El siete de septiembre de mil novecientos setenta fue un día memorable desde el punto de vista negativo. Me iba al extranjero a cursar mis estudios y dejaba tras de mí una vida animada y llena que de buenos recuerdos.
La noche del seis al siete no pude cerrar mis ojos pasando la película de mi vida anterior. No sabía dónde dormiría la noche siguiente y dejé mi ventana abierta desde siempre frente al mar. Mi caña de pescar colgaba al lado de mi antiguo escritorio y yo fui perdiendo el ruido de las olas que acompañan mis sueños y que atenuaban mis ansias.
Por eso la mente empezó a oscilar entre las emociones del deporte, del ambiente del barrio, de la familia numerosa y sobre todo del intenso amor que sentía por mi novia, mientras fluía el deseo de querer asegurarme algo y de querer agarrarlo para siempre. Cada recuerdo me sacudía un poco la garganta. Todo eso debía olvidarlo por una soledad que jamás antes podría haber imaginado, por un cielo más cercano que nunca había visto el sol, por ventanas encajadas unas frente a otras, por caras plagadas de anillos de arrugas.
A lo largo de aquella noche interminable, sufrí un dilema: ¿Cómo escapar de aquella situación? Era imposible… Me dije a mí mismo: No hay atajos en la vida... Para consolarme, me añadí que debía seguir consultándolo con mi almohada, pero no encontré situaciones irreductibles. Me era imposible imaginar que en los días venideros me sería imposible ver la sonrisa de mi madre o sentir el fuerte abrazo de mi novia. Eso era lo que yo iba a echar de menos.
Llegó el amanecer: ya no había salida alguna. Me levanté y miré con responsabilidad las fotos colgadas en frente del escritorio y me dije a mí mismo: Tal vez no sea tan malo lo que el futuro me reserva… De repente, el despertador rompió el silencio. Yo evité las miradas emocionales murmurando un mínimo de palabras porque los ojos y la voz falseaban el contexto. Y me fui -sin catar el último desayuno de mi madre- solo al puerto, tal y como había decidido.
Abderraouf
Rabat, mayo de 2010.
(Ejercicio basado en el tema de “Con los ojos cerrados” de Reinaldo Arenas)
No hay comentarios:
Publicar un comentario
No olvides que nos importa tu opinión... Comenta nuestros textos, cuentos y poemas... Gracias.