Empezar un salchichón seco cortándole la punta inaugura un festín para todos, salvo para mí ¡Esto siempre me recuerda el día de mi circuncisión! Lo habían organizado todo: acudir a los servicios del mejor barbero de la ciudad, disponer de todas los dulces y las azucareras necesarias, invitar a los familiares con una total discreción y sobre todo raptarme, tal y como reza la tradición, es decir, sin despertar sospechas en mis padres. ¡La tradición mandaba además que el mayor fuera el futuro portador del nombre familiar y de todos los secretos ancestrales, por lo que debía esperar su séptimo año para verse honrado de este modo! Me hubiera gustado sufrir esta ablación a una edad mucho más temprana para no haber padecido aquel martirio ni haberlo grabado tan fielmente en mi memoria, pero no podemos decidirlo todo.
Y aunque el gesto de nuestro barbero-cirujano había sido preciso y el corte rápido, la burla era demasiado pesada, más fuerte que el dolor físico. Por entre los barrotes de la ventana de la habitación en donde me habían acostado con las piernas abiertas, los otros niños, primos y primas, me interpelaban: "te han cortado una parte muy gruesa", "tendrás un pajarito muy pequeño", "no mearás más", "yo ya no te amo; no podrás servirme de marido" " déjame ver y te……".
Yo también habría deseado verlo, asegurarme de que simplemente me estaban engañando, pero aquella endiablada venda blanca ya manchada de sangre me impedía evaluar por mí mismo los daños. Así que pretexté una necesidad urgente. Pero no hallé ningún indicio ni nada concreto. Ante la vigilancia de los adultos, ningún contacto visual era posible. ¡Qué frustración! ¡Qué angustia!
Jamás había tenido tantas ganas de llorar. Pero un chico no tenía el derecho de llorar, al contrario de las chicas. Pensé “No sólo no les cortan nada a ellas, sino que pueden llorar tanto como quieren. ¡Qué injusticia! A pesar de todo eso, jamás seré una chica, aunque me lo hayan cortado bastante. Un chico siempre es un futuro hombre”.
Hoy continúo vengándome. Compro bastantes salchichones y les corto vigorosamente la punta.
Abdellah
Rabat, 1 de mayo de 2010
(Ejercicio basado en el tema de “Con los ojos cerrados” de Reinaldo Arenas)
Es un gustazo leer tus cuentos tan reales y llenos de un humor tan sutil...
ResponderEliminarAbdellah,
ResponderEliminarte digo lo que ya te dije antes, tu cuento es muy bonito, como contado por el propio nino que sufrio ese martirio y en ese momento, es como si el tiempo no ha borrado esas imagenes y esos recuerdos, es increible como, a veces, podemos olvidar cosas recientes, y recordar cosas del pasado legano;
siempre es un placer leerte.
te felicito por tu manera de contar llena de fuerza... tus palabras me resuenan y consiguen modificarme...
ResponderEliminarBonito texto Abdellah y sobre todo muy gracioso. Me encanta el niño que sigue siendo en el adulto.
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