Hijo,
te llamaba garbanzo. Sobre todo cuando regresaba del bar con unas
copas de más en la barriga. Me gustaba despertarte. Sabía que bajo tu cama
habías escondido tus canicas, tus coches y tus juguetes. Temías que me enfadara
si me resbalaba al pisarlas en mi camino. Apretabas tus ojos para mostrarme que
dormías. Pero yo sabía que fingías. A tus cinco años ya sabías fingir. ¿Y con
quién? ¡Con tu progenitor! Me bastaba apretarte la nariz para que, como por
obra y milagro, los abrieras. No me mirabas, buscabas a tu madre detrás de mi
espalda. Eso me molestaba. Me molestaba ver tu mirada dirigida hacia tu madre.
Me molestaba esa mirada de niño que pedía ayuda. Pero tú todavía no entendías
que yo era el hombre de la casa Y si había alguien que podía proporcionarte
protección y ayuda, no era tu madre, era yo. Yo, tu padre. ¡Bueno! Tu madre te daba de comer, lavaba tu ropa y
hacía otras cosas para ti, pero cualquier criada hubiera podido hacer lo mismo
o mucho mejor que ella.
Hijo,
con la edad que ya tenías, me molestaba oírte llamar a tu mamá así: “m…m…m…ma…mamá”,
tartamudeando. Tu madre decía que lo hacías por miedo. Más que eso, aseguraba
que tartamudeabas porque me temías. Yo no podía soportar aquella acusación. ¡Qué
injusticia!
Me iba al bar porque los adultos tienen problemas que un niño recién
llegado a la vida no puede entender. Yo lo necesitaba. Y con algunas copas en
aquel establecimiento me sentía bien. Me olvidaba de todo. De lo bueno y de lo
malo. Al volver a casa, me acordaba de que tenía que convencerte de que yo era
tu padre. Que si te golpeaba era por tu bien. Si me enfadaba y gritaba era para
perfeccionarte. Para forjarte una fuerte personalidad. Quería que apreciaras y
aprovecharas el privilegio de descender de un linaje de una especie humana de elevada
inteligencia. Yo y, evidentemente, tú no somos gente ordinaria. Te despertaba
pasada la medianoche, pero qué importaba la hora. ¡No hay horas para un
aprendiz! ¿No? Te daba frases para
ensayar. Debías pronunciarlas de un tirón. Cuando te abofeteaba era para
impedir que lloraras como una niña. Yo insistía una y otra vez porque era
consciente que cumplía con mi deber de padre.
Hijo,
garbanzo, ahora seguro que has crecido. Imagino que me superas unos
centímetros. Que llevas gafas porque debes sufrir de miopía por herencia
genética. Adivino que llevas bigote y que eres mi doble. Eso es lo que me gusta
pensar. Que jamás me fui. Y que tampoco tartamudeas. O si todavía lo haces, no
se te nota como antes o que, al menos, eres capaz de dar rodeos para evitar las
“m” y las “b” y otras bilabiales. Hijo, no me gusta llamarte hijo “mío”.
Eso se lo dejo a tu madre porque esos excesos de sentimientos y mimos son para
mujeres. Ahora que ya no estoy, acuérdate de todo lo que te enseñé.
Lo que eres, lo que sabes, se debe a la disciplina que te impuse y que
te inculqué día tras día y noche tras noche. Debes agradecérmelo toda la vida..
Hijo…
Rkia
Okmenni
Rabat,
16 de mayo de 2016
Texto
basado en “Los girasoles ciegos: la cuarta derrota” de Alberto Méndez.
Rkia!
ResponderEliminarUna historia muy fuerte, sacada de nuestra realidad, de una educación patriarcal de nuestra sociedad hace mucho tiempo. Claro que esta educación està ahora en desaparición. Aquí, el padre da justificaciones de su comportamiento, pero la verdad es que, el, debería corregir su propio educación. Si entiendo bien? "Lo que eres, lo que sabes, se debe a la disciplina que te impuse y que te inculqué día tras día y noche tras noche. Debes agradecérmelo toda la vida..". Mi opinión es que el padre se equivoque, porque la tartamudez del hijo viene del comportamiento irritante, molesto de su padre...
Y también el padre se considera como el personaje lo màs perfecto cuando dijo que "Tu madre te daba de comer, lavaba tu ropa y hacía otras cosas para ti, pero cualquier criada hubiera podido hacer lo mismo o mucho mejor que ella." Aquí, el padre piensa y confirma que la madre ne tiene una función, ni habilidad en la educación de su hijo, tiene solo una función de criada.
El tema està muy interesante y muy bien elaborada, fácil a leer. Para mi,la historia no està acabado, Rkia, porque no pensares continuar la reflexión sobre el hijo y su comportamiento en su vida futura.Espero leer la continuación sobre esta historia muy atractiva.
Me gusta mucha el tema.
!Enhorabuena amiga!
Bahia
Me encanta tu comentario, Bahia. Y muy bien expresado...
EliminarQuerida Bahia,
EliminarMuchas gracias por tu lectura y por tu comentario. Muy contenta que mi cuento te haya gustado.
Aprecio y coincido contigo en lo que has comentado. Añadiré que la inconsciencia de unos padres que sean borrachos o no respecto a la educación de sus hijos sigue dañando a esos menores a corto, medio y largo plazo. Desgraciadamente, las secuelas en las “victimas” permanecen y aparecen en un momento de su vida en que menos se los espera.
Una parte de la respuesta a propósito del niño en el futuro esta en penúltimo párrafo en lo que supone el padre en su carta (desde el más allá) y quizás en otro ejercicio hablaré más de la verdadera victima que es el niño y como se desarrolló su personalidad…
Otra vez gracias por animarme amiga.
