En la cama, junto a mi abuela, le escuchaba por quinta vez el cuento del Alcaraván (pájaro astuto, de ojos amarillos y a mi entender de entonces, enorme):
- “Alcaraván comí y no me morí, alcaraván comí y no me morí”- cantaba un pájaro que se creía más listo que el alcaraván.
-“A otro, pero no a mí. jJa, ja ja!” - respondía éste, elevando el vuelo henchido de orgullo al ver que había engañado a otro pájaro, pues se dedicaba a engañar a otros pájaros ya que era lo que más le gustaba.
En aquel preciso momento apareció allí, en mi habitación, en mi cama. Yo aterrorizada comencé a preguntarle a mi abuela qué hacía allí el alcaraván, pero mi abuela se limitaba a mirar. Yo quería saltar de la cama, pero mi abuela no me dejaba. Quería gritar, pero el terror impedía que mi voz saliera. Yo no entendía nada. Mi abuela dejó su sitio al alcaraván y al instante estábamos solos en la cama el alcaraván y yo. Sus alas extendidas me tapaban en lugar de la manta. Se giró hacia mí. Y, sintiéndome bocado exquisito de aquellos ojos amarillos, comencé a transpirar, volví a intentar saltar de la cama, pero sentí que me agarraba con su pico por la espalda. De repente, mi voz salió como si rompiera la barrera del sonido, atronando en la habitación… Mi abuela me preguntaba qué me pasaba y yo no entendía que mi abuela me preguntara aquello… ¿Es que no estaba claro? ¡Había un monstruo en mi cama¡ Y ella comenzó a reírse…
Maribel Andrade.
Rabat, 12 de mayo de 2010.
(Ejercicio basado en el tema de “Con los ojos cerrados” de Reinaldo Arenas)
...transmites muy bien la fantasía, haces que uno se imagine alli en la cama con la niña y el pájaro, yo la verdad he tenido en mi mente a una niña de dibujos animados todo el tiempo
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Siham.