Acababas de llegar y te sentías contenta de, por fin, poder refugiarte de la mañana pálida y glacial. Apenas te habías sacado el abrigo, cuando ella te dijo que iba a llegar tarde esa noche. Una hora, una hora y cuarto te dijo, y al mismo tiempo te preguntó - como si no tuvieras tu propia vida fuera de ese apartamento- si te importaba. Le contestaste que no. La respuesta fue automática e indudablemente la que se preveía. Todavía resonaba el eco de la palabra cuando escuchaste el portazo y después un silencio hipnótico. Te quedaste allí sintiéndote aturdida y mirando fijadamente a la nada. Momentos después el llanto del niño, que venía del otro lado del enorme apartamento, te trajo de vuelta. Fuiste hasta él y empezaste a cantarle una canción de cuna. La misma que le habías cantado al tuyo al dejarlo junto a muchos otros que desconocías para que otra persona lo atendiera. Mientras cantabas, apartaste la vista de ese niño para mirar a través de una ventana a un mundo que tampoco te pertenecía. La ironía absurda y grotesca de la situación te aplastó lenta pero contundentemente, con todo el peso de tu ser. Para manteneros, cuidabas al niño de otro mientras otro cuidaba al tuyo. Eso no era el ‘algo mejor’ con el que siempre habías soñado antes de emigrar. En ese momento tu existencia se sentía tan sombría como el día que te ofrecía la ventana de ese refugio ajeno.
Joe McCarroll
Diciembre de 2009
(Ejercicio basado en Lejos del 16º, una de las historias de la película París, je t´aime)
Joe,me encantó "Canción de cuna"en clase y sigue encantándome al releerlo.Mucha verdad y profundidad.
ResponderEliminarY finalemente,el titulo que elegiste va con el texto.
Rkia
muy bonito tu texto Joe, muy profundo, triste pero real, el titulo tambien es muy bonito y acertado.
ResponderEliminarme gusta mucho