TALLER DE ESCRITURA "A ORILLAS DEL BU REGREG" DEL INSTITUTO CERVANTES DE RABAT

Bienvenidos a «A orillas del Bu Regreg», el blog de los integrantes del Taller de lectura y escritura creativa, un curso especial que realizamos desde hace doce años en el Instituto Cervantes de Rabat (Marruecos).

En este espacio damos a conocer los cuentos, poemas y otros ejercicios de escritura que se proponen en clase y que realizan nuestros alumnos, aunque también publicamos colaboraciones de nuestros lectores.

Muchas gracias por leernos y por compartir vuestras opiniones.
Ester Rabasco Macías (profesora del Taller)

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martes, 8 de marzo de 2016

“EL SECRETO DE LAS BABUCHAS” DE FATIMA EZZEHAR


    Érase en un pueblecito bien lejano, situado al pie de la vertiente norte de la montaña; un artesano tan famoso por la fabricación y el bordado de las babuchas como por la venta de magníficas telas de seda con ornamento oriental de todos los colores. Por eso, aquel viejo artesano se distinguía de los demás, no solo por su bondad y su serenidad, sino también por su habilidad y por la perfección de su trabajo que realizaba con la ayuda de su hijo. De este modo, la fama de sus productos  traspasó las fronteras del pueblo. Esta aldea, también, era conocida por su naturaleza, su fuente termal y sus norias que, al girar, lanzaban chirridos: una llamada de añoranza al tiempo pasado.
Un día, la princesa del pueblo vecino, para descansar, decidió ir a la montaña de dicho pueblecito. La princesa Zahr Albustan era la única hija del Sultán Shahin. Ella, como la luna llena, no podía pasar desapercibida por su belleza, su esbeltez, su gran elegancia; además, era muy querida y amada por toda la gente de la región. Ese día, con algunas de sus sirvientas  y discretos guardias, fue a la montaña. Allí, como siempre, el aire despedía un delicado perfume, una mezcla de aromas de flores y plantas que trepaban por la vertiente hasta lo más alto. La princesa se sentía muy feliz y se movía como una mariposa de primavera. Y así, llegaron al fondo del valle donde se oía el musical chorreo de la corriente que levantaba un transparente velo de bruma matutina, la cual cubría las modestas casas que exhalaban olor a leño quemado. La princesa quiso coronar el programa de aquel día dando una vuelta por el centro del pueblo para ver a la gente, descubrir sus hábitos y sus actividades cotidianas. Así, se encontraron en la plaza mayor, donde se habían reagrupado todos los comerciantes exponiendo sus mercancías de varias maneras. Estaba muy impresionada por la muchedumbre y por la multitud de actividades que animaban el zoco. De repente, una tienda ubicada en el rincón de la plaza atrajo su atención por su magnífica exposición de babuchas y telas. Zahr Albustan se adelantó tranquilamente hacia la puerta del comercio. El anciano artesano la miró, y con una ligera sonrisa y tierna voz la invitó a aproximarse más para que pudiera ver mejor sus productos, diciendo:
Venga usted a ver estas bonitas telas!
Y añadió:
- Yo me ocupo de las telas; pero, viejo como soy, he perdido mucha visión y ahora mi hijo se encarga de la fabricación de estas estupendas babuchas. Es un verdadero maestro. De inmediato lo llamó para que atendiera a la señora y a todas sus sirvientas. A Quamar Ezzaman, su hijo, le llegó el eco de algunas palabras. Intuyó que se trataba de algo de gran importanciar. Salió del fondo de la tienda brillando por su atractivo aspecto y su presencia  imponente. Respondió:
-Por supuesto.
En el acto, sus ojos se posaron sobre la mujer de cara angelical y ojos encandilados. Iba ataviada con un vestido largo de seda muy suave y tersa que, ajustado a su cuerpo, resaltaba su fascinante busto. Por encima, llevaba un magnifico albornoz de terciopelo azul marino que escondía con dulzura su silueta de sirena. Se hizo un momento de silencio a pesar de ellos. Hubo un cruce de expresivas miradas, acelerados latidos del corazón…y ambos sintieron un flechazo en el pecho. Una de las sirvientas que estaba al lado de la princesa rompió el silencio diciendo en voz baja:
-Princesa… y continúo murmurándole algo al oído.
El padre también encadenó su discurso:
-Hijo mío, ¿a qué esperas? ¡Atiende a estas bellas mujeres!
Quamar Ezzaman volvió a la realidad y, gracias a su agudeza intelectual, entendió toda la situación a pesar de que ellas hablaban un idioma distinto al suyo. Y con mucha cortesía se dirigió a ella en su idioma:
