Me acuerdo de todos los nietos y nietas que nos reuníamos en la antigua casa de la abuela. Subíamos y bajábamos las escaleras, gritábamos… Había dos primos muy traviesos que nos impresionaban siempre con sus modos de jugar. Como en aquella ocasión… En la terraza había una gran jaula llena de palomas, de gallinas…De repente, hubo un cambio de contenido dentro la caja: los niños nos habíamos metido dentro de ésta y las palomas habían empezado a volar hacia arriba, así que finalmente, dentro, tan sólo quedamos nosotros.
Me acuerdo de un accidente muy grave que me emocionó y me causó una gran tristeza. Un día, yendo en coche, nos encontramos detrás de un vehículo que transportaba cerezas; de golpe, se oyó un gran ruido que venía de fuera de nuestro coche… Al camión se le había reventado una rueda y la escasa distancia entre los dos vehículos se convirtió en una fatal atracción. Finalmente, el camión volcó y salió disparado. Y al mismo tiempo, como por milagro, se fue alejando de nuestro coche sin rozarnos siquiera.
Sabah Mezzour
Noviembre de 2009
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