Te dijeron que la vida allí es más fácil, que allí uno se gana mejor la vida, que allí no hay miseria ni prejuicios, que el cielo es de otro color, que a una madre soltera no se le mira como a una cualquiera.
Te dijeron que ya no hay lugar para ti aquí, en este pueblo fantasma; un lugar en el que, cuando sucede una cosa así, todos le echan la culpa a ella, por mucho que el daño, en sustancia, lo haya hecho él. Eso es lo que te ocurrió, todos pensaron que la culpa la tuviste tú, que no vigilaste, que no protegiste. Así son en tu pueblo, donde la obsesión con el que dirán es grande y donde la opinión ajena es más importante que la de uno mismo.
Te dijeron todo esto y te fuiste sin mirar atrás, más decidida que nunca, en busca de una vida mejor, para explorar nuevos horizontes y, por un momento, te sentiste libre, ligera, liberada, tan recién nacida como el bebé que llevabas en los brazos y que parecía compartir tu felicidad.
Iniciaste entonces, si cabe, un peregrinar más arduo y apretado por una tierra extraña. Aterrizaste en un mundo diferente donde tu vida se resumía en una sucesión de empleos precarios y, a veces, indecentes, abandonando a tu bebé cada mañana en una especie de prisión infantil para que sus llantos se unieran a los de los otros, también de padres y madres desesperados y miserables. Todo ello hasta acabar en la casa de esa falsa aristócrata, mimando a un bebé que no es el tuyo, mirando la vida escapar por las grandes ventanas de una casa que no es la tuya, esperando con tanta ilusión que se acabe el día para encontrarte con el rostro de tu bebé que tanto temes olvidar con el paso de los días o confundir con el de la falsa aristócrata.
Te dijeron y te dijeron, pero ahora te das cuenta de que todo era mentira, que la vida acá es más cruel, la gente mas egoísta; que cada día es un largo y estresado viaje en unos aparatos subterráneos que no habías conocido antes, con unas caras demasiado deprimidas y angustiadas. Y aquí estás, pobre de ti, prisionera por tu propia voluntad.
Y ya casi sientes que te faltan esas miradas duras de los tuyos, el dulce amanecer y el cielo azul de ese lugar perdido y olvidado, pero que tanto añoras.
Iman Tanouti
Rabat, 15 de Noviembre del 2009
(Ejercicio basado en Lejos del 16º, una de las historias de la película París, je t´aime)
Tu texto me encantó imán, lo leí muchas veces con un placer creciente. El estilo es muy tuyo como dice Ester, un estilo refinado y agradable…una manera sútil de decir las cosas tambien. La idea de « Te dijero » es diferente, original y describe una gran realidad : la gente es dura y severa muy a menudo. Tambien fue interesante mostrar que a veces damos al desconocido un aspeto muy positivo, pero cuando lo descubrimos, la realidad es otra.
ResponderEliminarLeerte es un placer !