Yo no fui, doctor, fueron ellas. Ellos
dicen que soy raro y me esquivan cada vez que me ven. Yo soy igual que ellos.
Yo creo que el problema es que no les gusta mi trabajo, se quejan de lo que
traigo a casa, de lo que recolecto cada día. Ellos también traen cosas y yo no
les digo nada. Hace tiempo que me quieren echar del piso. Al morir mamá, los dueños me dijeron que tenía que dejarlo o pagar
un alquiler normal y han puesto a todos los vecinos en mi contra para que me
vaya, especialmente a uno calvo y con barba. ¡Qué ridículo! Una forma de
conservar lo que ya no se tiene. Cada vez que lo veía no podía esconder una
carcajada, pues me imaginaba cómo el pelo, a medida
que se le caía de la cabeza, se le iba pegando
en la cara. Pero no lo van a conseguir. Esa es mi casa.
Cada vez que me cruzo con alguno de
ellos me increpan y me insultan, especialmente el vecino de la barba lo hacía
siempre. Dicen que voy mal vestido, con ropa andrajosa y con el pelo sucio.
Cada uno se viste como quiere, digo yo,
¿no es verdad, doctor? El pelo no está sucio sino que,
para economizar agua y champú, me lo lavo casi
todas las semanas. Total, siempre llevo una gorra puesta, así que no se ve
mucho. ¡Qué le importa a la gente lo que hagan los demás! A mí me da igual. Yo
me aplico eso de «el ande yo caliente y ríase la gente». Que
cada uno se meta en su vida y deje a los demás hacer de la suya un sayo. Si se hiciera de este modo la tierra giraría mejor.
Ellos dicen que,
desde que empecé mi nuevo trabajo, hay una plaga
de cucarachas y moscas en el edificio. ¡Como si fuera mi culpa! La culpa es de
ellos que no limpian. Yo reciclo, recojo lo que me interesa y lo guardo en
casa, pero ellos dicen que es un basurero y que huele mal. Bueno… tengo que
reconocer que muy ordenado no soy. Cuando llego a casa lo dejo todo donde
primero veo y siempre me digo: mañana lo
coloco, pero al día siguiente se me olvida. Tampoco es tan grave, vivo solo
y a nadie le molesta. También dicen que hay incluso ratones. ¡Ratones, ratones…! Pero si solo
de vez en cuando aparece alguno, pero no de mi casa, creo, sino de
cualquier orificio del edificio. Un día, el vecino de la barba me amenazó con
llamar a la policía y a los servicios sociales. De verdad doctor, van a por mí.
Me tienen manía. Quieren quitarme mi casa porque es la más bonita de todas, es
la única con patio y eso la hace deseable. Ellos dicen que está lleno de basura
y que algún día van a pillar alguna enfermedad, pero son ellos los que me la
tiran, yo solo pongo algunas cosas de las que recojo en la calle. Es verdad que
hace tiempo que no lo he limpiado por lo que hay algunas cosillas de más, pero
no tan exagerado como ellos afirman. Dicen que estoy enfermo, pero los enfermos
son ellos. ¿Y sabe usted? Cada vez que me dicen eso, ellas insisten más y más.
Insisten en que haga algo para no sufrir más humillaciones y agravios, en que
ponga fin a esta situación de vejaciones y maltrato. Porque sí doctor, me
maltratan y me menosprecian con esa actitud, cuando yo lo único que hago es
ganarme la vida dignamente y cuidar por el medio ambiente. Recojo lo que nadie
quiere por si algún día lo necesito. Uno no sabe
jamás lo que nos puede llegar, hay que estar prevenidos.
También dicen que no se puede entrar en mi casa por todo lo que hay. Bueno, tal vez sea cierto.
Quizás debería desembarazarme de todo eso, pero
la verdad es que me da lástima. Son tantos años conmigo que no veo el día en
que me voy a separar de ellas. Fue lo mismo que cuando mamá se fue. Me acusaron
de tenerla muerta en casa un mes. Muerta decían… Pero
si simplemente estaba dormida y yo no
quería despertarla. Al final, se la llevaron y a
mí me trajeron aquí, por lo que usted y yo, ahora, ya
somos viejos conocidos… Y también aquí fue donde
aparecieron por primera vez. Estas voces que me acompañan día y noche. Por el
día no las escucho, es como tener una radio puesta para tener ruido de fondo.