- A su disposición, su alteza real… Nos sentimos encantados con su visita.
La princesa Zahr Albustan se quedó asombrada por su hermosura y su inteligencia, aunque procuró no manifestarlo. Y con prontitud mostró gran interés por las babuchas. Enseguida tuvo una idea clara y definida del modelo que deseaba. Su orgullo de princesa fue más fuerte que sus sentimientos. El joven artesano se arrodilló ante ella. Ella alzó un poco su vestido para descubrir su pie y para que él pudiera tomarle la medida exacta. Él se sintió perdido ante aquellas piernas tan lindas y, mientras seguía contemplándolas, puso cariñosamente el pie en la palma de su mano para verlo mejor y tomarle la medida con toda atención. Después, la princesa partió llevando en la mente la imagen de aquel rostro cautivador de un hombre educado.
El anciano artesano estaba muy contento por la visita de la princesa; en cambio, su hijo se quedó muy preocupado, mientras elaboraba las babuchas con amor y concentración. Pero, día tras día, iba perdiendo su dinamismo. Se mostraba distraído e indiferente a su entorno, no podía confesarle su amor a nadie, solo a sí mismo y, en su mente, se repetía:
-Ella es el sol, pero yo, ¿quién soy? No soy nada, ni siquiera una piedra, ni siquiera una piedra…
Su padre entendió su pena y, de vez en cuando, conmovido por su tristeza suspiraba:
Ah! ¿Pero tanto la quieres, hijo mío? Hay silencios que lo dicen todo.
Dios mío! Que este profundo ardor se amaine, que se apague…
Algunos días después, la princesa envió a un agente del castillo para que recogiera sus babuchas. Las babuchas eran muy bellas, pero cuando se las puso no se sintió a gusto, algo le molestaba en el pie derecho. Una vez, dos, tres veces intentó andar con ellas, pero no pudo, pues tanto le dolía el pie. Su padre, el rey Shahin, estaba muy enfadado y, con toda urgencia, hizo que viniera el médico. Ese descubrió algo extraño dentro de la plantilla de la babucha. En seguida, el rey ordenó que le trajeran al torpe artesano, sobre un asno y con las manos atadas, para que fuera castigado. Llegaron a la tienda como para secuestrarlo. Quamar Ezzaman, sin reacción ninguna, dijo en voz baja:
- Por fin ha llegado este día tan esperado.
 El ambiente era lamentable: Su padre se desmayó, casi toda la gente del pueblecito lo siguió con mucho pesar; a las mujeres se les escapaban los sollozos y suspiros; a los niños, las lágrimas, y a los compañeros artesanos, los ruegos a Dios para que lo salvara. En la plaza también reinaban la pena y la inquietud… En cuanto llegaron con el joven, entró el rey acompañado de la princesa y del médico. Parecía muy molesto. Dos guardias se acercaron al artesano y el pobre joven, de pie, con la cabeza baja, esperó la decisión del rey. Así, después de una rápida exposición del problema de las babuchas horriblemente hechas, el rey anunció el castigo: debían cortarle la mano derecha al artesano Quamar Ezzaman, que no merecía el título debido a la imperfección de su trabajo. Esa pena retumbó como un trueno sobre todos los presentes. Al lado de su padre, la princesa temblaba como un pájaro.
De hecho, el silencio y los gemidos de dolor se extendieron por el espacio.
Qamar Ezzaman alzó tranquilamente la cabeza y, con mucho respeto y con voz muy segura, le pidió al rey permiso para obtener un último deseo antes de la ejecución del castigo. Nunca la princesa se había sentido tan débil como en ese momento… Quería transmitirle amor, susto y piedad para ese hombre tan admirable, el hombre de sus sueños. Entonces el rey, tras largas cavilaciones y mientras echaba una mirada a su hija, vio una lágrima brillante que resbalaba de su ojo derecho. Aquel era un mensaje de súplica. Su padre lo había entendido. Entonces, todavía, el rey con una mirada inquisidora se fijó en el acusado y asintió positivamente con la cabeza: Por tanto, se le concedería la petición. Así, la princesa Zahr Albustan y el artesano Quamar Ezzaman, paralelamente, sintieron un cierto alivio. El acusado pidió que se examinaran las babuchas y empezó a quitar las capas de las  plantillas del interior de la babucha derecha y sacó, con toda prudencia, una piedra del tamaño de un garbanzo. Y, con toda confianza, dijo:
- Este era el problema: ¡una piedra preciosa!
En el acto, esa piedra lanzó resplandecientes rayos que iluminaron magníficamente los cuatros lados del castillo como nunca se había visto. Ante ese hecho impresionante, el rey se levantó asombrado, con la boca abierta, maravillado y todas las personas presentes se quedaron atónitas. Dudando entre el sueño y la realidad, el rey no sabía a qué acogerse. Así que le dijo:
