso, no hay relojes.
La vida pasa y la gente no se da cuenta. Están inmersos en su propia vida, en
su estrés, en su afán de superación y no saben apreciar los pequeños detalles
de la vida.
Antes de venir, cada vez que escuchaba las
campanadas, en secreto, cerraba los ojos y trataba de retener su sonido para
poder llevarlo siempre conmigo. Aún a veces lo escucho en mis insomnios y eso
me tranquiliza un poco.
Aquí no hay tierra, solo asfalto y cuando llueve
no hay ese olor a tierra mojada, olor al origen de la vida, olor a la madre
tierra de la que procedemos y en la que espero reposar eternamente. Echo de
menos todo esto y de todo esto me fui despidiendo en mi camino hacia esta nueva
vida.
Unos días antes de empezar la marcha y cada vez
que vuelvo, me gusta salir a pasear, paseo para poder volver a vivir aquello
que ya es irrepetible, paseo por los lugares en donde algún día dejé algún
recuerdo. Me gusta ir a la era, donde de pequeño arrancábamos las lechugas y
nos las comíamos ante la atenta mirada del tío Ibrahim. Él estaba allí, tan
gordo y orondo sentado en su silla cuidando a sus vacas y haciendo como que no
nos veía. Me gusta pasar por la higuera donde jugábamos en el carro que había
debajo. Lástima que ahora esté medio seca y el carro carcomido por el paso de
los años.
Me gusta pasear por las calles, cerrar los ojos y
volver a mi infancia. Me gusta imaginar a la gente que vive en esas casas,
pensar quizás en lo que están haciendo, y digo imaginar porque muchas de ellos
ya no están. Me gusta ver las puertas entreabiertas de las casas, ver una
silueta sentada en el portal quizás tejiendo una alfombra, pues eso me hace
volver a mi más tierna y dulce infancia. Me gusta recordar todo esto pues en
cierta medida me dicen quién soy y de dónde vengo.
También paseo por el campo, por los olivares, me gusta
ver como crecen e imaginar a mi padre y abuelo trabajándolos. Me gusta el olor
a aceituna recién molida, el picante del aceite
recién extraído sobre el pan. ¿Sabes? De pequeño íbamos al molino con un
trozo de pan para mojarlo en las tinajas de aceite, era muestra merienda
preferida. Pan, aceite y chocolate. Creo que por eso nunca nos resfriábamos.
Bueno… chocolate a veces, pues había un ratoncillo que siempre se lo comía. Ya
sabes de quién hablo, de Karim.
Me gusta la calma de las tarde de verano. Aquí es
el infierno. Calor y ruido, mucho ruido y mucho calor. Recuerdo las siestas no
dormidas en la calle, los chapuzones furtivos en la fuente.
Todo esto me pasó por la cabeza en el momento en
que me despedí de ti, en el momento en que dije adiós al pasado, adiós a lo
conocido. Me pasó y aún me sigue pasando, por eso te lo digo todo en presente.
Lo recordé en ese momento y lo sigo recordando ahora.
Ayyyy mi Warda, ¡si supieras cuánto echo de menos
todo esto!
Parece mentira, toda la vida pensando en irme, pensando
que la vida allí era un poco triste y sin sentido y ahora solo piense que lo
mejor de mi vida ha pasado allí.
¿Acaso no fue allí donde nací y crecí?
¿Acaso no fue allí donde te conocí?
¿Acaso no fue allí donde nació nuestra pequeña
Imane?
¿Acaso no todo lo bueno de la vida me ha pasado
allí?
¿Qué he encontrado aquí? Soledad y recuerdos.
Anastasio García
Rabat, 21
de enero de 2014
Ejercicio
basado en un poema “Santa Escolástica” de Rosalía de Castro.
!Oh,Anastasio,como està maravilloso tu texto! Palabras expresivas y elegidas con esmero, estilo que refleja,con dulzura y delicadeza, tus sentimientos,tus recuerdos,tu mirada a la vida del pasado,de tu enfancia ; y a quienes te amaban y siguen amarte y que te echan de menos.Todo lo nos has expuesto con detallas y descripciones formidables.
ResponderEliminarfelicidades
fatima
Muchas gracias Fatima, bueno... lo que he escrito es un poco autobiográfico, aunque no todo.
ResponderEliminarAnastasio
Anastasio,
ResponderEliminarRelacionas "AÑORANZAS" con tu novela, y eso hace que me reencuentre con Warda e Imane, ambas protagonistas en precedentes capítulos, sobre todo la niña, personaje principal en “IMANE (En torno a morados e imanes)” .
Me gusta mucho tu texto el titulo que le has elegido y también como desarrollas tu novela poco a poco.
¡Felicidades!
Rkia
Es muy extraño leer un texto de alguien que conoces. Me cuesta expresar lo que he sentido al leerlo. Me ha parecido muy bello y me ha hecho añorar "mi pueblo", sus gentes y sus olores. Envidia sana es lo que siento. Mabruck Anastasio.
ResponderEliminarOh! Anastasio me gusta tu texto está lleno de nostalgia.
ResponderEliminarMaryam.
Esto siente la añoranza, el olor de la tierra, el calor de los abrazos, la dulzura de la piel, el brillo de los ojos húmedos. Por todas estas razones tu texto me gusta mucho.
ResponderEliminarAbdellah