Un ejército de ojos de “miradas cazadoras” ocupa todas las terrazas de los cafés en busca de nalgas ondulantes o de senos bailarines. Una motocicleta de transporte familiar pasa a toda velocidad. Los vendedores callejeros tapizan el suelo con ropajes abigarrados en un concierto de gritos de alegría. El almuecín canta por quinta vez el último éxito de moda.
Los colores de las alfombras y de las especias, de los mosaicos y de la alheña me inundan. Me siento tan teñido que tengo miedo de ser confundido con todos los camaleones que me rodean.... Necesito ir a la punta del gran espigón a lavar mis ojos en las olas del Atlántico.
En la desembocadura del Bu Regreg, un gran sábalo aparece, me despoja de todas mis preocupaciones, me sonríe y desaparece corriendo en las callejuelas de la “Bab al Mellah”.
Abdellah, 1 de marzo de 2010
(Imitación de "Apunte callejero" de 20 poemas para ser leídos en un tranvía, de Oliverio Girondo)
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