- ¿Has olvidado que tienes ya un primer castigo? No te compliques la vida más. ¿Es ese tu último deseo, especie de mago? ¿Cómo te atreves? Esta vez, con este espectáculo de magia pediré tu cabeza.
La amenaza del rey acentuó al artesano su confianza en sí mismo. Y con valentía respondió:
- Perdóneme, majestad. No soy mago ni charlatán y, desde ahora, mi vida está en sus manos.
- En ese caso -dijo el rey- demuéstranos que es una verdadera piedra preciosa y explícanos de dónde la has sacado… y por qué está en la babucha de la princesa…
Con certeza y sabiduría Quamar Ezzaman contestó:
- Su majestad es un gran experto en las más preciosas joyas del mundo.
Y se la entregó al rey que, con precisión y asombro, la examinó en su mano. Al cogerla entre el pulgar y el índice percibió que, cuanto más la exponía a la luz, más centelleaba. Entonces, el rey, mirando a su hija, dijo:
- ¡Tenías una maravillosa  piedra preciosa en tu babucha…!
La princesa se sintió aliviada y feliz a la vez, eso reanimó sus sentimientos y emociones. Quamar Ezzaman continuó diciendo:
-Su majestad, la historia de esta piedra es tan cara como la de esta joya…
Entonces, contó que esa piedra había sido un regalo de valor incalculable, que su abuelo había recibido del rey el Gran Shahin, el abuelo de la princesa. Aquel rey, en cierta ocasión, organizó una competición en la que todos los artesanos habían participado en la fabricación de una silla para el caballo para su hijo, el príncipe Shahin, que entonces tenía siete años. Por eso, y después un trabajo de tres meses, su abuelo acabó ganando el primer premio: aquella valiosísima piedra junto a una cantidad significativa de regalos otorgados por el Gran Shahin. Así agradeció este la perfección de la montura para el caballo que, por su estructura, diseño, estilo y ornamentación reales, era única; y que, además, había sido hecha respetando todas las recomendaciones que aportaban estabilidad y comodidad tanto al jinete como al caballo.
De este modo, su padre la había heredado y se la había ofrecido a su hijo Quamar Ezzaman cuando obtuvo el certificado del mejor artesano del pueblo. Quamar Ezzaman añadió:
- La visita de nuestra princesa a nuestro pueblecito y, especialmente, a nuestra tienda ha sido un acontecimiento histórico y un orgullo para todo nuestro pueblo; por eso y para agradecer su bondad y su humanidad, decidí ofrecerle esta piedra preciosa que era toda mi fortuna incrustándola con precisión en la babucha de su alteza real.
Y con gesto y estilo medidos, sacó de los bolsillos que tenía a ambos lados de su chaqueta un par de nuevas babuchas magníficamente hechas, pidiendo permiso al rey para presentárselas a su alteza real. Y otra vez, arrodillado, tuvo ocasión de contemplar aquellas lindas piernas y de ponerle las babuchas ajustadas. Todo ello sucedió bajo una ola de aplausos de toda la gente y los yuyús de las mujeres que, de inmediato, dieron al acontecimiento un tono festivo. Ante aquel hombre tan valiente y caballeroso, la princesa quedó encantada. El alborozo apareció en sus ojos, en sus mejillas, en sus labios… Y su corazón no pudo ocultarlo más. El rey tampoco pudo ignorar su alegría y su estimación para aquel hombre de tamañas cualidades.
Algunos días después, el rey nombró a Quamar Ezzaman alto responsable y visir delegado de la industria artesanal de su reino. Así, Quamar Ezzaman recuperó gloriosamente su honor y su dignidad. Además, su frecuente presencia en el castillo, para ejecutar tareas diversas, le permitió ver a la princesa. En esta, el amor arraigó profundamente en su corazón y la mantenía totalmente desvelada. Pero, en verdad, los sentimientos desafían todas las leyes. Por aquel entonces, empezaron a correr rumores en el castillo acerca del estado de la princesa y de que no se sentía contenta a pesar de que lo tenía todo para ser feliz. Eso llegó a oídos de su padre, el rey Shahin. Y de hecho, aquel mismo año, dada su gran satisfacción y las informaciones positivas sobre el hombre de los sueños de su hija, el rey anunció su consentimiento para el matrimonio de su alteza real la princesa Zahr Albustan con el ministro Quamar Ezzaman. Y para mostrar su alegría, todos los pueblos del reino celebraron la boda de matrimonio durante seis días y siete noches.
Desde entonces, se celebra el día de los enamorados. Y aquella maravillosa piedra preciosa está expuesta en el museo de tesoros del castillo.