Es por la noche cuando no me dejan dormir y me atormentan. Fueron ellas las que
me dijeron que lo matara. Yo solo cumplí órdenes. Me dijeron que el vecino de la
barba quería mi casa, que me la iba a arrebatar a cualquier precio y que estaba
dispuesto a denunciarme para que me encerraran en un psiquiátrico. A mí también
me lo había dicho él mismo. Bueno… me dijo que
iba a llamar a los servicios sociales para que me internaran, que era un
enfermo y que los demás no tenían por qué sufrir a
causa de mi locura. Me lo dijo y las voces me lo confirmaron. Me dijeron
que tenía que acabar con él, así que un día cogí un cuchillo y lo guardé en mi
bolsillo. Estuve toda la tarde espiando por la mirilla de la puerta hasta que
lo vi entrar. Cuando él estaba esperando el
ascensor, le clavé el cuchillo a la altura del
cuello para que la muerte fuera rápida, porque yo sí que tengo mis sentimientos
y no quería que sufriera mucho. El resto de la historia ya la conoce usted y
ahora póngame la inyección de siempre porque tengo sueño y quiero dormir. Han
sido dos días muy intensos, pero antes quiero repetirle,
para que usted lo sepa y se lo diga a todos, que
yo no fui, doctor… Fueron ellas.
Anastasio García
Rabat, 10 de junio de 2016
Actividad “Narrar
en 1ª persona el relato de un personaje que se considera inocente y a quien el
lector debe ver como agresor” (Propuesta de clase inspirada en Los
girasoles ciegos de Alberto Méndez.)
Muy bueno, Anastasio. Más que un agresor, un loco. No?
ResponderEliminarMagnífico estilo.
Efectivamente, un loco esquizofrénico y sobre todo un enfermo que necesita ayuda.
EliminarMuchas gracias por comentar.
¡Excelente micro relato!
ResponderEliminarMuchas gracias Javier.
Eliminar¡Excelente micro relato!
ResponderEliminar¡Qué miedito! Espero no cruzarme con tu personaje en la vida.
ResponderEliminarMaravilloso Anastasio!! El enigma sigue hasta el final , esto me encanta!! Siempre me sentia atraida por Lo enigmatico en todo, hay mas pimiento!! Hiciste un relato indirecto del protagonista a traves de sus confesiones. Me encanta! Felicidades!!
ResponderEliminarMuchas gracias Maria. La verdad es que hasta casi el final no se desvela la verdadera identidad del personaje, el cual resulta que es un enfermo que no sabe de su enfermedad.
EliminarMuchas gracias por comentar.
Anastasio
Anastasio,
ResponderEliminar¡Me encanta tu cuento! Para mi, “YO NO FUI, DOCTOR, FUERON ELLAS”
es una historia «realista» de uno de estos seres que viven al margen de la sociedad aunque estén muy cerca de nosotros y presentes en nuestra cotidianidad. Por eso, coincido contigo cuando comentas que el protagonista es: « un enfermo que necesita ayuda.» y no mirar a otro lado y ignorarlo.
Me gusta e interpela el estilo del monólogo de tu personaje, y sobre todo como has conseguido mantener el suspenso hasta el último párrafo en donde, él, narra hechos macabros con mucha normalidad y sin ningún sentimiento de culpabilidad.
(Un verdadero caso social muy interesante para analizar como suele actuar la sociedad…)
¡Felicidades amigo!
Rkia
Muchas gracias Rkia. La verdad es que es relato realista que intenta reflejar la cotidianidad de estas personas, que anunque están enfermas no lo sabes, y las personas que viven a su alrededor.
ResponderEliminarDesgraciadamente casos demasiado frecuentes ante los que la sociedad apenas puede hacer nada.
Muchas gracias pos tus comentarios.
Anastasio