Rkia
Rkia tene un talento especial para hacernos llegar las voces de quienes no pueden gritar, denunciar, expresar su dolor... En este caso, lo hace de manera indirecta, tal como se pidió en la actividad, y lo hace de una forma genial, puesto que ni siquiera oímos ni una palabra del hijo. Otro personaje más de la entrañable colección rkianiana...
ResponderEliminarEster,
EliminarNo puedo responder otra cosa que gracias. Gracias por tu comentario y me alegra mucho que me cuento te haya gustado.
Gracias por tus esfuerzos dentro y fuera del taller y por haber hecho que el taller siguiera existiendo.
En cuanto a mis personajes, no los elijo. Son ellos que me interpelan y solicitan…
Rkia.
Rkia, coincido con Bahia y Ester en que es una magnífica historia, bien narrada y retratando a los personajes de una manera perfecta.
ResponderEliminarEl tema me duele, me duele mucho pues el maltrato, sea de la forma que sea es algo que no debería existir. El padre, el dueño y señor de la casa se cree que puede disponer de todo y de todos a su antojo. Una historia que, desgraciadamente, llega hasta nuestros días.
Enhorabuena
Anastasio
Anastasio,
EliminarEl dolor que sientes respecto a este tema lo comparto contigo.
Pienso que es siempre interesante pero muy difícil colocar historias reales en un molde literario, pero seguiré intentándolo con la ayuda de Ester.
Me alegra mucho que “Tartamudez” te haya gustado.
Muchas gracias por tu comentario amigo.
Rkia
Maravillosa y terrible historia a partes iguales, Rkia. Me has dejado sin palabras. Me encanta la elección de los personajes y cómo has elaborado a partir de la voz del agresor una intensa historia que atrapa al lector desde el principio. Has utilizado un estilo ágil y directo. Es tan maravilloso tu relato que me ha sabido a poco. Te lo he dicho muchas veces: escribes muy bien. Bravo, amiga.
ResponderEliminarRkia, felicidades por este cuento maravilloso.
ResponderEliminarHijo, te llamaba garbanzo. Me gusta mucho cómo has empezado tu cuento:Un principio inmediato y atractivo.Un asomo directo e inteligente al texto que atrapa al lector y le da sed de seguir la lectura y el desarrollo de la
historia. Una historia que envuelve palabras precisas y preciosas, una descripción entrañable que con un estilo fuyente se deja tragar sin dificultad,a pesar de la amargura del tema. Un espejo en el que se refleja,la represión, el miedo y la autoridad absoluta, que, desgraciamente, siguen existiendo en el seno de la vida de algunas sociedades, perjudicando a los más cercanos
mienbros de la familia.
Me gusta tambien la fotografia, es muy expresiva.
Enhorabuena amiga.
Fatima
Queridas Clara y Fatima,
ResponderEliminar¡Doloroso tema que sigue existiendo hasta hoy en día!
En el taller, como a todos y todas, se me impuso en la mente cuantas posibilidades de “personaje agresor” y cuando leí el texto de la actividad en el diario tal y como lo formuló muy bien Ester, “El narrador es un agresor (es decir, ha provocado un daño a alguien, aunque el daño no tiene que ser forzosamente “físico”);
- El narrador cuenta la historia en pasado y nos da su versión de los hechos con descripciones detalladas para intentar convencernos de su inocencia”
me interpeló el personaje de “Tartamudez”.
¡Es que Ester tiene palabras justas para sembrar la inspiración y la motivación para escribir!
Muy contenta que mi cuento os haya gustado.
Muchas gracias amigas por vuestras palabras de ánimo.
Rkia.
Rkia
ResponderEliminarHuelo que tu cuento nos viene de las más profundidades de tu memoria. Nos aporta esas imágenes de nuestra sociedad tan antigua pero tan arcaica. Esta voz de un padre tan cruel pero quien se imagina en su derecho a abofetear con el fin de educar (Cuando te abofeteaba era para impedir que lloraras como una niña), tan machista que se permite otorgar los papeles y los sentimientos (esos excesos de sentimientos y mimos son para mujeres), tan estúpido como piensa que el niño le debe todo.
Me repito, me gusta tu manera de transportarnos en este mundo tan lejos pero tan cercano.
Abdellah
Abdellah,
EliminarEste mundo no es tan lejos porque lo crea la inconsciencia y la borrachera de unos padres hasta hoy en día.
Muchas gracias por tu comentario amigo.
Rkia.
Buenos dias Abdelquibir me gusta mucho tu historia.Pero mi sorprende el comportamiento del padre .quiere que su hijo sea su doble ?
ResponderEliminarEl padre debe corregir su mismo porque no es el buen modelo es un padre infermo mentale. assia el oualidi
¡Hola Assia !
EliminarMuchas gracias por leer y por comentar « TARTAMUDEZ » que es un cuento basado sobre hechos y personas reales. El padre murió y escribe su carta desde el más allá. En mi respuesta a los comentarios de Fatima y Clara, escribí el tema de la actividad de escritura tal y como la formuló Ester en el Taller y que es el siguiente:
* “El narrador es un agresor (es decir, ha provocado un daño a alguien, aunque el daño no tiene que ser forzosamente “físico”);
- El narrador cuenta la historia en pasado y nos da su versión de los hechos con descripciones detalladas para intentar convencernos de su inocencia”.
Coincido contigo cuando dices que el padre debe corregirse y que es un enfermo mental. Infortunadamente, el daño ya esta hecho. El padre murió y la verdadera victima sigue viviendo y sufriendo de secuelas: unas aparentes (el título) y otras internas y invisibles.
Otra vez, te agradezco tu comentario.
Rkia