En ella conviven pasado y presente. Cada día, cada hora, observa pasar grupos y grupos de gente, de turistas, en los que siempre resaltan esbeltas rubias de hombros pelados por el sol y de celestes miradas.
Frente a ella, se suspenden ojos llenos de civilización de los siglos diecinueve y veinte; de rascacielos, de automóviles, de ordenadores, de artículos electrónicos, etc. Toda la gente se para maravillada, absorbida frente a su gigantismo, su tipo de arco y sus ropajes verdiazules, frente a toda una obra de artísticas manos, tan delicada y atractiva por sus combinaciones de colores y sus particulares formas geométricas que reflejan la finalidad y el gusto de hacer…
Gamellada por otros dos pequeños arcos de menor tamaño, pero de idéntico valor artístico, el conjunto da al principio a unas terrazas tradicionales. Desde su interior, las tres se encuentran vigiladas por una cigüeña situada en la cumbre de un minarete. Mientras que, desde el exterior, aunque tan sólo en tiempos remotos, a diario y tras el rezo del Asr, la puerta veía y oía narrar juegos, músicas y leyendas.
Cuando los cuerpos la atraviesan y se van alejando, ella nunca puede evitar grabarlos en su memoria। Y es tal la atracción que todos sienten por ella que nadie intenta esconderse de la ternura de su sombra.
Maryam Benchekroun
Rabat, marzo de 2010
(Imitación de "Apunte callejero" de 20 poemas para ser leídos en un tranvía, de Oliverio Girondo)
Me encanta este cuento.
ResponderEliminarEsa puerta "bab" (una de las primeras palabras que aprendí de la lengua árabe)tiene un encanto especial. Me gusta lo de la cigueña que vigila los arcos, y el final del relato, tan poético con "la ternura de la sombra".
Quisiera un día conocer esa puerta !!!
Me encanta mucho tu opinión querida profesora.
ResponderEliminarCon mucho gusto te acompañaré a visitar este patrimonio magnifico la próxima vez que seas en Maruecos.