Me gusta perderme entre sus callejuelas y pasear sin rumbo. Acariciar con la mano las paredes de sus casas, y con la mirada las flores de sus balcones… Mis pasos se confunden con los de gentes de un ayer que no conocí pero que amo.
Me dejo llevar por el instinto y por la brisa y llego a la plaza. Es el lugar de un tiempo escrito por las manos de Victor Hugo, pintado por las de Renoir y Monet, cantado por las voces de Piaf y de Aznavour…
La plaza esta viva y alegre, repleta de rostros que no se conocen pero que se hallan unidos por el amor de una ciudad mágica. Los niños gritan y corren, las parejas se toman de la mano, los jovenes ofrecen su mejor sonrisa al pintor que transmite sus rasgos a una hoja blanca, se compran regalos y recuerdos, se bebe café y vino, se fuman cigarillos, se abren ventanas, y se habla y se habla… Contemplo este pequeño mundo e imagino como era antes… Y entonces veo otras caras, otros andares, otros vestidos, otras preocupaciones, otra vida… Los veo rozándose con los de hoy sin que ninguno de estos se dé cuenta.
Oigo el ruido sin escucharlo… A mí me reclama un hilo de voz, el de un acordeón viejo pero no triste. Lo voy buscando, porque siento que tiene cosas que contarme. Cosas del París de la Bohemia...
Fatine Sebti
3 de marzo de 2010
(Imitación de "Apunte callejero" de 20 poemas para ser leídos en un tranvía, de Oliverio Girondo)
Fatine,
ResponderEliminartu texto es una joya y Paris sigue siendo un trozo de tu alma.¿Verdad?
¡Es un real placer leerte!
Rkia
Fatine:
ResponderEliminarComo ya te había dicho en otra oportunidad, compartimos la pasión por París.
Me hiciste revivir la belleza de la Place du Tertre.
Me encantó, como todo lo que escribes.
Ana Borges
No se si es porque tengo la misma pasión por Paris y especialmente por Montmartre, pero al leer tu texto puedo ver todo lo que has descrito, las flores, las casas, las callejuelas soladas, los pintores… oigo el ruido de la gente, la música del acordeón, todo…
ResponderEliminarComo siempre tus palabras y tus textos tienen un alma propia y viviente que lleva el lector dentro un mundo mágico, un mundo de palabras.