Cuando yo era
Antonio Molina es una
novela agradable, ligera y muy fácil de leer. Leyéndola, he descubierto una
muestra muy rica y muy bien narrada del mundo de la farándula de la
Barcelona de los años 50 del siglo pasado, a través de la historia emotiva
y dramática de una niña de ocho años Antonieta, que ha sido denigrada por su
familia de Manresa y salvada en Barcelona por el amor de «su tía» y de los
miembros de una compañía artística de un grupo nada común y creado gracias a
ella.
En la novela, la narradora, ya mayor, se
proyecta en un pasado muy cercano a su memoria, pero lejano en el tiempo, pues
ha transcurrido más de medio siglo, e invita a los lectores a compartir su
viaje mental y temporal hacia un universo infantil donde se cruzan el drama
familial y la farándula con un fondo de letras de canciones de Antonio Molina.
La autora narra una historia llena
de originalidad en estilo y contenido. El personaje principal es «Toni», la niña-artista que
encuentra en el canto un medio liberador que la ayuda a superar la ausencia de
su madre, la soledad, los castigos, el malhumor y la indiferencia de su abuela
y de sus tías-gemelas. Además, la novela permite también detenerse a reflexionar sobre
varios temas universales como: «la vida y la muerte», con el suicidio de
su abuelo y luego él de su madre Cándida en el hospital. Más adelante, mueren también
su amigo Jean Baptiste y su gato Richelieu y también, pasado los años, Lili. Otro tema
presente en la novela es «el amor y la amistad», de los que carece Antonieta
en Manresa entre su familia y que luego descubre
ilusionada en Barcelona al lado de Angustias, su tía-hermana artista y pelirroja
como ella. De hecho, vive rodeada de una nueva familia compuesta de artistas y disfruta por primera vez del cariño de todos: el de Rosario, el de su novio Santi y el de sus amigos: Tina,
Lili y Jean Baptiste, Pepe y Paquito el Giralda. Todos la adoptan y la aceptan, sin restricciones, como si fuera
adulta.
La
descripción de los acontecimientos, con un trasfondo de guerra y luego de posguerra, crea un ambiente
donde se mezclan miseria con el olor de la col que invade el aire, la violencia de los
bombardeos y el miedo que domina a todos y les empuja a quedarse en la oscuridad con
las ventanas bloqueadas, y privando de luz a la protagonista y a las caderneras
del balcón «Nuncasol», su único espacio de desahogo y «libertad». Por el contrario, al llegar a
Barcelona y a pesar de la precariedad económica en el mundo artístico
durante los años cincuenta, Tony descubre con su tía en otro balcón, el del «Siempresol», el encanto, la
complicidad, el amor y el cariño del que había carecido a lo largo de los ocho años que
vivió en Manresa.
En
la novela se alternan varias situaciones, a veces unas son dramáticas y otras veces vienen
teñidas de toques
cómicos de humor que despiertan sentimientos de empatía hacia la protagonista y que hacen que la lectura de
los capítulos sea más ligera, entretenida y agradable.
Además,
la autora, con mucho arte, invita el lector a un viaje vital sorprendente entre
dos vidas paralelas con muchas semejanzas aunque en dos tiempos distintos.
Primero, con la niña Toni, valiente, voluntaria
y muy madura para su edad; luego, con su madre Cándida,
en la segunda parte de la novela, a través de sus cartas escritas en medio del sufrimiento
de la enfermedad y el dolor de la ausencia de su hija. Las epístolas nos desvelan secretos y
verdades dentro de la familia Sensat. Nos traen respuestas y luz
sobre el abandono, la traición, el amor y el odio y conducen al lector a descubrir
con alivio el desenlace de la historia carta tras carta, así como una vez acabada la
lectura del legado epistolario de Cándida.
He
disfrutado mucho
los momentos narrativos donde destacan la amistad que se establece entre Toni y Jean Baptiste, así como los intercambios
de secretos entre ambos. Sin olvidar la lectura del libro de «Le Petit Prince» de
Antoine Saint-Exupery y la interpretación que hace cada uno de la flor del planeta, que es «una mujer»
para Jean-Baptiste y «una palabra» para Toni. Más adelante, esta piensa: «Estoy convencida
de que él ya intuía que mi faceta de coplera iba a ser algo pasajero y que mi
destino sería escribir, es decir, vivir para encontrar las palabras perfectas,
aunque fueran tan engañosas y tan efímeras como la rosa del Petit Prince».
