Era mi primer año en la Universidad. Una nueva
ciudad, nuevos amigos, nuevas experiencias… nuevos amores. Y de repente, mi
relación con Marina. Nos encontramos por casualidad en la fotocopistería en que
yo trabajaba durante mis estudios. Quería
algunas fotocopias. Era muy linda, así que no
perdí la oportunidad de decirle algo ingenioso y al final le pregunté si quería
que saliéramos juntos por la noche. Ella aceptó,
y ya después de nuestra primera noche fuimos pareja.
En ese momento, no
podía imaginar quién era Marina, pero lo descubrí muy pronto. Marina era la
hija única de los propietarios de la más conocida escuela privada en
Tesalónica, lo cual significa que era hija de millonarios. Además, era muy
guapa, amable e inteligente. ¡La novia ideal! Mis amigos y mis compañeros de
clase sentían envidia y me decían que yo era el estudiante con más suerte en
todo el mundo. Y es verdad que yo también pensaba lo mismo sobre mí. Porque
Marina era, sobre todo,
tan amable alentadora y comprensiva que yo podía dedicar el tiempo necesario a
mis estudios.
Día a día, nuestra relación se hacía más fuerte.
Marina estaba tan enamorada de mí, y a mí me gustaba todo de ella. Pero
enamorado… ¡No, no lo estaba! Sin embargo, era muy feliz. Marina me presentó a
sus padres y, lo que era ya bastante extraño, les caí muy bien. Por eso, yo le
presenté también a mi padre, y todos los signos indicaban que íbamos a formalizar
nuestra relación. Pero yo todavía… ¡No estaba enamorado de ella!
En noviembre de dos mil
uno, cuando realizaba mi último año en la Universidad, me aceptaron en
la Universidad de Olomouch, en la República Checa,
para continuar con mis estudios de postgrado. Yo estaba muy feliz. Sin embargo,
mi primer pensamiento fue para Marina. ¿Qué le
diría? Me sentía muy escéptico. Había una lucha
dentro de mí: pensaba en
si aquella era una buena ocasión , si era mi
oportunidad de ser sincero y preguntarle si quería romper nuestra relación,
aunque yo sabía que aquello era como clavarle un
cuchillo en el corazón.
Mis amigos insistían en que yo fuera franco con
ella. “No eres una organización caritativa”, me
decían. “Si no estás enamorado de ella, si quieres irte
de Grecia para continuar tus estudios tienes que confesárselo”. Pasé un mes de
tortura, atiborrado de pensamientos, emociones y reparos. Yo sabía que ser
sincero con Marina no era una buena idea y que quizás era mejor continuar la relación.
Estaba más que seguro de que Marina aceptaría que yo me fuera de Grecia por mis
estudios y que un día la sugerencia de romper
nuestra relación vendría de ella misma. Pero no… Y yo escuchaba a cada minuto
la voz de mi amigo Michel… “No eres una organización caritativa.
Tienes que ser sincero”.
Recuerdo hasta ahora la fecha, era diecisiete de
diciembre. Le pedí que fuéramos juntos a cenar, en lugar de quedarnos juntos en
mi casa. Yo había decidido pedirle que rompiéramos nuestra relación. Al día
siguiente yo viajaría a mi ciudad para pasar las vacaciones de Navidad; consideraba que así sería
más fácil para ambos. Mis emociones eran muy intensas y diversas. Ansiedad,
perplejidad, vergüenza… una mezcla de todas. Y
ni siquiera un signo de alivio al saber que iba
a ser sincero.
No puedo describir lo que sucedió en el
restaurante cuando le pregunté a Marina si podíamos romper
nuestra relación. Pero recuerdo hasta ahora sus últimas palabras. “Debería
haberme dado cuenta desde al principio de que eres una mierda”, gritó y todos los clientes se volvieron hacia
nosotros. Yo me sentía muy incómodo. Marina se levantó, recogió sus cosas de la
mesa y se fue. Yo me sentía terriblemente mal. Cogí el móvil y le escribí “Lo
siento”.
Al día siguiente viajé a mi ciudad para pasar las
vacaciones de Navidad con mis padres. Los días fluyeron hermosamente y yo creía
que había hecho lo más correcto con Marina, o sea,
ser sincero. Pero la tarde del veinticuatro de diciembre sonó mi móvil. Era mi
amigo Michel y estaba muy confundido y asustado.
“Marina intentó suicidarse. Está en la clínica”,
me dijo. Fue un choque para mí. Me sentía muy culpable por lo que había
sucedido. No sabía qué debía hacer. Correr al lado de ella o quedarme casa. ¿Y
si no quería volver a verme? ¿Cómo podría mirar yo a la cara a sus padres? Finalmente, decidí para usar de escudo a mi amigo Michel. Michel
fue a la clínica algunos días después, cuando
Marina ya se sentía mejor y le preguntó si
quería verme.
Volvimos de nuevo a nuestra relación. Marina viajó
conmigo a la República Checa por mis estudios. Pasamos allí dos años juntos. Para
mí fueron como dos años de cárcel. Cuando volvimos a Grecia pasamos juntos casi
dos años más. Pero Marina me preguntaba cada vez más por nuestro compromiso y
nuestra boda.
En ese momento, Marina se dio cuenta de que
probablemente yo no era el hombre de su vida. Porque su reloj biológico ya le
gritaba que necesitaba niños, y yo… no estaba listo. Entonces, Marina olvidó
todas sus promesas de amor eterno, todos sus sacrificios y decidió romper
nuestra relación. Se casó menos de un año después.
Y yo… Yo había aprisionado mi vida por culpa de la
sinceridad. Aunque sabía que un día las cosas terminarían más o menos como
habían terminado. Pero, por culpa de mi compasión, de mi caridad, la sinceridad
trató mi vida sin-caridad.
THANOS TSIVELIKAS
Khartoum, 28 de febrero de 2018.
Tarea
inspirada en «LA TERRIBLE SINCERIDAD» (Aguafuertes porteñas) de ROBERTO ARLT.
Thanos:
ResponderEliminar¡Vaya relato para iniciarte en el Taller! Te reitero que eres un buen narrador, ameno, organizado y que sabes captar al lector. En cuanto al contenido, tal vez el verdadero problema es la caridad con la que actuamos a veces acallando la sinceridad hacia nosotros mismos.
Espero que los lectores disfruten con esta historia que culmina en la preciosa Olomouc, que con tanto cariño yo siempre recuerdo.
Un abrazo
Thanos
ResponderEliminartu relato es bonito y sincero. Ante una simplicidad del texto tenemos una profundidad de pensamiento y unas preguntas que se imponen ante algunas situaciones complicadas de la vida.
Felicidades y sigue escribiendo
Iman
Thano,
ResponderEliminarMe gusta tu texto, se lee bien y las palabras fluyen, sencillas y apetitosas. No se que pensar al final. El narrador fue sincero y se arrepintió. Luego vuelve a no serlo, su pareja esta feliz pero el no. Y sacrifica unos años de su vida viviendo con una persona de la que no esta enamorado... Así que me quedo yo como lectora con la idea de que en momentos así, y con cosas importantes en la vida, hay que ser sincero, y que cada uno asume su vida y sus sentimientos.
Enhorabuena por tu texto compañero :)
Tu texto me encanta thanos mis felicidades
ResponderEliminarAssia
Qué angustia he sentido leyendo tu texto! No hay nada peor que renunciar a lo que somos y a lo que realmente queremos. Hay que ser siempre fiel y sincero con uno mismo y en consecuencia, con los demás. Me ha encantado tu historia, sabes como enganchar al lector! Muchas felicidades!
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