Los había conocido de muchas maneras y de variada intensidad.
Los abrazos de su padre y de su madre, fuertes pero a su vez suaves.
Los de su abuela, cálidos, cuando la tenía en su regazo.
Los abrazos de muchos niños, de aquellos que corrían y se colgaban de su cuello.
Unos más tímidos y tiernos, del niño que colocaba su cabeza contra su pecho y apenas cerraba sus bracitos alrededor de su contorno.
Los había conocido inexperimentados, los cuales más tarde adquirirían experiencia y dejarían de ser primitivos.
Los fuertes y leales de los buenos amigos que trasmitían ánimo y confianza.
Y también los detestables, los de políticos hipócritas que apretaban sin sentimiento, con el solo objetivo de lograr un voto que no llegaría.
Y sobre todo había conocido los abrazos de innumerables despedidas, de despedidas con retorno.
Y también uno muy intenso de una despedida casi sin esperanza.
Ana Borges.
Pinares, Uruguay, 3 de mayo de 2010
(Ejercicio basado en “Los Besos” de Juan Carlos Onetti)
Ana,
ResponderEliminarNo se por que pero siempre cuando te leo imagino tu mano grácil escribiendo sobre el papel :)
Tu texto es tierno y muy dulce. Veo allí a una madre, una abuela, una niña, una mujer, una esposa, una amiga… se siente indulgencia, paciencia, sensibilidad.. pero tambien fuerza.
Tus líneas me transmiten toda una historia, etapas de la vida, epocas, sentimientos… aunque no haya detalles lo dices todo.
Muy bonito Ana, gracias por seguir compartiendo este placer con nosotros.
Con mucha admiración,
Fatine
Ana,
ResponderEliminarTu texto es muy intenso, al leerlo no queria que se pare.
Lamiae
Ana, un gran abrazo sincero por ese texto muy bonito.
ResponderEliminarana, recién compartí uno de esos abrazos contigo... y fue cálido, humano y sincero, como tu manera de narrar las historias.
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