Impactada por el personaje de Antonieta, la
niña pelirroja, que más adelante recibirá el nombre artístico de: «Toni», le he
dedicado unos versos que, espero, anime a futuros lectores a descubrir y disfrutar la novela de la autora Gloria
Martín.
«Niña
artista y precoz
elegiste
el canto,
con
solo tus pocos años
para
despojar tus miedos,
para
protegerte del odio,
del
desamor y de la indiferencia
de las
tres Sensatas
que
solo lo eran de nombre.
Entre
Manresa y Barcelona,
entre
“el nuncasol”
y “el
siempresol”,
entre
lo dulce y lo amargo
entre
lo triste y lo divertido
paso a
paso
viviste
una infancia intensa
y con
tu voz infantil y musical
te
llenaste la garganta
de
palabras cargadas
de
compromiso social,
cantando:
“Soy minero”:
«Yo no maldigo mi suerte
porque minero nací
aunque me ronde la muerte
no tengo miedo a morir,
no me da envidia el dinero
porque de orgullo me llena
ser el mejor barrenero
de toda sierra Morena
de toda sierra Morena.»
Despreocupada, pero valiente,
te rebelaste con ira y enfado,
te
adueñaste de las canciones
de tu
cantante preferido,
y llegaste al lector cantando:
«Bajo a la mina cantando
porque sé que en el altar
mi mare queda rezando
por el hijo que se va
y cuando tengo una pena
lanzo al viento mi cantar
…»
Antonieta,
Toni, qué importa el nombre;
naciste
artista de alma.
Creciste
hambrienta de cariño
de amor
y ternura
y por instinto y con el canto
renaciste
y recuperaste tu infancia
rodeada
por tu artística familia
que te
acogió, amó y valoró tu talento
y te
ayudó a curarte del daño sufrido.»
Muchas
gracias, Gloria Martín por
esta novela cautivadora
y llena
de poesía, de canciones de Antonio Molina, de música, y sobre todo llena de amor,
optimismo, libertad, tolerancia y…perdón, aunque a la protagonista le llegue medio
siglo más tarde.
¡Y
felicidades por la publicación de tu nueva novela: El destino de las violetas!
Rkia
Okmenni
Rabat,
enero de 2018
Reseña
de: «Cuando yo era Antonio Molina» de Gloria Martín.
Hola Rkia,
ResponderEliminarFelicidades por esta reseña muy original. Has instaurado un diálogo con la autora y has transmitido tus impresiones sobre las personajes y sobre todo la protagonista.
Bravo !!!!
Bahia
Hola Rkia!
ResponderEliminarBravo! Tu reseña engloba todo lo que hemos abordado en el taller sobre los temas, personajes, el contexto historico... Es una idea original de introducir un poema dedicado a la protagonista, la pequeña Antonieta. Te felicito!
Un abrazo
el anàlisis de la historia fue maravilloso lo que me da gusto de leer la novela gracias rkia okmenni
ResponderEliminarAssia
Rkia, ¡pero que reseña tan rica! Me gustan tus grandes capacidades de análisis, tu lectura profunda y minuciosa. Y claro me gusta cuando acabas expresándote con la poesía, que es algo muy tuyo :)
ResponderEliminarFelicidades amiga mía
¡Hola Bahia, Zakia, Assia y Fatine!
ResponderEliminarOs agradezco todas y cada una por vuestra lectura y, desde luego, cada uno de vuestros comentarios que me afectan mucho y me animan para escribir. ( Aunque me resulta difícil compaginar la lectura de novelas con la escritura : ( .)
Otra vez, muchísimas gracias y…
Abrazos calidos queridas amigas
Rkia
Rkia
ResponderEliminarTu reseña es bonita , bien sintetizada y sobre todo me gusta mucho la idea del poema que has incluido que le ha dado un toque de originalidad además de dejar un huella tuya.
Siempre es un placer leerte
Felicidades
Iman
Muchísimas gracias querida Iman por tu lectura, por tu comentario y por animarme siempre.
EliminarLa verdad es que tu presencia en el Taller así como tus aportaciones son un valor añadido para el grupo.
Otra vez gracias amiga.
Rkia