Fátima Ezzehar.
Rabat: 15/12/2015.
Cuento propio y basado en las leyendas tradicionales.

11 comentarios:

  1. Fátima, tu leyenda está muy romántica como tú. El texto es muy bien elaborado, la estructura también. Fácil a leer.Me gusta mucho
    Enhorabuena amiga !!
    Bahía

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  2. Qué imaginación, Fatima, y qué romántica eres. Me has dejado boquiabierta. Ni en sueños se me ocurre algo así. Esta bien narrada y tiene muchos toques fantásticos que embellecen el relato. Felicidades, compañera.

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  3. Enhorabuena Fátima, una historia muy bonita y muy bien elaborada. Lo que más me ha gustado ha sido la astucia del joven artesano para llegar hasta la princesa con el regalo escondido en las babuchas.

    Enhorabuena otra vez y espero con impaciencia el próximo.
    Anastasio

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  4. Muchas gracias Clara;no puedes imaginar el valor de cada palabra de tu comentario para mi:
    dulzura y ánimo a la vez.Como siempre sigues, con cuidado, mis actividades y me dasconsejos.
    Otra vez, gracias.

    Fatima

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  5. Bahia,Anastasio; me encanta que hayáis leído y comentado mi cuento.Tus comentarios me importan mucho: Me animan a escribir y publicar mas, respetando todo lo que es necesario para montar un cuento o un poema bien hecho e interesante que el buen lector espera.

    Muchas gracias amiga,amigo.
    Fatima

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  6. Estoy con esos comentarios...
    Aquí cada uno tiene su estilo y el tuyo, Fatima, brilla por su delicado romanticismo. Y además, sorprende la facilidad narrativa que tienes, incluso cuando se trata de dar vida a un cuento de tipo popular. Las descripciones son tan detalladas que sobrepasas el estilo del cuento tradicional. Es una elaboración estupenda del tema de las babuchas y del zapatero enamorado.

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  7. Ester;eres la guía y la estrella, de nuestro trabajo.Sin tus consejos, sin tu ayuda y tu paciencia nunca podemos llegar a escribir así.
    Tus comentarios constructivos, cada vez me inyectan buena dosis de animo y de voluntad para escribir mejor respetando, lo mas posible, las reglas instructivas.

    Muchas gracias, Ester.
    Fatima

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  8. Ester;eres la guía y la estrella, de nuestro trabajo.Sin tus consejos, sin tu ayuda y tu paciencia nunca podemos llegar a escribir así.
    Tus comentarios constructivos, cada vez me inyectan buena dosis de animo y de voluntad para escribir mejor respetando, lo mas posible, las reglas instructivas.

    Muchas gracias, Ester.
    Fatima

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  9. Fatima,
    ¡Tu cuento es simplemente romántico y encantador!
    Su lectura lleva a cualquier lector en un mundo maravilloso y de cierto modo también mágico. ¡Magia del amor!
    El texto esta muy bien elaborado, se nota la riqueza del vocabulario y su fluidez hace que sea agradable de leer.
    El final feliz de su alteza real la princesa Zahr Albustan y el ministro Quamar Ezzaman me gusta mucho.
    ¡Enhorabuena!
    Espero leer más de ti…
    Rkia.

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  10. muchas gracias, Rkia por tus palabras bien estudiadas y, cómo con tus comentarios,siempre me apoyas.
    Amiga, me encanta que hayas dado un paseo por el soco de mi pueblo.
    Pienso que no has olvidado dar enhorabuena por el matrimonio de su alteza real Zahr Albustan y el ministro Qamar Ezzaman.

    Gracias amiga.
    Fatima

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    Respuestas
    1. ¡¡Enhorabuena por el matrimonio de los legendarios enamorados !!

      Eliminar

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